Bueno chicas, después de meses y meses llegamos al final de la historia de nuestra querida Ana y Teresa. Parece que fue ayer cuando Teresa fue a los almacenes a pedir trabajo y tropezó con Ana, quien la consoló y desde ese momento se hicieron inseparables.

Más tarde entraron a trabajar juntas como dependientas, y ese beso en el ascensor hizo que empezaran una relación con Héctor y Alfonso. Una para acallar lo que sentía y la otra, como se sinceró más adelante, para poder estar cerca de la otra. Después se casaron pero siempre estando juntas, hasta que los celos de Teresa por causa de una actriz hicieron que la relación de ambas, que parecía irrompible, terminara.

Durante muchos meses estuvieron sin dirigirse la palabra hasta que las desgracias familiares las unieron de nuevo. La muerte del padre de Teresa y la adicción de Alfonso a las drogas hicieron que se acercaran, y tanto fue así que, estando un día en la tienda de Teresa, en medio de una discusión terminaron por darse uno de los mejores besos que vi en pantalla, y aunque Ana comprendió que estaba enamorada de Teresa, a ésta le costaba más confesar sus sentimientos, esos que eran tan evidentes.

Hasta que un día el amor pudo más entre ellas y terminaron juntas en la cama, y aunque la García no es capaz de aceptar tan plenamente lo que le sucede, para Ana es todo lo contrario, pues hemos visto mas de una declaración de ese amor que siente. Es imposible luchar contra el amor, no pueden estar separadas, nunca pudieron, desde el día que se conocieron.

La última semana nos quedamos con Ana tirando a Teresa derechita a los brazos de su marido, suerte que ésta, le repetía una y otra vez que se quería quedar con ella, hasta que por fin surtió efecto. Así que nos encontramos a las chicas desayunando hablando de futuro. La García se refiere a su futuro hijo-sobrino en masculino, pues está convencida que será un niño, pero bueno, como la imaginación es libre, yo prefiero quedarme con que será una Anita-teresita, porque ya sabemos que los hombres de esa familia… Después Ana le cuenta como eran sus veranos allí en las playas de Santander. Aunque Teresa está un poco asustada, la Rivas le comenta que no tiene porque, que el mar solo da paz y tranquilidad…

Ana: Allí no volverás a sufrir, te lo prometo.
Teresa: Eso espero, porque yo ya no tengo fuerzas… la vida se me hace como una montaña enorme que tengo que subir y no puedo.
Ana: Subirla agarrada a alguien es mucho más fácil.

Y bueno, ya sabemos que cuando empiezan las conversaciones interesantes, para algo que las interrumpen y que mejor que el timbre de casa. Es Manolita, que le trae a Teresa una maleta que su marido le ha dado con sus cosas, a ésta le cambia la cara. Después se baja con Manolita para ir a los almacenes y empiezan a hablar de su matrimonio y aunque su amiga, le pregunta si tan grave es el problema para que no tenga solución, le contesta que aunque lo echa mucho de menos, es algo que no tiene arreglo.

Una vez en los almacenes, empieza a recoger el despacho y a recordar todo lo vivido allí… recuerda a Ana, Alfonso, su madre, el padre de Ana y las cosas vividas allí con ellos. Sufro mucho con estas escenas, porque me hacen recordar que es el final. Su pena y la mía es interrumpida por la Mari fe, la secretaria de Ana, y la García se sincera diciéndole lo mucho que le está costando dejar todo lo vivido en esos almacenes atrás.

Cuando termina y sale de los almacenes, vi caminando a Héctor por la calle y aunque su amiga le anima a que hable con el, ella es incapaz. Cuando llegan algunos empleados dándole parte de la situación de los almacenes, ella los corta y le dice que ya no le tienen que decir nada, que ni ella ni Ana están al frente… Tristeza.

