Estamos todas aquí, reunidas, para declarar, compartir y expandir nuestra profunda (nociva, según el caso) devoción y adicción por el mundo Juliana… Ayyyy señorassss, ahora sí empezó lo bueno, agárrense que vienen curvas y en la montaña rusa de amo-a-mi-mejor-amiga-ya-se-borraron-los-límites no tenemos cinturón de seguridad… No se dejen llevar por la ilusión del objetivo cumplido, no quiero corazones rotos ni decepciones, que todavía no podemos descansar… qué carajo, ilusiónense… disfruten de las vistas mis niñas, que para eso tenemos los ojitos… déjense llevar, contágiense del amor, levanten los culos de los sofás / camas y digan conmigo… “Dioossssssss, qué bonito es el mundo Julianaaaaaaaaaa”… Ayyyss… ¿a que ahora se sienten más liberadas?#8230; En fin, pasado el obligatorio momento de gozo, centrémonos en lo importante y es… ¿qué ha pasado en ese maravilloso mundo la semana pasada?
Les recuerdo que dejamos a las niñas en un momento clave (para las despistadas, con clave quiero decir… amoroso-sexuaaaaaaaaaaaaaaal): Julia le dijo a Mariana que la ama y el amor se hizo sentir con besos y arruuuumacos varios, para dejarnos con la duda esa de… ¿y ahora qué va a pasar? Y en esas estamos…
Parece que el temido momento reflexión post-me-lié-con-mi-mejor-amiga llegó (no se asusten, no es que pasara algo que nos perdiéramos… no hay nada que odie más que las escenas de después-del-primer-beso-pasamos-al-momento-me-tapo-con-la-sábana-para-que-no-se-me-vean-las-miserias-y-los-espectadores-que-imaginen-lo-que-pasó-entre-medias) y las niñas no saben muy bien qué significa lo que ha pasado o cuál es el siguiente paso…
Por lo visto (o eso me contaron) Mariana detuvo el momento pasional y eso no le sentó muy bien a Julia; pero es que nuestra niña tiene miedo de arriesgarse y perder a su mejor amiga y a su familia adoptiva todo en uno, necesita estar segura de los sentimientos de Julia antes de dar un paso tan grande y poner el corazoncito en juego (es comprensible, digamos que el sexo es la única barrera que estas niñas no han traspasado, y la vulnerabilidad después de eso puede ser completa… y por completa quiero decir COM-PLE-TA).
Analicemos la situación, hay dos fantasmas presentes: el del Mamila imbécil por un lado y el de la bugalidad (otra palabra inventada) de Julia por el otro, y esto las afecta a ambas, por separado y juntitas; después de intercambiar opiniones y sopesar la situación, deciden ver poco a poco que va pasando (buenooo, lo dejaré pasar de momento, pero como la cosa no vaya pa’ lante puede haber problemas… ya lo dije), se van a dormir y mañana será otro día.
Y efectivamente, a la mañana siguiente es otro día y las niñas siguen con la rutina habitual en Villa Aparicio, Julia quiere hacer el almuerzo para las dos, pero Mariana quiere volver a su casa a revisar que todo está bien y a su rutina; la nueva buga tiene objeciones al respecto, pero accede con la condición de que su ¿amiga? la llame cada rato para informarle de cómo se encuentra y de que no corre peligro. Lo más interesante es el momento de la despedida, Mariana va a darle un beso en el cachete (¿cachete en México se refiere al culo?, no lo recuerdo bien) a Julia, pero esta gira la cara y se encuentran con uno de esos besos como de lado que son tan raros pero tan divertidos… awwww, y las caritas que ponen al despedirse… qué monas, tan encoñaditas… aysssssss…
Al regresar a casa, Mariana se encuentra con un sobre que le dejó Maradona, dentro hay una foto de una niña pequeña (nuestra lenchita pequeñita, imagino) con un número de teléfono escrito detrás… suspenseeee… Inmediatamente, llama a su madre (por eso de ¿Quién puede tener una foto mía de pequeña? La respuesta le ronda la cabecita…) pero, se encuentra con el contestador, deduzco que debe ser el mensaje número 100 que deja nuestra niña; marca el teléfono de la foto para colgar después del primer tono… más susssspenseeee… Sin embargo, la intriga dura poco, porque el individuo en cuestión se presenta en casa de Mariana anunciando que se llama Hernán y es el padre desaparecido (para mi seguirá siendo Maradona)… booooombaaaaaaa…
