Muy buenas una semana más, hoy tengo en mi cabeza una palabra, paciencia, que es la actitud que lleva al ser humano a poder soportar cualquier contratiempo y dificultad para el continuo progreso interno. Y es que si algo debemos tener con Ana y Teresa es eso y mucha porque soy de las que piensa que será recompensado.
Si recordamos la semana pasada nos quedamos con estas dos amigas siendo oficialmente socias de los almacenes y además compartiendo ese habitáculo pequeño conocido como despacho en el que espero que pasen cosas interesantes o acercamientos puntuales o seguidos, a gusto del consumidor.
Nos encontramos a Ana hablando sobre el caso del robo que tuvo en su tienda, que como sabéis, contrató a Héctor para intentar esclarecer las cosas. Ana le dice que tenga mucho cuidado ya que es un caso muy peligroso. ¿Será aquí cuando quitan de en medio al marido de Teresa? O ¿si mueren los dos maridos sería demasiado obvio?
Van al despacho y Héctor ve las dos mesas y pregunta para quien es la otra, cuando recibe la respuesta, su cara cambia por completo, ya que el no pensaba que al fusionarse fueran a trabajar tan mano a mano. Ainss, más mano a mano es lo que querríamos nosotras con estas chicas.
El marido celoso le pregunta quien se ocupará de la otra tienda y cuando Ana le va contando todo, le dice que Teresa no le ha comentado nada sobre esos temas. Falta de comunicación, primer síntoma de problemas en la pareja. Pero mi Ana le responde que fue él quien no mostró interés por esos temas, así que ¿Qué espera ahora? Ana le dice que todo lo que ha hecho ha sido por el bien de los tres, pero su ex cuñado le responde que en un matrimonio no hay lugar para una tercera persona. Pero a ver, este hombre no se ha dado cuenta que la tercera persona es él y no Ana, lo que hay que escuchar.
Ana no comprende que es lo que le molesta tanto y él le responde que siempre que se han unido nunca han terminado bien. No quiere que su mujer lo pase mal por ella. También le dice que Teresa por ella no siente amistad y ahí el corazón se para porque pensamos que se ha dado cuenta del amor de Teresa por su amiga. Pero así son los hombres, bueno, este por lo menos, y le dice que su mujer actúa como si estuviera al servicio de la Rivas. Ana vuelve a respirar de nuevo, pensó como yo y más de una.
Al rato ya vemos a nuestras chicas cada una en su mesa y por primera vez temo por esos almacenes, que será de ellos, porque yo no sé si Ana está muy centrada en su trabajo, no para de mirar a su amiga y de sonreír. Le pregunta a Teresa si estará cómoda ahí con ella y la García le responde que todo eso es un sueño para ella. Entonces la Rivas le pregunta que si es así, por qué no se lo dijo a su marido. Teresa le dice que cada vez que hablan del tema de los almacenes terminan discutiendo. Su marido si antes lo mencionas, antes aparece… La llama por teléfono y le dice que no irá a comer porque tiene mucho trabajo, obviamente está molesto y bueno, así se lo comenta a su amiga que le dice que no se preocupe, que comerán juntas y hace reserva de la mesa.
Luego, una vez en casa, el matrimonio se agarra de nuevo a discutir. Su marido aún espera una explicación por la mesa en el despacho. ¡Madre mía! Tanto lio con una mesa, excusas, que le diga ya lo que piensa de ellas de una vez. Teresa le pide perdón pero le dice que todo lo que tiene que ver con Ana lo enfada y él le responde que ahora todo gira en torno a la Rivas. Ella le dice que ha perdido en este tiempo a mucha gente y es de lo poco que le queda, cuando él intenta tener intimidad con su mujer, ella lo vuelve a rechazar. Ya van dos meses, falta de apetito sexual y rechazo, segundo síntoma que algo va mal.
A la mañana siguiente Teresa le pide perdón por lo sucedido, pero él le dice que ya se está acostumbrando a esa actitud de su mujer. Y bueno lo que es la vida, porque empieza a recoger las tazas del café y por una mísera cuchara que se cae, ambos se chocan para cogerla y algo se les debió mover muy dentro porque terminan yendo al dormitorio. En fin, no me pregunten, que yo ni las relaciones chica-chica las entiendo, imagínense las chica-chico.
A última hora del día se ven las amigas y bueno, Teresa empieza un discurso a Ana en el que se le dice que para ella su matrimonio es muy importante y si Héctor no puede aguantar esa situación lo mejor sería… En ese momento llega Leonardo, el encargado para decirle a Ana que todo el personal ya está reunido y delante de todos, Ana les dice que tienen delante a la nueva subdirectora de los Almacenes Rivas.
Pasan los días y vemos a las chicas trabajando en la oficina, por lo que deduzco que la idea que tenía Teresa de dejar los almacenes ha desaparecido. Tengo que decir que la García ha cambio su imagen y ahora viste más elegante y está guapísima.
Quiere hacer todo el trabajo a la vez, quiere estar a la altura del puesto ,pero Ana la calma y le dice que todo irá bien, que sabe de sobra lo competente que es y que se lo tome con calma, está segura de sus capacidades.
Después empiezan a hablar sobre el último encargado que los almacenes, un “señor” que dejó embarazada a una dependienta y después se marchó dejándola. Ana le dice que cuando las personas se enamoran no se dan cuenta de las intenciones intenciones, y Teresa le responde que es así pero la que está sola para tener a su hijo es la dependienta. Al ver que la historia en cuanto a cuidar una madre sola o su hijo es como la de Ana, su amiga le pide perdón, pero Ana sabe que su amiga tiene razón.
Cambia la Rivas de tema y le pregunta qué tal le va con su marido pero su amiga no tiene mucho que decir. Según cuenta han entrado en una rutina, monotonía, dice que ya no tienen ilusión por hacer nada juntos. Pero Ana le dice que esté tranquila, que todo el mundo tiene malas rachas y que sabe el amor que sienten los dos y está segura que saldrán adelante. ¡¡Huy!! Mejor que no se gane nuestra Ana la vida adivinando el futuro porque va muy mal por ahí, mal, mal. Fijaos si es así que ni Teresa le responde, lo ve muy difícil, por lo que decide que lo mejor es volver al trabajo.
Pues eso es todo esta semana, solo diré que a ver si Ana deja de alentar al amor de su vida para que resuelva las cosas con su marido, porque luego se le queda esta cara.