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Escrito por: Arcadia:

«Soy de ideas fijas. Vivo en la meseta norte española. Llegaré muy pronto a la cuarentena, así que me voy resignando. Vivo en pareja desde hace un buen montón de años, y que vaya tan felizmente como hasta ahora. Me encanta el cine (sobre todo el clásico), la buena literatura y las historias bien contadas.»

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Esta vez el episodio comienza precisamente con nuestras chicas, que ya están en su nueva casita. Maca está en la cocina preparando el desayuno y Esther entra todavía somnolienta. Se dan un piquito de buenos días y Maca gruñe un poco por la tardanza de su esposa en incorporarse a la vida matinal. A Esther se le han pegado las sábanas porque ha pasado una noche toledana cuidando a Patricia (hija de ambas). La niña está aquejada de una dolencia que le ha hecho dar la lata a base de bien durante toda la noche.

Esther confiesa que le han dado ganas de dormirla con un super-analgésico y así poder meterse en la cama. Es lo bueno de ser de profesión sanitaria: tienes un arsenal medicamentoso y sabes cómo usarlo. Maca le dice: ¡¡No seas bruta!!. No olvidemos que ella es pediatra y sabe de sobra que los niños necesitan dosis muy pequeñas de todo y que es muy fácil pasarse. Afortunadamente, la pequeña Patricia no recibió tratamiento de su mamá-enfermera y, como consecuencia, sigue ilesa.

El retraso de Esther ha supuesto que deba ser Maca quien lleve al niño al cole. Además tendrá que hacerse cargo de él también por la tarde debido a que Esther tiene guardia. ¿Quién se va a ocupar de las niñas? Muy fácil, la abuela. En esto, nuestras chicas demuestran ser una pareja al uso porque, si hay que hacer caso a lo que cuentan las abuelas en mi peluquería, sus hijos e hijas aprovechan la menor oportunidad para encasquetarles a los nietos. Y aunque están encantadas, manifiestan que los niños viven más con ellas que con sus progenitores/as.

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Armado de mochila y merienda, sale Pedrito acompañado de Maca y su otra mamá los despide en el recibidor. Pero, oh sorpresa, en el umbral de la puerta se encuentran con Bea (exnovia de Esther). Bea quedó hecha migas desmigadas cuando Esther la sustituyó por su amada esposa, así que ahora anda colgada perdida de ella porque no ha debido digerir bien el abandono. Y eso que Esther aseguró que la dejaría muy suavemente, para evitar sufrimientos.

Bea se ha presentado en su casa con el subterfugio de apoderarse de la mochila que Pedrito dejó olvidada y servírsela a domicilio (encima haciendo un favor). Nadie se traga la coartada: podría haberla dejado en el propio colegio y ya la habrían recogido las legítimas mamás. Maca dirige miradas muy seriotas tanto a su esposa como a la ex, pero Esther (muy seria también) la conmina a tranquilizarse y dejarla que se haga cargo de la situación. Tiene mucha razón: ésta es batalla suya. Esther canta las cuarenta a una Bea muy insistente, que aprovecha cualquier excusa para intentar pasar un ratito con ella. Al final, la enfermera acaba cerrándole literalmente la puerta en las narices.

En el hospital, Teresa aconseja a Alicia sobre la indumentaria apropiada para una boda a la que debe asistir. “¿Quién se casa?”, pregunta Gimeno. El padre de Alicia, al que conocimos (y también a su novio), en anteriores capítulos. ¡¡¡Enhorabuena!!! Gimeno opina que lo que más se ajusta a una boda gay es ir con flores en el pelo, por entender que se trata de un rito neopagano. Todos se extrañan y escandalizan, pero lo mejor del caso es que etimológicamente tiene razón: “pagus”, campo o bosque en latín, era el lugar donde habitaba el “paganus” (es decir, el campesino). Hoy en día “pagano” significa “no-cristiano” debido a que el cristianismo llegó más tarde al medio rural romano, que siguió rindiendo culto a la antigua religión durante mucho tiempo. ¿Veis cómo Gimeno en el fondo es un erudito? Como lo más parecido a lo campesino le parece a él que es lo hippie, de ahí lo supuestamente apropiado de llevar flores en el pelo. Pues nada, una boda florida.