El señor pretende contarle los motivos de su larrrrrga ausencia y saber de su hija, pero Mariana entra en modalidad defensiva-atacante para acabar llorando y gritándole que qué quiere de ella (noooo… hiciste llorar a mi niña… prepárate a morir… ¿¿qué?? ¿No vieron nunca La Princesa Prometida?); no obstante, Maradona parece tener paciencia y muchas ganas y no permite que ni las negativas ni los gritos ni los golpes directos de su hija le echen del lugar (eso demuestra interés… no sabemos en qué exactamente, pero interés hay) e intenta contarle de su vida y conocer la de ella. Tanto es así, que se inventa la excusa de que no tiene dinero para el taxi de regreso al hotel y así pasar la noche en ca’ Mariana…
Por su parte, Julia se encuentra en medio de la ya rutinaria sesión de belleza vs. confesionario de Villa Aparicio contándoles a sus hermanas lo sucedido, la niña opina que el próximo paso es obvio: el sexo (no es mala idea, no señor… yo soy partidaria); pero los motivos de su decisión si pueden ser erróneos, cree que de esta manera descubrirá si es gay o no. Alma y Mercedes le dan sus opiniones: bien está confundida o bien es bisexual o bien… múltiples opciones y nos quedamos como al principio: sin Juliana y con fantasma del Mamila invocado.
Al día siguiente Maradona sigue con su estrategia te-voy-a-dar-el-coñazo-hasta-que-me-escuches (seguro hay una expresión mexicana para “dar el coñazo”, pero no la conozco… heeeelp, mi diccionario comienza a escasear) y Mariana con te-voy-a-decir-barbaridades-e-ignorarte-hasta-que-te-canses, cuando la Señora Chavela hace su aparición en escena y, como siempre, las paredes tiemblan… Mientras nuestra niña se está duchando y Maradona da vueltas por el lugar pensando cómo convencerla de que le escuche, suena el teléfono: Rafaela Aparicio al habla, exigiendo una llamada para saber que Mariana está bien; pero, casualidades de la vida, Chave y Maradona se conocen de cuando eran niños y la matriarca los invita a ambos a comer a su casa… ¿qué estarás tramando Rafaelita?#8230; No me mires así… perdón… diossss, he pasado miedo… me tiemblan las piernitas…
Tanto Mariana como Julia se enfadan con sus respectivos progenitores por concentrar esa cita, pero no queda otro remedio que acudir… así que ahí están: las niñas que no saben lo que son, la familia y el agregado cultural (por decir algo). Por cierto…
Las niñas aprovechan la excusa de terminar la comida para hablar a solas un rato y es que Mariana no sabe ni cómo se siente: lleva veinte años odiando a ese hombre que ahora quiere acercarse y conocerla (y, obviamente, tiene que dar miedo dejar que se acerque alguien que te dejó tirada antes y de una manera tan bestial); Julia intenta animarla y consolarla sin mucha suerte. El almuerzo transcurre con una atmósfera de tensión impresionante y, para más inri, a Maradona no se le ocurre otra cosa que contar historias de cuando Mariana era bebé (normal, más no sabe…) y a atribuirse las cualidades de la niña como heredadas de él (en este momento pensé: ¿será que también heredó lo gay de él y por eso el señor tuvo que abandonar a su familia?#8230; uyyy, si supieran la de versiones de la novela que hay en mi cabeza); nuestro amor no puede más y acaba enfrentándose a él y pidiéndole a Chave que no le apoye, para terminar abandonando la mesa entre el enfado y las lágrimas y seguida de Julia (hay que destacar que en el enfrentamiento tanto Julia como Iliana se pusieron del lado de Marianita… sí, sí, leyeron bien: ILIANA).
