Trabajar como funcionaria interina en las oficinas del cementerio municipal no puede decirse que sea el sueño laboral de Teresa. Ella lo que quiere es ser escritora. Pero no se siente con ímpetu suficiente para conseguirlo, o quizás aún no ha encontrado una buena historia. Su gran historia. Aunque eso está a punto de cambiar.

Por su parte, Alba pasa la jornada laboral de mala gana en una copistería. No le gusta el ambiente, ni los clientes, ni lo que hace, y a su jefe lo tiene amargado. Aunque su sueldo sea módico, ella se las arregla sin embargo para tener siempre bastante dinero. De dónde lo saca es un misterio.

Con esa pasta extra tiene pensado realizar un proyecto. Algo grande, desde su punto de vista. Se trata de producir un corto cinematográfico. Ahora bien, si estamos pensando que Alba es una vocacional del cine o que tiene pretensiones artísticas, nos equivocamos de parte a parte. Lo que sucede en realidad es que se ha encaprichado de una actriz a la que ha visto en un anuncio televisivo de patatas precocinadas y el proyecto en cuestión únicamente constituye una argucia para acercarse a su objetivo amoroso, conocerla y quizás seducirla.

Y, qué casualidad, acaba de recordar que una pesada que deambula por la copistería con cierta frecuencia dice ser escritora. Y ella necesita un guion. No se le ocurre nadie más a quien pedirle que se lo escriba. Así que decide contratar a la pesada para que le construya la historia con la que armar el corto y de este modo atraer a la actriz a su terreno.

La pesada es Teresa, la funcionaria interina del cementerio.

Teresa recibe entusiasmada el encargo. De hecho, su incesante peregrinar a la copistería obedece a las ganas que tiene de acercarse e intimar con Alba. Mejor oportunidad no va a tener en su vida. Decide por tanto escribirle a Alba el mejor guion que imaginarse pueda, para dejarla impresionada, agradecida y fascinada para siempre.

El relato se centrará en la dama triste, alguien de quien le habló un día un compañero de trabajo. Es una historia enigmática, interesante y con halo de misterio. Perfecta, según su punto de vista, para los fines que desea conseguir.

Pero pronto surgen los problemas. Un siniestro personaje de sonrisa cruel y abrigo anticuado, comienza a aparecerse en los lugares más insospechados. Su advertencia está muy clara: no debe remover el pasado, o de lo contrario tendrá que arrostrar consecuencias muy desagradables. Igualmente, también Alba empieza a sentirse amenazada. Un coche negro parece seguirla por todas partes.

La dama triste” cuenta una historia imaginativa, con personajes bien definidos y un estilo destacable. La narración se desarrolla desde un tono cargado de ironía, bastante mordaz en ocasiones, que cumple a la perfección con su objetivo principal: desvelarnos el interior de las protagonistas y, sobre todo, la verdad.

Sin llegar al sarcasmo, pero sí con cierta sorna, la autora nos descubre (por ejemplo) la personalidad de Alba: un ser bastante egoísta y egocéntrico, con limitadas capacidades de empatía y motivaciones centradas sólo en el propio beneficio. Este carácter, forjado tras una niñez y adolescencia problemáticas, se enfrenta con los temperamentos de los demás personajes, sobre todo los de Teresa y Gaby (la novia de Alba). Pero no sólo esto, con un estilo tan peculiar consigue también sembrar chispas de humor por todo el texto.

La acción tiene mucho de novela negra, con un punto de oscuridad, irrealidad y misterio. Cuenta igualmente con intriga y sorpresas, lo que no está reñido con tener una estructura bien hilvanada y una buena historia de trasfondo. Resulta una novela entretenida y la narración se sigue con interés. Sin duda, una lectura que merece la pena. Que la disfrutéis, si os apetece.

La dama triste (Policíaca | Suspense nº 2)
No hay nada como una buena historia, pero tampoco hay nadie como ella, esa mujer que parece la respuesta a tus ilusiones más preciosas. Tere, funcionaria interina y aspirante a escritora, lo tiene muy claro, y Alba, empleada de la copistería a la que acostumbra a ir, también, aunque a su manera. Es una lástima que no coincidan en sus respectivas aspiraciones sentimentales, tan dispares.