Cuando llega a casa le cuenta a Ana lo difícil que ha sido el despedirse de los almacenes, de todo lo vivido allí. Ana se alegra en el fondo de no haber ido, porque sería como ver los logros de su padre tomados por otras personas, pero que prefiere mirar hacia delante y dejar el pasado a un lado. Y con el ojo clínico que tiene nuestra Rivas, le pregunta a Teresa que porqué está tan triste, que sabe que hay algo más detrás. Teresa se sincera y le cuenta que ha visto a Héctor y le ha afectado más de lo que creía y “de nuevo” está hecha un lío.

La comprensiva de la Rivas le responde que lo entiende perfectamente y que siempre será ella la que decida y sea lo que sea estará bien. Discrepo en sus palabras, pero yo solo soy una humilde servidora. Después se hacen con un magnetófono, ya que nuestra Ana, al saber lo triste que están sus antiguos empleados les quiere grabar un mensaje de despedida. En él escuchan el primer mensaje que el padre de Ana dio cuando creo los almacenes y la Rivas se emociona al escucharlo y entre lágrimas habla de lo irónico que es como el mensaje de su padre fue para abrir los almacenes y el que ella dará será para ponerles fin. Mi Teresa le reitera lo orgulloso que estaría su padre de ella porque nunca dejó de luchar y Ana le confiesa que así seguirá porque es lo que él le enseño.

Mi Ana con lágrimas en los ojos graba por fin el mensaje de despedida para sus empleados y se lamenta no poder ir en persona, pero la realidad es que apenas puede caminar la mujer bella. Cuando sale de casa de Ana camino a los almacenes para mostrarles el mensaje a los empleados se encuentra con su marido. Que tal, yo bien, yo igual, te veo mas delgado, te acerco si quieres a algún sitio, que te vaya bien, que si a ti mejor… en fin, tienen una conversación civilizada. Cuando le pone el grabado a los empleados, lágrimas por aquí y por allá, todos se lamentan por como ha terminado todo pero que consiguió que ninguno de sus empleados perdieran su trabajo, todos dicen que los almacenes no van a ser lo mismo sin ella, porque no tendrán otro jefe tan comprensivo como ella. ¡Obvio!

Mientras Ana habla con su vecino de los problemas por lo que está atravesado con su mujer, así que nuestra bella Rivas le dice que lo ayudará en lo que pueda. Al rato, Teresa le cuenta la reacciones de los empleados y lo mucho que le van a extrañar, pero mi Ana está triste, el ánimo por los suelos y no ayuda el hecho que le diga a Teresa vaya dejando las cosas terminadas porque en un par de días parten a Santander y la cara de la García es un poema y aunque le dice que es porque le ha pillado por sorpresa todas sabemos que las cosas no están cerradas con su marido.

Y por fin mi Ana se encuentra mejor y deja atrás ese batín negro que se ponía y vuelve a su ropa normal. Las chicas se encuentran viendo fotos de Santander. La Rivas deseando bañarse en la playa y la otra, por timidez diciendo que ella tomará largos paseos a lo que le dice nuestra Ana le dice “lo primero que haremos cuando lleguemos a Santander será comprarte un traje de baño” y añade “Teresa, por el amor de Dios, si estamos en el 53”. Pero de nuevo, suena el timbre, en lo que nuestras chicas están riendo juntas. Es Abel , que pregunta si tiene contactos en el Ministerio, ya que su mujer está detenida y Ana lo tranquiliza y se prepara para abrir su agenda de contactos.

Cuando se quedan de nuevo solas, Ana se queja del país, ayss mi Anita, como empezamos con las quejas al régimen franquista no terminamos en seis meses mínimo. Pero está la chica preocupada por sus vecinas, por lo que quizás lo mejor seria retrasar el viaje, a lo que Teresa, no tarda ni tres segundos en estar de acuerdo, cosa que realmente me molesta. Mi Anita que es muy lista se da cuenta y le dice que parece que no quiere irse, siempre que saca el tema del viaje la nota reticente, pero la García le aclara que no es así, es solo que antes de marcharse tiene que hacer algo, y es “hablar con su marido”. A mi Ana, le cambia la cara y se pone seriecita, por lo que Teresa se le acerca y le dice que solo es hablar, pero mi Ana sabe que quizás cuando vaya, no vuelva con ella y se quede al lado de él.

