Por: Soah

Esto de las presentaciones es un asco, una nunca sabe cómo empezar… Soy Soah, aunque mis íntimas (que no tan íntimas, no sean mal pensadas) me llaman dramacuin, perseguida, rayada, diosa de la belleza (vale, esto último me lo digo yo, pero qué carajo, la autoestima es lo último que se pierde). En fin, escribo desde Madrid (ciudad de cemento donde las haya) pero soy de Gran Canaria (quiero playaaaaa), soy adicta a las series y los buenos culebrones, me gusta desbarrar siempre que es posible y siempre es posible así que no se extrañen si se me va la pinza…

Me levanto tan feliz el viernes por la mañana, con la legaña pegada y cara de puto-despertador… me doy una maravillosa ducha que me devuelve la vida y el buen humor, me pongo musiquita mientras me voy vistiendo, me preparo mi desayuno y, como me sobran unos minutos, me siento a cotillear el maravilloso mundo de las redes sociales… y, de repente, como por casualidad, un término poseído atraviesa la pantalla y me ataca sin pudor para dejarme con cara de WTF??? (Pero ¿¡¿¡Qué coño…?!?!??, en castellano tiene más prestancia)… Lo pondré con cuidado, no quiero que ataque a nadie… ahí va… “lesbiana verdadera”… Después del susto inicial mi cara se recupera de la parálisis para transformarse velozmente en un gesto de perdona-nena-pero-no-me-entero-de-nada… Total, que una servidora diligente se pone a investigar para dar con la tesis peculiar de… evitemos polémicas Soah, que sé que te encantan, pero no es momento… una lesbiana verdadera…

Leí atentamente todos los comentarios para pasar por muchos estados anímicos, por supuesto la correspondiente incredulidad, la consiguiente defensa y la inevitable carcajada pura… Y no, no es que me ría de nadie en particular, es que servidora ha llegado a un punto en que la paciencia se ha transformado en maravilloso pasotismo…

Y es que, de qué me sirve a mí lidiar con los prejuicios de nadie… Me he pasado mucho tiempo intentando explicar a amigas varias, a pesados acosadores de turno, a personas cercanas y no tan cercanas, a curiosos espontáneos y a seres extraños que lo que yo siento sobre mi sexualidad no define al gran amplio mundo lésbico, que lo que yo hago o dejo de hacer en la cama no corresponde a un esquema paso por paso que te dan en la academia sáfica cuando por fin te dices a ti misma eso de “pues sí, sí señor, soy lesbiana”; que la penetración no es algo exclusivo al pene y al acto heterosexual; que la tijera no es lo primero que haces después de desnudarte; que…. Tantos y tantos ques, que ha llegado un momento en que paso… piensa lo que te de la gana, porque por mucho que te lo explique, me lo vas a volver a preguntar y mi paciencia, mi tiempo y mi saliva tienen un límite y fines mucho mejores en los que emplearlos.

Por eso, el hecho de que sigan existiendo límites autoimpuestos y obsesiones por encasillarnos y marginarnos, por reforzarnos agresivamente en un rol que jamás, JAMÁS, será el mismo para ninguna… me cansa… No somos iguales, no pensamos igual, no nos movemos igual, no nos vestimos igual, no sentimos igual y no follamos igual.

Me he pasado mucho tiempo sintiéndome sola porque no tenía alguien que hablara mi mismo idioma en este sentido y, cuando descubrí lugares y personas con las que podía compartir esta parte de mí y notar que me entendían, me sentí muy feliz… porque sí, soy lesbiana, porque YO me siento lesbiana, pero lesbiana no es lo único que soy…

Las etiquetas nos sirven para definirnos cuando estamos perdidas, pero se vuelven en nuestra contra cuando nos aíslan… Si eres una persona respetuosa, positiva y con la mente abierta; sinceramente, me da igual si eres lesbiana, bisexual, heterosexual, transexual, gay, intersexual, pansexual… o lesbiana verdadera… sólo respétame para que yo pueda hacer lo mismo contigo.

Imagen por: Kevin Marsh