Escrito por: Genix Como buena isleña, el sol y el mar siempre han sido unos grandes aliados en mi vida y a ellos recurro para empaparme siempre de la libertad que me hacen sentir. Amo la naturaleza, caminar por la arena, sentir las olas enfrentarse a los acantilados, bosques, sentarme a leer bajo la sombra de un árbol, pero sobre todo me apasiona aislarme del mundo, crear mundos paralelos, escribir generando realidades emocionales que muevan mis propios cimientos.

Mi Moleskine Violeta

Moleskine violeta

Ayer fue uno de esos días…Las horas son tiempos que queman hasta que no puedo con la única soledad que me cuesta soportar, la de tenerte al lado y a un mundo de mí. Pero somos tan humanas, tan imperfectas, tan tú y yo que, agotadas de ignorarnos, de disfrazarnos de idiotas, caemos en una de esas reconciliaciones llenas de besos, de interrogantes que mueren en tu aliento en mi boca, en la forma en que me miras, en el modo en el que me ves.

En ese momento, me olvido cómo llegamos hasta aquí, solo siento esa necesidad de volver a formar parte de ti y calmar ese frío que me estremece por dentro y que solo el estrecharte entre mis brazos y hablar besando la yema de tus dedos, puede mitigar. Me miras y sé que lees en mí, te miro y comprendo que, por encima de todo, lo que me enerva no es sino la importancia que tiene todo lo que viene de ti o todo lo que me falta tuyo. ¿Será por eso que me puedes poner de los nervios? Y… ¿Por qué no hay nadie más capaz de hacerme sentir así? ¿Por qué me importas y te siento mía hasta cuando decides ignorarme? Y yo… no deseo ser de nadie más.

Despertarme en mitad de la noche porque aún me siento indefensa al echarte de menos, mirarte hasta que ya no puedo contenerme de besarte y acabar tal y cómo empezó todo…Tú, yo y ese tiempo muerto para ofrecernos todo lo que se puede regalar, dándolo como si no hubiera un mañana, besándote hasta que falten unas horas hasta que salga el sol… regresando a casa con las heridas dormidas y nuestros cuerpos tan despiertos como todo lo que nos une. Hablaremos, posiblemente en el desayuno. Ya no importa quien tuvo razón, te escucho y me hablas, te hablo y me oyes, y nos descubrimos encontrando más motivos para unirnos en medio de la tormenta…No hay nada que no sea bello contigo, hasta limpiar nuestras lágrimas, juntas, abrazadas al amanecer.

Acabaré escribiendo en mi vieja moleskine violeta lo imbécil que fuiste….y al lado dibujaré un corazón.