A por todas es la primera novela de la denominada “Trilogía de Ruth”, que se denomina así por razones obvias: son tres narraciones que tienen la misma protagonista. No es difícil adivinar cómo se llama, ¿no?

Ruth es una desenfadada chica con un éxito abrumador con las mujeres. No hay ninguna que se le resista. Donde pone el ojo, pone la bala. Acostumbrada como está a tirarse a todo lo que se mueve, lógicamente su vida amorosa es (por decirlo suavemente) algo ajetreada. Sale a amante semanal, más o menos.

A por Todas

Así pues, el título bien puede referirse a una actitud decidida y valiente ante la vida. Pero no despreciemos el posible juego de palabras: Ruth no deja ni una a salvo. 😉 Tiene muchos amigos y una marabunta de amigas, sobre todo del ambiente. Chueca es un barrio que conoce bien; Chueca, por su parte, también la conoce a ella al dedillo. La historia se centra básicamente en los devaneos, idas, venidas, melindres, aventuras y desventuras de nuestra Ruth. Porque a ella le pasa de todo en su vida socio-sexual: se echa amantes extrañas, se acuesta con gente completamente chalada, y hasta coincide con una que, después de pasar por su cama, aterriza en la de un familiar (de Ruth, se entiende, que aquí hay mucho despendole pero no incestos).

De hecho, la autora realiza una declaración de intenciones en la “Reseña” –es más bien una introducción- con que encabeza su novela. Es su propósito demostrar que las lesbianas no somos las mosquitas muertas, enamoradas monogámicamente y buenas personas amorosas que la sociedad hetero cree (al parecer). Por tanto, se pone manos a la obra para desvelar lo que, según dice, ha estado oculto mucho tiempo: las lesbianas podemos ser tan cabronas como cualquiera.

El tono general es muy desenfadado y a veces francamente divertido. Recuerdo haberme reído una barbaridad en algunas páginas: por ejemplo, con lo del disfraz de monja en Carnaval. Tiene ocurrencias dignas de ser compartidas. Como esta:

Así que mi llegada al primero de los “Tas” (¿los “tas”’ ¿los “tas”? ¿qué coño es un “ta”? pues, pequeñuelas, un “ta” es cuando ya empiezas a entrar en eso que llaman madurez y cuando cualquier año que cumplas acaba en “ta”. Para ser más exacta, de los treinta a los noventa) transcurrió por la puerta grande y sin asomo de depresión. Con las ganas que tenía yo de llegar por aquello de que es la edad en que la mujer disfruta más del sexo…

De vez en cuando la autora se explaya protestando contra los múltiples estereotipos lésbicos que pueblan el imaginario social. Con algunas de estas protestas me he sentido identificada y con otras no. En el primer caso, lógicamente, compartí el despotrique con la sangre hirviente de la indignación; y en el segundo, pues no. Sobre todo cuando la autora también defiende ciertos lugares comunes: por ejemplo, que cuando las lesbianas constituimos un grupo de amigas, acabamos acostándonos todas con todas más tarde o más temprano. Este pensamiento, nacido probablemente de la visión reiterada de todas las temporadas de “The L Word” y del recuerdo de su famoso “chart”, no deja de ser una idea tan preconcebida como generalista, lo que la convierte en lo más cercano a un estereotipo. En cuanto a la forma narrativa, el diálogo constituye el aspecto predominante. La verdad es que esto da una inmediatez y una agilidad a la novela que son de agradecer. Por otra parte, el uso de la primera persona como voz narrativa funciona muy bien aquí: es la protagonista la que nos va llevando de la mano por el camino de su experiencia vital. No sólo nos cuenta sus aventuras, nos las cuenta a “nosotras”. Quiero decir que se dirige a un “tú”, que es la persona que está leyendo. Así que no puede ser más directo: parece una amiga que nos está contando sus cosas (ya que no sólo nos cuenta las penas, también el cachondeo, las alegrías y las lujurias).

Es una narración ligera. De puro ligera es a veces evanescente. La trama existe por y para el deambular de la protagonista por entre las cohortes de amigas y/o amantes. Así que esa es también la hilazón que engancha unas situaciones con otras. Y en eso consiste el argumento. Esta ligereza la hace fácil de leer, pero a la vez se echa de menos un poco más de profundidad, de estructura y, sobre todo, una historia más sólida. La sucesión de diferentes peripecias es ágil y divertida en muchos casos pero en otras ocasiones se pierde el interés. Personalmente a mí esto me pasó con el episodio de la investigación sobre la posible corrupción en el seno de la ONG LGBT. Aparte de ser una excusa para el coqueteo de diversas aprendices de detective, se me hizo larguísimo y reiterativo.

Otras veces, como decíamos antes, la situación consigue ser francamente surrealista e hilarante. Para muestra, un botón: Ruth sale con una de sus innumerables conquistas. Llegada al follódromo, descubre que su amante inminente tiene un gusto musical centrado en el flamenco-pop. A Ruth se le cae la libido por los suelos. No obstante, una vez en el catre…

Y la cosa mejora, no cabe duda. Esther resulta mucho mejor en la cama de lo que son sus gustos musicales. Sus caricias pronto consiguen que me olvide de la música que suena de fondo. Sabe lo que hace. Me lleva al límite para luego frenar y aumentar mi deseo.

Bueno, parece que Ruth está superando su terror innato a los acordes lolailos. Ahora que está a lo que está, la libido se pone en marcha de nuevo.

Me dejo llevar por su juego, me dejo enloquecer por sus besos, dejo que retrase el placer hasta que creo que no puedo aguantar más. Y creo que ya no aguanto más. Y noto que el orgasmo se va acercando con furia. Y Esther lo nota. Y no lo retarda más. Intensifica el ritmo. Voy notando cómo llega. Sí, ya está. Ya viene. Y entonces llega. Un orgasmo estruendoso, intenso, fuerte, muy fuerte, vehemente. Y es en ese momento cuando mis oídos dejan paso a lo que llevaba tiempo negándome a escuchar. Y la voz de Lolita empieza a cantar una nueva canción: Sarandonga, nos vamo´ a comé, Sarandonga, un arró con bacalao… Y los gemidos se me atragantan con una profunda carcajada que a punto está de conseguir que me ahogue.

En fin, este libro lésbico está bien para pasar un rato. También es óptima para esas veces en que no se puede leer de forma continuada, porque permite dejar la lectura en cualquier momento y volverla a retomar sin esfuerzo (pero sin intriga también). Pero que nadie espere una prosa elegante y concienzuda porque esta no es la obra donde puede encontrarla. Es, en resumen, un divertimento. Un pasatiempo basado en las andanzas amoroso-sociales de Ruth que resulta entretenido y agradable. A veces también gusta algo ligero, esa es la verdad.

Que lo disfrutéis…si os apetece. 🙂

Edición citada: Morán, Libertad: A por todas. Odisea. (Edición Ebook) [Versión Kindle]. 2010.