Aquí estamos nuevamente, en el rincón literario de los jueves, para compartir, comentar, incluso descubrir, un nuevo título: La vendedora de tornillos o el tratado de las almas impuras , de Pilar Bellver
Primero les cuento brevemente de qué trata la historia. Una ejecutiva publicitaria que ha superado ya los treinta años, con cierto éxito y un pasar económico muy tranquilo, decide renunciar a todo para dedicarse a escribir. Se encuentra harta de su trabajo, que según sus palabras consiste en mentirle a la gente para generarles la necesidad de comprar algo, y se dispone a vivir la aventura de escribir guiones. Este deseo de la protagonista no está acompañado de nada “sustentable”, es decir, no tiene nada escrito, no sabe muy bien sobre qué escribir, ni tiene nadie esperando por su guión. Como tiene un dinero que le permite subsistir sin mayores preocupaciones entre dos y tres años, entonces decide dar el portazo a un trabajo que no la hace feliz, y aventurarse a lo desconocido.
Dentro de los arreglos con la empresa en el momento de la desvinculación, se compromete a dar un curso de los que habitualmente dictan, a vendedores de otras empresas. En uno de estos cursos (de esos que duran varios días, nadie quiere ir, ni asistentes ni disertantes), conoce a nuestra vendedora de tornillos.
A simple vista, son completamente diferentes. Podría decirse que nuestra protagonista es un poco snob y mira un poco por arriba de los hombros a la otra, quizá porque no considera que esté en su mismo nivel. Los primeros acercamientos, como es lógico, los propicia la vendedora, y nuestra protagonista quizá por el aburrimiento que le genera el lugar donde está, haciendo lo que está haciendo y sin mejores especímenes cerca, deja que la otra se acerque.
Y si bien en un comienzo, hace un esfuerzo para seguirle el hilo de la conversación y mantener un mínimo de interés en las historias que le cuenta, termina finalmente subyugada ante la personalidad, la forma de contar las cosas, la facilidad de palabra que muestra para hablar de sí misma, etcétera, de la simple vendedora de tornillos.
No nos plantean a las dos abiertamente lesbianas desde un comienzo, de hecho, recién comenzamos a conocer más sobre ese aspecto de sus vidas, con el desarrollo de esta especie de diario personal. Nuestra protagonista, guarda en su pasado, una historia apasionada de una noche, con una mujer en Grecia, y es a partir de ese recuerdo, que todo lo que ha venido a continuación en su vida, en comparación, le parece poco. En determinado momento se plantea si deseo y amor podrán ir de la mano, ya que en su caso, se le han presentado por separado.
En determinado momento de la historia, se sucede una conversación entre ellas, donde se da el punto disparador para explayarse sobre los sentimientos claros de una y la confusión de la otra. Es que el asunto, no es en este caso, una confusión de tipo sexual, que el problema no es que sea mujer, sino que su confusión es que no sabe si le gusta. Mejor les dejo una cita, que es mucho mejor para ejemplificarlo:
Y cuando una persona no hace ciertas preguntas después de un tiempo es, o porque conoce la respuesta, o porque teme que le devuelvan la pregunta.
–En mi caso, por las dos razones –le concedí yo.
– ¿Sabías que me gustaban las mujeres y no querías que te preguntara si te gustan a ti…?
No era exactamente eso, estuve a punto de corregírselo: «Sabía que yo te gustaba y no quería que me preguntaras si tú me gustas a mí».
Cómo se desarrolla luego la historia entre ellas, o mejor dicho, que desenlace tiene, es algo que merece la pena que descubran ustedes.
Algo que no quiero que se me escape comentar es el asunto de los dos títulos, al principio, me resultaban llamativo, pero luego de leer (y releer) esta historia, me pareció lo más acertado. Uno (la vendedora de tornillos) es el más simple, y el que tiene relación con uno de los personajes principales de la historia. El otro (el Tratado de las Almas Impuras) quizá es el que más me gusta a mí (por supuesto, todo esto es subjetivo, y a otra persona puede gustarle el otro, ambos o incluso ninguno), porque quizá está relacionado con lo que más me gustó de esta especie de diario personal que se nos permite leer a placer, todos los personajes son un poco almas impuras, no hay blancos o negros, sino seres imperfectos, que dudan, que descubren, que asumen, que toman decisiones aun sabiendo que no son las mejores y que van a sufrir luego), pero en definitiva seres humanos.
Para aquellas que estén esperando una novela que vaya directo al asunto amoroso, no es este libro el más indicado. A mí, personalmente me pareció un libro excelente, y creo que aún con ese adjetivo, me quedo corta para calificarlo. Todo el tiempo tuve la sensación de estar leyendo a escondidas el diario íntimo de la protagonista, con el correspondiente placer que esas cosas provocan. Todas sus cavilaciones mentales ahí a disposición nuestra. Por momentos, hace un uso de un sentido del humor que me gustó muchísimo, sobre todo, cuando retrata a su amiga o determinadas situaciones, como si de series norteamericanas se trataran. Los diálogos se me hicieron súper naturales, es decir, toda la historia en sí me pareció «real».
En un par de ocasiones leyendo, me vi asintiendo ante lo que leía, sobre todo, cuando hace el típico mirar hacia atrás cuando nos damos cuenta que nos gustan las mujeres, y hasta ese momento nunca habíamos visto todas las señales que estaban a la vista. Creo que todas, sin excepción, hemos pasado por ese momento, y la autora lo describe perfectamente.
En resumen, un libro genial, que merece la pena ser leído ya mismo, si es que todavía no lo han hecho. Y como si fuera poco, gracias a la autora, está disponible para su descarga.
¡Espero que les guste y pasen a comentarlo! ¡Hasta la próxima!