Pues nada, con bolso en mano, se dispone a ir a verlo, Ana trata de tranquilizarla diciéndole una y otra vez que todo irá bien. Teresa solo se quiere llevar un buen recuerdo de el, aunque se llevará mas que eso. La Rivas tan sabia como es le dice que debe cerrar esa herida para poder seguir su camino, se lo olvida decir con ella, pero bueno, todas sabemos lo que quiere decir. Y la García le das las gracias a modo de besos.

Y a pesar que le dice que vuelve enseguida, mi Ana está al borde del llanto, porque piensa que igual nunca va a volver. Así que nada mas salir por la puerta, la Rivas llama al servicio para que busquen una enfermera cualificada ya que palabras textuales “la señora García ha vuelto a casa con su marido y no creo que pueda acompañarnos a Santander”. Sufro tanto por Ana, estoy por hacer un curso intensivo de enfermería para poder irme con ella.

Bueno, lo siguiente tengo poquitas ganas de contárselo, pero es de vital importancia, así que como buena profesional del medio… jajaja, hasta yo me he reído a escribirlo, paso a relatarles el encuentro del matrimonio Perea- García. Cuando el inspector llega a su casa, se encuentra que está reluciente, hasta que vemos la causa, y una Teresa sale del dormitorio. Le pregunta que está haciendo ahí y su mujer se lo suelta del tirón, se marcha a Santander con Ana y quería despedirse, no se podía ir así después de todo lo que pasó.

Teresa, para mi gusto, es un poco cobarde, porque cuando le das los motivos, solo habla del niño, que si lo tiene que cuidar, estar con el… Ella le pide comprensión, nunca le ha querido hacer daño y su marido, llorando, le confiesa que él sí que ha querido hacerle a ella, siéndole sincero. Ella se quiere llevarse un recuerdo bonito y empiezan a hablar que eran un matrimonio perfecto, el que todos envidiaban. En un momento dado Teresa se abraza a su marido y le dice lo siguiente “Te sigo queriendo, aunque te parezca mentira, te quiero con toda mi alma. Ojala pudieras creerme porque te quiero”. A mí no me miren, yo solo soy la que les trae el resumen…

Empieza a recoger sus cosas y su marido le dice que se supone que ese es un adiós para siempre, pero para mi sorpresa y la de todas, la García le dice que no, que aun debería haber esperanzas para ellos. Si me perdonan, voy a servirme una copa, para seguir con el resumen, porque si no, no sé si pueda…

Teresa le pregunta si no ha sentido nada especial cuando se han abrazado y aquí el único coherente, su marido, le responde que si ella hubiera sentido algo no estaría recogiendo sus cosas para marcharse. Ella le dice que para arreglar las cosas tienen que distanciarse para poder empezar de cero… A estas alturas ya ando medio cabreada con Teresa, o sea, ¿Me está diciendo, bueno a él, que se va de su lado, porque es la única manera de arreglar lo que tienen? ¿No se va con Ana porque es el amor de su vida y no puede vivir sin ella? El caso, es que empiezan a besarse y terminan en la cama.

Y aquí esta foto estratégica, porque ni piensen que les voy a poner una de el matrimonio mas que juntito. Nuestra Ana, mientras, le da asilo a su vecina Cristina que no pasa no su mejor momento. Esta Rivas últimamente siempre tiene a una mujer en su casa… tanto que aprender de ella. La invitada le pregunta si está esperando algo, porque es muy tarde. Mi Ana responde que lo mejor será acostarse porque no cree que vuelva Teresa, y como su vecina la ve tan triste, le anima a que hable de lo que le preocupa, pero hay cosas de las que no se pueden hablar ni se arreglan con ello, palabras de mi Ana.

