¿Saben cual es la definición de drama chicas? Yo también pensaba que la sabía, pero mi percepción del asunto ha cambiado después de ver el tercer episodio de la séptima temporada de Los Hombres de Paco títulado «Caldo de Pollo». De ahora en adelante mi definición de drama es igual a Pepa y Silvia. Pero no adelantemos acontecimientos, eso sí, preparen la cajita de Kleenex porque la van a necesitar
Nuestro episodio comienza con la primera mitad de nuestras Pepsi reflexionando a solas sobre las relaciones después de todo lo acontecido la semana anterior. Pepa puede que no sea una poeta, pero para que irse con florituras cuando es más fácil comparar tus relaciones con los yogures:
Por muchas noches en blanco que una dedique a pensar en su biografía sentimental, la verdad es que encontrará pocas soluciones. Podrá parchear tal o cual relación, pero al final volverá a pasar lo de siempre, que de un momento a otro saltará en pedazos. Como tantas otras veces. Porque uno es como es y no es fácil dejar de serlo para querer a alguien, es casi un combate perdido de antemano. Así que lo mejor que nos podría pasar es que las relaciones sentimentales vinieran con fecha de caducidad, como los yogures. Así sabríamos de antemano cual es la fecha del final y no perderíamos el tiempo en inseguridades, sospechas y discusiones. Nos dedicaríamos a disfrutar cada momento hasta la última décima de segundo. Aunque si lo piensas, lo bueno de no tener fecha de caducidad es que nos permite seguir soñando con que esta vez sí, ese yogur, pueda conservarse para siempre.
Y mientras Pepa reflexiona nosotros nos enteramos que ella y Silvia no han hablado aun sobre lo que sucedió el episodio pasado y se nota en la cara de ambas. Pepa tiene cara de desesperación continua y Silvia de que tiene un buen cacho de corazón roto.
Más adelante en el episodio vemos que toda la comisaría (excepto Pepa y Don Lorenzo) están reunidos hablando de los nuevos pasos a seguir para continuar la investigación de los mexicanos. Montoya está explicándole (con ayuda de Silvia) a Paco y Mariano que tendrán que conseguir un gallo porque los sospechosos suelen ir a peleas de gallos cuando para incomodidad de toda la población de San Antonio, Pepa entra en la sala.
Pepa mira a Silvia con cara de: «por-lo-que-más-quieras-mírame» pero la pelirroja está muy dolida por lo que dijo la Morena la semana pasada y a pesar de que se le ve en la cara que está sufriendo horrores mantiene el tipo y no voltea ni por un segundo.
Montoya intenta aliviar la situación preguntándole a Pepa sobre lo que ha investigado y ella procede a hacerle el reporte completo sin dejar de mirar por un solo segundo a Silvia. Cuando termina le ofrece el archivo a Silvia que lo toma como si le quemara y se lo pasa sin tardanza a Montoya . La cosa pintaba fea pero justo en ese momento entra Sarita y a las dos les cambia un poco la cara. Eso sí, cuando las dos se acercan a abrazarla juntas Silvia no lo soporta más y sale del cuarto con Pepa detrás de ella.
Pepa detiene a Silvia y le dice que tiene que hablar con ella:
He estado, he estado dándole vueltas Silvia, y a lo mejor no es tan mala idea lo de tener un bebé.
A Silvia la confesión le sabe a pura ironía salida de la boca de Pepa y le suelta tremenda cachetada que personalmente me dejó con los ojos ligeramente más abiertos de la sorpresa. Yo esperaba que Pepa aguantara estoica el guantazo por todo lo que había pasado, pero Pepa es mucha Pepa y le devuelve el cachetadon multiplicado por cuatro y entonces ya no hay quien pare la hecatombe porque Silvia se le echa encima con toda la furia que lleva dentro y de plano tienen que separarlas.
Cuando todo se tranquiliza ambas están en la enfermería curando sus heridas de guerra. La más perjudicada ha sido Silvia que tiene la boca hinchada y sangre en el labio.
Montoya les está llamando la atención enérgicamente. Les dice que nos son dos mujeres de barrio que puedan estarse agarrando a golpes enfrente de todos sus compañeros. Que ambas son policías. Pepa está conmocionada y se le ve en la cara. Silvia sin embargo parece completamente vacía. Montoya termina por suspenderlas a las dos una semana de trabajo y sueldo.
Pepa y Silvia se miran si reconocerse y Silvia termina marchándose sin que Rita termine de curarla. Pepa se queda a solas con Sarita arrepintiéndose de todo lo que ha pasado.
La he cagado sobrina, catorce veces y la he vuelto a cagar. Y encima le parto hasta la cara. ¡Joder! Silvia está loca, pero a mi me encanta ella con sus salidas de marciana que tiene y su aíre tan naive y tan forense de ella. Yo no sé si te ha pasado alguna vez, pero yo he estado con muchas personas y al final te das cuenta de que estar, solo se puede estar con una, las navidades, los veranos, desayunar, estar…
Sarita la mira con ternura porque sabe que Pepa siente en serio lo que está diciendo pero le contesta que debería decírselo a Silvia. Pero Pepa solo dice que se acabaron las palabras y se marcha decidida.
Más adelante Sara y Pepa deciden que irán juntas al gimnasio a entrenar. Sara cubrirá a Pepa (tienen que ir encubiertas y hacerse pasar por boxeadoras femeninas) en lo que está de baja.
Mientras tanto Silvia está sola intentando concentrarse en el trabajo cuando Montoya entra a preguntarle como está. Él le dice que lamenta mucho haber tenido que castigarle pero Silvia no le deja hablar y le responde que entiende y que se siente muy avergonzada por lo que pasó.