Rafaela y Maradona se retiran a hablar de sus vidas y el señor le explica que en El Salvador conoció a una mujer cuando se sentía muy deprimido y ella le salvó de eso (no sé, tonterías, a ver si nos va contando más y nos aclaramos); y nuestras niñas lindas a casa de Mariana, a que Julia la consuele bien (Yujuuuuuu… viva el amorrrrrrrrr). Y es que nuestraniñalinda está muy confundida y muerta de miedo por la aparición de Maradona en su vida y la peque Aparicio no la deja sola ni un segundo para cuidar de ella… awwww… Por cierto, me encanta lo de “mmmta” (¿qué quieren?, así suena) que dice Julia, me recordó taaaaanto a una “amiga” mía…
Mientras tanto, Maradona sigue en Villa Aparicio contándole su vida a Chave y pidiéndole ayuda para acercarse a Mariana, Rafaela (con su buena mano) le recomienda que tenga paciencia y que vaya poco a poco intentando conocer más a su hija. Cuando el señor se marcha Rafaurelia se ponen a hablar del tema y es que a la nana eso de que el individuo se fuera 20 años a hacer medicina comunitaria y abandonara a su hija no le entra en la cabeza y le “da coraje” (y mucho, créanme) que haya vuelto como si nada, Rafaela cree que deben darle una oportunidad para explicarse.
………………………………………………………………………………… Ayyyy, perdonen… es que… me distraje… Julia acaba de llegar a casa de Mariana y… están las dos taaaaaaaannnnn guapas… Ayyssss… me centro… ya vayan haciendo colecta porque esta resumidora va a necesitar un masaje o algo para reponerse de tanta emoción y tanta imagen bella… Continúo, Julia llega a casa de Mariana bella y cargada con bolsas de comida, están tan felices hablando de todo un poco: de Hernán, de Isadora (que la operaron de apendicitis), de la madre de Mariana (que no sabe nada de la aparición de Maradona, pero que tampoco es que indague mucho en la vida de su hija)… cuando suena el teléfono de Julia, sí, ya saben, el Mamila persistente… Y es que el taradito está hecho polvo porque lo separaron de la plantilla, está sufriendo por estar separado de Julia y necesita que su (asúmelo de una vez pendejo) EXXXXXXXX le diga que le quiere… Gracias a las diosas la muchacha cuelga el teléfono automáticamente (yo preferiría haber escuchado un “No, ya no te quiero”, peeeero… es lo que hay).
Julia le pide disculpas a Mariana por haber contestado el teléfono y se excusa diciendo que el idiota está muy mal; obviamente su no-sé-lo-que-soy-para-ti no quiere saber nada del asunto y le pide que no le cuente sobre el Mamila y sus historias porque siente como si no estuviera a miles de kilómetros de distancia, sino en medio de las dos… Julia le explica que no le ha contado nada de lo que ha surgido entre ellas por dos razones: primero, porque no está claro que es lo que hay y, segundo, porque no quiere hacerle daño; Mariana le pide que no le haga daño a ella tampoco… ummmm, que feo este momento, no me gustó nada… cambiemos de tercio…
Maradona se está introduciendo de lleno en Villa Aparicio, más bien Rafaela se las ingenia para introducirlo, y justo Julia y Mariana entran en el comedor cuando está teniendo lugar una conversación sobre las convicciones morales del individuo y las renuncias que hizo para llevarlas a cabo; su hija opina que son estupideces y que sólo ha vuelto porque se cansó de andar dando tumbos por el mundo. Ya a solas padre e hija, Mariana le cuenta que su madre lo llamaba Utopio (me encantó, lo copio… ya no será Maradona nunca más) cuando no quería que su hija supiera que se refería a él y que no le llegó ninguna de las tantas cartas que él envió; su padre intenta explicarle que debería escuchar su versión de la historia, aunque sólo sea para entender esa parte de su propia vida que Mariana desconoce.