Llega la mañana, y el matrimonio, despierta juntito, y yo a estas alturas no sé si Teresa se iba con Ana o era Héctor quien se iba con la Rivas o si la embarazada era la Rivas o el Perea, si quieren complicarme el resumen, lo están haciendo, pero por suerte todo se arruina cuando el marido le pregunta a que hora se va.

Héctor le pregunta que pasará con ellos, pero ninguno lo sabe. Para variar Teresa le confiesa que no es capaz de explicar sus sentimientos y menos mal que el marido le dice que lo intente, porque necesita saberlo, al igual que nosotras. Necesita comprender su relación con Ana, y ¿Quién no? A estas alturas. Así que por primera vez lo vamos a oír de sus labios

Teresa: No es fácil de explicar, ni siquiera para mi… No sé cómo ni cuando empecé a sentir algo muy fuerte por Ana. Yo al principio pensaba que solo era una amistad, pero luego poco a poco fue creciendo un sentimiento de posesión, como cuando quieres a alguien. Yo no comprendía lo que estaba pasando, me veía diferente a las otras mujeres y me sentía muy sucia. Me preguntaba que por que me había pasado a mi. Yo quería librarme de ese sentimiento tan extraño. No encontré respuesta y por eso lo negué durante tanto tiempo, hasta lo enterré en lo mas profundo de mi ser hasta que un día volvió con mucha mas fuerza. Yo no sé si eso es amor, pero tampoco puedo luchar contra un sentimiento tan poderoso… LA QUIERO, pero también te quiero a ti…

Héctor le pide que se vaya con Ana, por que si se queda con él, nunca sabrá porque lo hizo, así que con lágrimas en los ojos, en contraste con la sonrisa de ella, deja marchar a su esposa.

Mientras, vemos a una Ana resignada escribiéndole una carta a Teresa.

Querida Teresa, cuando recibas esta carta estaré camino de Santander. Sabia que tarde o temprano llegaría el momento de despedirme de ti así que me siento fuerte para poder decirte adiós y desearte lo mejor… y lo mejor es que puedas rehacer la vida que abandonaste para cuidar de mi. Juntas hemos vivido emociones y sentimientos muy profundos en estas últimas semanas, pero todo tiene su final y el nuestro también tenia que llegar. Comprendo que hayas decidido volver con tu marido y lo apruebo sin ningún tipo de rencor, pero nunca podré olvidar lo que has hecho por mi durante todo este tiempo. No sufras por mi, no pienses nunca que me has abandonado… tu amor es lo mejor que me ha regalado la vida. Ha sido hermoso y valiente por mucho que te haya resultado extraño, pero hace tiempo aprendí que nada es para siempre, así que acepto que la vida es un constante cambio.-. Me dispongo a enfrentar el futuro sin ti con este nuevo ser que me ha de acompañar hasta el fin de mis días.

Sufro tanto por mi Ana. Después se encuentra con el servicio viendo las carreteras que tomaran hasta llegar cuando suena el timbre y para sorpresa de la Rivas, entre Teresa, pletórica con una sonrisa tremenda

Teresa: Vengo a quedarme contigo o acaso lo dudabas.
Ana: Pero… ¿y Héctor?
Teresa: Héctor cree que debo estar a tu lado, por lo menos hasta que te recuperes del parto.
Ana: ¿Y después?
Teresa: Quien sabe, lo que pasará después.

Y con un beso, sellan el comienzo de una vida juntas, y mientras la García va a informarse sobre el viaje, una Ana aun sorprendida, rompe la carta de despedida que escribió a Teresa.

Pues hasta aquí está historia, me quedo con la felicidad de Teresa en la última escena, estaba feliz de estar con Ana y quizás sea el comienzo de la aceptación de sus sentimientos y me alegro que ante todo pronóstico, nuestra Rivas se haya ido a Santander con el amor de su vida, como una vez cito. Pues un placer traerle esta historia ambientada en los cincuenta, espero la hayan disfrutado como yo.