Paula es una mujer idealista y con las prioridades muy claras. La principal es encontrar un amor como el que vio en sus abuelos y en sus padres: inamovible, intenso y para siempre.

Ro es una mujer con los pies en la tierra que ha vivido ya mil vidas y que no cree en la toxicidad del amor romántico ni tampoco en las relaciones de ningún tipo. Su pasado solitario ha hecho de ella una chica cínica, distante y práctica. Se limita a disfrutar sin pensar a largo plazo, sin establecer demasiados lazos y sin esperar de la vida nada trascendente.

Esta es la sinopsis con la que Cristina González nos presenta su primer libro publicado El descanso del Minotauro, sobre la búsqueda incansable del verdadero amor. Pero, aquí os lanzo una pregunta: ¿Qué es el verdadero amor?

Para Paula, ya nos lo dice la sinopsis, es el del cine, ese en el que los protagonistas al verse escuchan música, sienten un rayo atravesando su corazón, el tiempo se ralentiza y aparece una brisa de la nada que les hace ondear el cabello. Ahí es nada. Y claro, nuestra chica va de porrazo en porrazo porque después de dos minutos de charla o de intercambio de fluidos con cada nueva chica que conoce y de la que se enamora, se da cuenta de que no, que no hay rinocerontes bailando en sus tripas ni tampoco escucha flautas o pajaritos cantando. Un ideal completamente inalcanzable que le atiza en la frente una y otra vez.

Lo de estar muy cuerdo en la familia de Paula no es algo que se dé con frecuencia, es la consecuencia que ha tenido el amor. Esto provoca que ella esté dividida entre morirse de miedo por volverse tarumba al conseguir su objetivo y el no poder parar de buscar a la que será la mujer de su vida. Siente que es lo que tiene que hacer, que es su destino, aunque el riesgo sea acabar tan consumida por la locura que pierda por completo el contacto con la realidad, como les pasó a su abuela o a su padre.

Esa dualidad hace que Paula, después de cada decepción, se las ingenie para, en cuestión de horas, olvidar lo pasado y fijar sus ojos en una nueva chica pensando en que lo va a intentar una última vez, esta sí que será por fin la que estaba esperando. Deja a un lado de un plumazo los miedos y la incertidumbre. Tiene casi 30 años y siente que es ahora o nunca, y el nunca no puede estar presente en su vocabulario hablando del amor.

Y Ro es una de estas últimas veces. Cuando Paula la ve, se queda enganchada de ella, no puede ser casualidad que justo ahora entre a trabajar a su bar favorito de camarera, ni tampoco su nombre. Ah, ah, eso sí que no. Ese nombre ya le deja bien claro que el destino está ahí haciendo de las suyas. Todos los fracasos anteriores eran porque tenía que esperar a que llegase ella, su destino, ¿Tiene que ser eso, no? Porque la camarera nueva se llama Ro y todo el mundo sabe que Ro es de Rosa y las rosas, y las flores en general, en su familia siempre han sido muy importantes… Maravillosa la mente de esta mujer, de verdad.

Ro no puede dejar de mirar a esa excéntrica escritora millonetis con cara de incredulidad cada vez que aparece en escena. Alucina pepinillos con la tal Paula, es que no puede ser alguien real. Va todos los días a la misma hora, se sienta en la misma mesa, toma exactamente lo mismo a las mismas horas y es una mujer preciosa. Loca, eso también. Porque ese es el pensamiento más recurrente en su cabeza, que está completamente ida de la cabeza. La loca del hacha. ¿Pues no va y le suelta perlas del amor? ¡A ella!, a Ro, una descreída de todo lo romántico, que no solo no lo conoce sino que además, para disgusto de la escritora, piensa que todo eso no existe o, al menos, no como lo plantea Paula.