Así que, esa misma noche Mariana llama a Utopio para que le cuente, lo único que nuestra niña le pide es que no le joda la vida otra vez y, menos ahora, que bastantes problemas tiene ya (mi niña pobrecita, coño… si es que se le junta todo… yaaaa, dejen a la niña ser felizzzzzz). Utopio le explica que sentía que había demasiadas injusticias y que tenía la responsabilidad de mejorar el mundo para su hija; así que se fue de médico voluntario a las comunidades indígenas; una vez allí, sus creencias se afianzaron y sintió tanta rabia por lo que veía, que se unió a la guerrilla, para lo cual, tuvo que abandonar a su familia. No está seguro de si fue la decisión correcta, pero, en su momento, tuvo que hacerlo así. Mariana le escucha atenta, pero le duele, no baja la guardia ante su recién aparecido padre y le pregunta sobre una mujer a la que conoció estando allí; ya que, en la versión materna, su padre las abandonó por ella. Utopio le explica que no fue así, sino que, estando allá, cuando ya había renunciado a su vida anterior, ella le ayudó a comprender muchas cosas y se enamoró; no sabemos muy bien por qué, pero esa historia de amor se acabó (¿se murió?). Y ahora, el señor ha regresado porque quería ver a su hija (se me hace que no cuenta toda la historia) y, cuando le pide a Mariana que le cuente algo de su vida, ella da por finalizada la conversación y se va a dormir.
Por otro lado, Julia está en Villa Aparicio viendo las noticias deportivas con Iliana y Alma, parece ser que echaron al Mamila del equipo, pero no se saben muy bien los motivos (seguro que alguna tontería hizo… que mal me caeeee… bueno, me cae peor su fantasma); la menos-reprimida le aconseja que le llame porque seguro que está pasándolo mal, pero su tía no se atreve porque no sabe si contarle lo que pasa con Mariana… Juliaaaaaaaa, como la cagues ahora, yo te mato.
Más tarde esa misma noche (o eso deduzco yo), las Aparicio están haciendo un juego para obtener respuestas místicas (tipo tarot pero con cera de vela… yo nunca lo había visto, así que perdonen que no les pueda explicar mejor) y Julia pregunta si el amor verdadero existe… lo tienes en tus narices tarada cieguita, deja de hacer tonterías y vete a darle amor a miniñatriste.
A la mañana siguiente Utopio está cotilleando las cosas de Mariana cuando ve una foto de ella con Dani (la ex novia iluminada) y le comenta a su hija que se parece a Julia y que quién es, Mariana miente y dice que es una amiga de clase de yoga. Julia llega más tarde a casa de nuestraniña y en el saludo no saben muy bien qué hacer, hasta que eligen la opción piquito-de-bienvenida. Están cocinando (cómo no, la comida es un ingrediente básico en toda historia de amor lésbica, ¿será por eso de que tardan meses en cocinarse?#8230; na, otro chiste malo de los míos) cuando Julia le comenta que no entiende por qué no le contó la verdad sobre Dani a su padre y Mariana le confiesa que tiene miedo al rechazo de Utopio, norrrrmal… tras ver como la dejaron de lado su madre y su padrastro.
Mientras tanto, Utopio va a ver a una antigua amiga monja para pedirle empleo en su centro de acogida (se ve que el señor si tiene intenciones de quedarse por un tiempo) y ahí descubrimos que efectivamente la mujer de la que se enamoró murió hace tiempo.
Julia y Mariana siguen cocinando cuando tocan a la puerta y miniñalinda informa que es Armando, Julia deja escapar un ¿¿¿¡¡¡¡Qué!!!!??? (yo dije lo mismo) y Mariana le aclara que es otro Armando (a partir de hoy, ninguna de las aquí reunidas pondrá ese nombre a sus futuros hijos… hagan el favor), que viene a recoger la comida para El Atelier. Mariana le pregunta a su ¿novia?-¿amiga? si se asustó tanto porque ha hablado con el Mamila y Julia le explica que por eso mismo se sobresaltó, porque no ha hablado con él y no quiere hacerlo, no sabe como contarle que está enamorada de Mariana sin hacerle daño; por su parte, nuestra niña opina que igual no quiere hablar con él porque lo extraña mucho… ayssss, que ganas tengo de que el individuo desaparezca de sus vidas de verdaaaaad.