Silvia le pregunta a Montoya si él piensa que está loca (por aquello de que fueron pareja). Montoya le dice que no, aunque si es un poco difícil seguirle el ritmo.
Pero Montoya también le dice que ella tiene algo que él no; alguien que la quiere y alguien a quien querer. Es un momento muy triste entre los dos. Silvia saca lo que tenía dentro y le dice a Montoya que si su bebé viviera tendría 26 meses y ya diría cositas aunque no se entendieran. Silvia llora y Montoya le abraza compartiendo su dolor.
En el gimnasio Pepa y Sara se ponen de acuerdo para golpearse en serio y que parezca más realista. Ambas están calentando cuando Sara se encuentra en la mochila un listado de nombres que Pepa ha recopilado y que incluye a uno apodado «pipas».
Pepa le confiesa que está buscando un donante, alguien que no sea anónimo, porque quiere darle a Silvia el bebé que ella desea pero quiere que sea a su manera. Sara tiene la misma cara de horror que yo porque se da cuenta de que Pepa lo está haciendo sin el consentimiento de Silvia, pero justo en ese momento las suben al ring y no le da oportunidad a decir más.
La cosa comienza como lo habían plantificado, pero Sara empieza a hablarle a Pepa a mitad de la pelea diciéndole que es una tontería lo que piensa a hacer. Pepa le dice que no se meta y ambas comienzan a cruzar frases duras.
Sara le dice que Silvia no la va a perdonar por humillarla en público porque tenga un bebé. Le dice que es una descerebrada y que no tiene dos dedos de frente (todo esto mientras se están tirando unos buenos golpes).
Pepa le responde que no tendría dos dedos de frente si renunciara a lo que deseado toda su vida y eso es Silvia (gancho al hígado de por medio). Sara le dice que no la entiende porque ayer suelta que Silvia es una egoísta por lo del bebé y ahora se quiere embarazar por su cuenta. Le dice que igual vuelve a cambiar de opinión cuando ya esté embarazada y aborta el bebé o se da cuenta de que no lo quiere cuando ya lo tuvo.
A estas alturas la platica ya dejó de serlo y ambas tienen sendos golpes en la cara. Pepa contra ataca a Sara diciéndole que fue ella la culpable de la separación de sus padres, porque si no fuera porque se unió al cuerpo Lola no se hubiera marchado. Sara no puede más y se lanza en plan Kamikaze contra Pepa que termina noqueada en el suelo. La peripecia sirvió de algo porque gracias a los golpes consiguen infiltrarse en el círculo de las peleas.
Yo pensaba que los golpazos le acomodarían las neuronas a Pepa, pero me temo que soy una ilusa porque en cuanto se encuentra con Aitor y este le pone una sonrisa bonita, la loca decide que él es el padre correcto para el futuro bebe de su al momento «ex princesa». Así que se lo lleva a cenar y empieza a chamelárselo.
Aitor no entiende que hacen los dos ahí cenando así en plan cita así que Pepa decide ir duro y a la cabeza y después beberse entera la copa que tiene delante se lo suelta: ¿Tu te acostarías conmigo? Aitor por poco se atraganta con lo que se estaba comiendo.
Yo nunca me había planteado tener un hijo en la puta vida, ni antes de saber que me gustaban las tías ni después. Es que yo veía una amiga con un bebe y pensaba: «que coñazo». Sabes a lo que me refiero ¿no? Llevo una semana hablando de embarazos y de hijos con la mujer de mi vida. Que la he cagado hasta ostias por eso. Pero me he dado cuenta de que quiero hacerlo. Que quiero hacerlo por ella y también por mi, porque si Silvia sonríe yo sonrío. Me imagino una postal con Silvia y con nuestro bebe y me parece una postal maravillosa.
Y la desgraciada lo dice con esta cara de amor que nos dice a todos que es sincera y que de verdad cree que está haciendo lo correcto pero que todo lo que tiene de bella lo está teniendo de tonta porque a Silvia lo que le va a dar es un ataque cardíaco cuando se entere.
Aitor luce conmovido y más cuando Pepa le dice que lo ha elegido por las buenas palabras que ha tenido para ella en la comisaria y que realmente quiere que él sea el padre del bebe. Que solo sería el padre biológico sin obligaciones ni derechos, pero eso sí, la «transacción» tendría que ser por el «método tradicional» porque a Pepa los hospitales no le gustan.
Aitor de inmediato se da cuenta de que la idea es la peor que se le ha ocurrido a Pepa en su vida y se niega en redondo a formar parte de ello. De hecho se indigna por la ligereza con la que se lo ha planteado Pepa que obviamente no se da cuenta de las implicaciones que tienen sus actos.
Mientras tanto en otro lado de la ciudad Silvia y Sara hablan de Pepa.
Sara: Yo creo que si la denunciamos por malos tratos cuela fijo.
Silvia: Te ha dejado fina.
Sara: Ella ha quedado peor.
Silvia: Brindo por eso.
Ambas brindan pero Sara le dice sinceramente a Silvia que Pepa está intentando arreglarlo y que a ella le consta. Silvia le dice que ella no lo quiere arreglar. Sara le dice que está dispuesta a hacer algo. Silvia le pregunta si sabe algo.
Sara no se lo quiere decir pero como las quiere a ambas y definitivamente no quiere que Pepa meta la pata hasta el fondo le cuenta a Silvia que Pepa está buscando un padre porque quiere darle un hijo. Silvia se queda con una cara que bien puede ser de: «esta-está-como-una-puta-cabra» o «OMG-creo-que-si-me-ama» yo lo dejo a gusto del cliente:
El adelanto de la próxima semana me tiene temblando señoras. ¿Qué les ha parecido el episodio?