Esther y Maca debaten en el pasillo del Hospital el significado de la visita de Bea. La jefa de Urgencias se muestra molesta y preocupada por el incidente y Esther intenta tranquilizarla, arguyendo el estado emocional en que se encuentra su exnovia en estos momentos. Está sola y en pleno proceso de divorcio, todo lo cual evidentemente la está afectando. Esther se siente un poquito responsable de las reacciones psicológicas de Bea, llegando a comentar que ella tampoco fue muy “amable” cuando la dejó. Maca no parece quedarse muy tranquila: sabe que algo no va bien en todo este asunto.

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Ya en el Hospital, Maca le cuenta a Claudia el episodio de la visita inesperada. La neuróloga se interesa por el modo en que Bea puede haberse enterado de dónde vive la pareja. Maca ha llegado a la conclusión correcta: la dirección se la facilitaron en el colegio de los niños (qué poco cuidado, por Dios, ir dando las señas de la gente a sus exes). Claudia se percata de que lo que Maca piensa es que se enfrenta a una psicópata novia despechada que puede salirle por cualquier lado, y hace una broma “cinematográfica”: da chilliditos mientras finge clavarle un cuchillo en la espalda, al más puro estilo “Psicosis”. Ambas se parten de risa y Claudia consigue su objetivo de destensarle los ánimos a su amiga.

Los temores de Maca tienen todos los síntomas de ser ciertos. Esther recibe un rato después una llamada al móvil que rechaza enseguida. Adivinen de quién es. Exacto, acertaron: de Bea. La enfermera se lo comenta a Teresa, y bufa indignada por la insistencia de su exnovia, dado que cree que quedaron las cosas claras. No, si el problema no es que tenga muy claro que la has dejado, sino si finalmente está dispuesta a dejarte que la dejes. Teresa, perspicaz psicóloga, comenta: “¡Qué mal rollo!”. Uf, aquí va ha haber un problema muy serio. Lo acaba de pronosticar la secretaria del Servicio, que todo lo sabe.

Cristina, Sergio y Ricky son trío. Todos ellos son “novio/a” de los otros dos. La chica comete una imprudencia arrastrando a las alcantarillas a Sergio para montárselo con él en plan morbo-cloaca y el reventón de una cañería provoca que queden atrapados y resulten bastante heridos. Los rescatan los chicos del SAMUR y los bomberos, que están para estas cosas. Pero a Sergio tienen que amputarle una pierna en plena labor de rescate. El otro novio, enterado de la aventura de los restantes dos miembros del contrato amoroso, pone el grito en el cielo. Y aquí vemos cuál es el problema de esta relación triangular: Ricky está más enamorado de Sergio que de Cristina, y por lo tanto quiere quedarse con él, inaugurando una pareja y pasando del trípode.

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Claudia, Maca y Esther organizan un pequeño simposium en el pasillo sobre el tema “Tríos”. La jefa de Enfermería opina que no suelen funcionar y, tras un pequeño debate sobre la madurez necesaria para acometer una relación tan poco convencional, Claudia termina estableciendo una comparación con las parejas lesbicanarias. Su tesis se sustenta en que la relación Maca & Esther hace años padecía el mismo rechazo social que ahora tiene el trío, por resultar ambas cuestiones demasiado innovadoras para la gente en un momento histórico dado, aunque luego se acaban aceptando. Lo que a Esther le llama la atención es la juventud de los componentes del triángulo amoroso.

Esther (señalando a Maca): Oye, no te confundas, que yo a los 17 años era una pazguata que no se enteraba de nada. A mí la que me ha pervertido fue ésta, que me comió el coco y me cambió de acera.
Maca: Ay, de verdad…..Mira, bonita, cuando yo te conocí tú eras muchísimo más bollo que yo. Lo que pasa es que no lo sabías, tonta.