Llega la noche y parece que la tormenta no dejó caer más que cuatro gotas, ya que las niñas están alegres como siempre ensayando para un casting de infocomerciales, haciéndose cosquillas y tonterías varias propias de enamoradas; Julia avisa que ya es hora de regresar a Villa Aparicio y de que cada una reflexione sobre lo que hará con sus respectivas historias: Julia averiguando cómo decirle al Mamila y Mariana hablando con su padre; cuando miniñalinda dice esta frase que hizo que casi me meara de la risa (es una expresión, no es literal… no vayan a empezar a mandarme paquetes de pañales): “… a mí no me gusta el mundo cruel, yo prefiero el mundo Juliana” (síiiii… bienvenida al club… nosotras también preferimos el mundo Juliana). Y ahí están, dándose besitos de despedida, cuando Utopio llega y las ve a través de la ventana; se queda a cuadros, pero prefiere no interrumpir (así me gusta, nada de molestar a las niñas cuando están en pleno momento amoroso).
Mariana está haciendo tortillas (qué apropiado… bueno, creo que son tortillas…) cuando Utopio comienza a rondarla con preguntas indirectas muy torpes, su hija lo ve venir y directamente le dice que es gay; el señor hace uso de toda su torpeza y no para de meter la pata con cada cosa que dice, de esos momentos de mejor-me-callo-porque-cada-cosa-que-digo-para-arreglarlo-lo-empeora-más, así que termina sin poder explicarse y con Mariana mandándolo a la chingada/carajo/mierda.
Julia, por su parte, le comunica a Alma que ya no tiene ninguna duda, que tuvo una revelación y se dio cuenta de que es gay (ajammm… ¿por qué me suena tan raro todo ese discurso?); su hermana le pregunta si ya pensó en el Mamila y tiene claro que no quiere estar con él… el silencio es la respuesta de Julia (te voy a matarrrr… tanto estrés no es bueno para mí, tengo contracturas, ojeras, van a empezar a salirme salpullidos y canas de tanto nervio… te mato). La Señora Chavela pilla a su hija en la cocina para preguntarle si Mariana ya le contó a Utopio que es gay, Julia le aclara que ahí ellas no tienen nada que opinar y le pregunta cómo se sentiría si ella llegara diciéndole que es lesbiana… Chave, que no tiene un pelo de tonta, lo ve venir y le dice que le parecería perfecto, que eso no modificaría nada en la relación que tienen.
Las niñas regresan del casting de los infocomerciales, donde han tenido suerte (atentas a los televisores, que igual las ven a las 3 de la madrugada anunciando Liposagüerpogüer), y se encuentran con Utopio en la puerta, que quiere usar el ordenador de Mariana. La niña le cuenta a Julia que su padre las vio besándose y ya tuvieron la conversación de papá-soy-gay-asúmelo, la Aparicio se muere de la pena/vergüenza y Mariana le dice que no es para tanto, peor sería si a Utopio se le ocurre llamar consuegra a Rafaela; Julia le dice que para decirle eso, ellas tendrían que estar juntas… ¿esta niña es tonta o me quiere volver loca? Dale otra, que Mariana todavía puede estar más jodida… es pa’ darleeeeeeeeee… La conversación queda interrumpida por Utopio, que necesita ayuda con el ordenador.
Cuando por fin el individuo se va a trabajar (les cuento brevemente, en el centro de acogida entró una chica con sospecha de ser víctima de agresión sexual, Renata, y Utopio está colaborando), las niñas comienzan a conversar de lo que nos interesa realmente: Julia le recuerda a Mariana que la ama, que quiere estar con ella y que necesita que ella se lo diga también… Nuestra niña no lo duda dos veces y se aman y se adoran… aysssss… que gonito madre…
Y aquí viene una frase grandiosa de Julia: “Ahora demuéstramelo…”. Graaaaaaande, sí señor… Bueno… el resto… ¿pa’ qué se lo cuento? Si lo pueden ver con esos ojitos ansiosossss…
Bueeeeeenooooo… esto ha sido todo esta semana… supongo que no habrá quejas, ¿no?#8230; Disfrútenlo, vean los vídeos 10 ó 20 veces, las necesito fuertes y con esperanzas para lo que viene ahora, porque ya saben que la felicidad no dura en nuestro mundo Juliana… por lo menos, no de momento… Yaaaaaa… tranquilidad… ya sé que no es el final, que pasaron más cosas al final del capítulo del viernes, yo sólo quería dejarlas con esta imagen final en vez de… con esta:
Pues nada… la próxima semana lo averiguaremos…