Según se van conociendo, Ro siente una curiosidad fascinante por Paula. Se convence cada día más de su locura, pero al mismo tiempo se encuentra con alguien sincero y trasparente, que no tiene miedo a ser directa y decir lo que siente o lo que piensa. No intenta fingir ser quien no es, va con toda la artillería por delante sin cortarse a la hora de dejar claras sus intenciones. Es refrescante y al mismo tiempo le da un miedo de narices.

La autora nos cuenta página a página la extraña relación que se establece entre las dos y nos lleva de la mano, sin prisa, pero sin pausa, a conocer sus corazones, sus miedos, sus deseos más profundos, sus anhelos y también, para que engañaros, hacernos sufrir un poquito. No mucho, eh, pero algo sí. ¡Ya te vale Cristina!

Dicen que para cada horma hay un zapato y que para cada yin hay un yang, y Paula está convencidísima de que Ro es esa persona a la que entregar el azucarillo que ella no se toma con el café. Porque sí, a la escritora nadie le quita de la cabeza que la camarera es ese alguien que ella estaba esperando.

¿Será Ro su Teseo?, ¿será ella quien le ayude a acabar con su Minotauro?

¿Pero qué dices, Mónica, qué Minotauro ni Minotauro? A ver chicas, mis queridas Lesbicanarias, es que a Cristina no le bastaba con hablar de sentimientos así a pecho abierto, sino que nos cuela en la historia algún que otro detalle sobre mitos de los que lo siento, pero solo puedo decir que sale el bicho ese del laberinto y que se hace un personaje más de esta historia.

Y hablando de personajes, están bien definidos y te puedes hacer una idea muy precisa de cómo son, incluidos los secundarios que aquí también tienen su punto de protagonismo. La mansión de Paula, la zona de escalada, el bar, las amigas, etc., está todo tan bien dibujado por sus palabras que es muy fácil meterte dentro y recrearlo en tu cabeza.

Los diálogos, bajo mi punto de vista, es uno de los fuertes de la historia, me encantan. Son dinámicos, ingeniosos y muy divertidos. Una historia con mucho dialogo, pero bien escrito, es un plus y aquí las conversaciones entre las protagonistas o de ellas con sus amigas abundan y con calidad.

El libro me ha gustado y quizá, por buscarle un pero, que no todo puede ser decir que Cristina es la leche escribiendo y que la historia es estupenda, divertida, mágica y refrescante; peca solo de una cosa para mí y es el abuso de los diálogos interiores. Ojo, no digo que estén mal porque Cristina los maneja perfectamente sino que llegada a las 400 páginas me resultaron excesivos. Aunque bueno, en mi caso quizá sea porque me enganché un poco, mucho, y me lo he leído casi de una sentada, y claro, así pues los he leído todos juntos del tirón.

Sea como sea, tenía muchísimas ganas de reseñar este libro porque soy muy fan de su autora. La conocí a través de sus fanfics y me enamoró su forma de jugar con las metáforas, de manejar las palabras de forma perfecta para meternos de pleno en sus historias y colarse con puntos de humor en nuestros corazones. Y además, he podido hablar con ella en varias ocasiones sobre varios temas relacionados con la escritura, la última cuando se lanzó el libro, lo puedes ver pinchando aquí.

Así que no puedo dejar de recomendaros “El descanso del Minotauro” y de instaros a que no perdáis de vista a Cristina González, porque estoy segura de que tiene mucho más que escribir.

Rebajas
El descanso del Minotauro: 9 (Erótica | Romántica)
Paula es una mujer idealista y con las prioridades muy claras. Su principal meta en la vida es encontrar un amor de película como el que vio en sus abuelos y en sus padres: inamovible, intenso y para siempre. Sin embargo, las consecuencias que ese amor ha tenido en la cordura de sus familiares han provocado en Paula una irónica dualidad, pues, aunque se muere por hallar a la mujer de su vida, teme al mismo tiempo conseguirlo y terminar engullida ella también por la locura y la depresión