Confieso que me ha gustado este pequeño juego de esgrima verbal: un picadillo en broma con la contraria. Estos leves apuntes le dan a la pareja un sustrato de complicidad y confianza, además de que las referencias a su pasado transmiten una normalidad y estabilidad que no puede por menos de encantarme. Qué le vamos a hacer, soy así, prefiero la tranquilidad a los dramones pasionales que acaban en sufrimientos.

Siguiendo el plan establecido al comienzo de la jornada, Maca se va a buscar a Pedrito y Esther permanece en el Hospital cumpliendo su guardia.

Maca: Cariño, que me voy a buscar a Pedrito, ¿Vale?”
(Piquito afectuoso)
Esther: Vale. Yo preparo la cena esta noche: ¿Bonito con tomate? ¿Te parece?
Maca: Me parece que me encantas

A Maca le gusta bastante más Esther que el bonito con tomate. La jefa de Enfermería se queda feliz, saboreando el cumplido de su esposa, que se aleja camino del colegio de Pedrito con una gran sonrisa pintada en la cara. Pero, como dice el refrán, poco dura la felicidad en casa del pobre: Maca vuelve despavorida cuando Esther ya está recogiendo las cosas de su taquilla. A Pedrito se lo ha llevado Bea. “¿A ti te ha llamado?”, inquiere Maca nerviosísima. Esther recuerda que sí ha recibido una llamada de su exnovia, pero como no la quiso coger, no sabe por qué se ha llevado al niño ni cuáles son sus propósitos. Y ahora es Bea la que no le contesta al teléfono a Esther, así que seguimos en las mismas intrigas.

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Maca: ¿Qué le pasa a esta tía? ¿Está loca o algo?
Esther: No, no está loca, Maca, no está loca. Me está llamando mucho, está muy pesada, está obsesionada conmigo, ¿vale?.

Pues loca no estará, pero tal como lo describes, alguna perturbación mental sí parece tener. Vamos, que tú también crees que está bastante trastornada.

Como no consiguen contactar con la presunta secuestradora, se van a casa a esperar sin dejar de telefonearla una y otra vez. Tras una tensa espera y a punto de llamar a la policía, suena el timbre de la puerta. Es Bea con Pedrito, tan anchos los dos y aparentemente ajenos a la preocupación de las mamás. El tremendo disgusto ha hecho que la histeria se haya apoderado de ambas. Esther grita a su exnovia, intentando que comprenda que la quiere fuera de su vida. Maca, con los nervios disparados, intenta por todos los medios expulsar de la casa a Bea. En el transcurso de esta operación, le da un buen empujón que la impele contra la pared y la exnovia se mete un porrazo en la nuca contra la esquina del marco de la puerta. Empieza a sangrar escandalosamente y a Maca y Esther se les pasan los nervios “ipso facto”. Hay que llevarla al Hospital a que la curen.

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Por lo menos está viva y consciente. Así que, salvo sorpresas clínicas de última hora, conseguirán cortarle la hemorragia y todo se solventará con unas cuantas docenas de puntos. Ahora sólo falta que la víctima del cacharrazo decida presentar denuncia por agresión con resultado de lesiones y cambiemos el escenario hospitalario por el judicial. La duda que nos queda es si Bea es sincera y sólo quiere ayudar o si es una acosadora que está cercando a Esther, como hemos supuesto a lo largo del capítulo. ¿Estaremos o no equivocadas con ella? ¿Volverá la tranquilidad a la vida de nuestra pareja de lesbicanarias o seguirán en vilo perpetuo si no es por una cosa, será por otra?

El próximo es el último capítulo de la temporada, así que hago votos porque nos las dejen bien “colocadas”. Y así será más fácil que se cumpla esta sentencia del gran filósofo Gimeno: “¡¡Qué bonito es el amor cuando es bonito!!”. También merecen ser felices aunque sólo sean personajes televisivos, ¿No os parece?