Hace unos días fue noticia la aparición, con motivo del 8 de marzo (día de la mujer), de un cursillo sobre cómo ser una «mujer 10». No, en ese curso no explicaban qué derechos debemos exigir como mujeres o cómo luchar contra la discriminación, la violencia doméstica o el machismo. La asociación universitaria granadina que lo impartía (vinculada al Opus, y con eso creo que ya está dicho todo) y subvencionada con dinero público, por el módico precio de 10 euros, ofrecían la oportunidad -sólo a las universitarias- de aprender cómo hacer una buena tortilla de patatas, una compra inteligente, a planchar, o a coser el dobladillo del pantalón. Y a mí que se me ponían los pelos de punta cuando mi madre me enseñaba sus libros de texto franquistas de la asignatura «Educación del Hogar»… resulta que se hace algo parecido (aunque no obligatorio) en pleno siglo XI…

Si la indignación ya os corroe, ahora viene lo más irónico: el Ayuntamiento de Granada a la vez de promocionar webs de carácter sexista, está dentro de la plataforma de lucha por la mujer trabajadora.

Este cursito para todas las universitarias no es solamente ridículo por otorgar a las mujeres tareas que mentes retrógadas se empeñan en imponernos. Lo es también por el simple hecho de establecer una diferencia biológica a nuvel social, político y educacional. Es absurdo porque de este modo volvemos al clásico y penoso esquema de «esto es lo que las mujeres saben hacer» (lo femenino) y «esto lo que los hombres no deben aprender».

Imponer una carga biológica a cualquier diferencia social conlleva la desigualdad y, por lo tanto, la violencia que todavía hoy estamos «obligadas» a «soportar». Y ponfo el «obligadas» y el «soportar» entre comillas porque no todo es tan blanco ni tan negro. Soportar es lo que han hecho cantidad de mujeres que nos preceden. En parte por lo impuesto, en parte por la ausencia de voluntad para abrir la boca, los ojos, y revelarse. Ni el sistema patriarcal es tan malo e indiscutible ni nosotras tan angelicales y desamparadas. Lo «obligado» es así solamente cuando la parte que lo recibe lo toma como tal, y no porque una fuerza extraña y ajena lo dicte.

Lo cojonudo para todos los malnacidos/as que han ideado dicho curso sería que no se inscribiera ni una jodida muchacha en su intento de seguir ordenándonos. Apuesto a que es la única manera de que no se lleven a cabo las clases.

Pero para nuestro asombro, seguro que hay más de una, y más de dos, y más de tres mujeres dispuestas. Sumidas tal vez en el eterno lavado de cerebro recibido de sus abuelos, padres, tíos o hermanos; envueltas tal vez en el sistema que activos o pasivos todos moldeamos; o, simplemente decididas a representar de la mejor manera posible el papel que dioscreíbleytodopoderoso ha dispuesto sobre nosotras sin alternativa posible.

Serán la perfecta esposa que cuida de casa y atiende al fascista «reposo del guerrero». Será una madre estupenda sin más luces que coser un botón o hacer realmente bien la raya del pantalón. Tendrá una hija bollera, y en nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, no se le ocurrirá nada mejor que encerrarla en un centro para que le re-establezcan en el cerebro. Cuando la realidad es que seguimos con los cerebros lavados, secados y planchados por esa cosa llamada RELIGIÓN.

Kissu y Padam son la mente creativa detrás de Desviando un interesante blog con una voz muy propia. Kissu es una bióloga cuyo entorno de trabajo incluye los niños, animales y las ciencias. Padam según según sus propias palabras «se dedica a devaluar las palabras a fin de que cualquier persona pueda hacerlo.» Si te gustan sus opiniones puedes seguirlas suscribiendote al feed de su blog