Segundo libro lésbico de la Trilogía de Ruth. En el primero A por Todas ya nos habíamos adentrado en la personalidad de Ruth: una rompecorazones, indecisa en el amor, difícil de amarrar y aficionada a la vida loca. Las andanzas de Ruth prosiguen, esta vez encabezadas por una relación que ni tan siquiera comenzó como tal: conoció a una chica en vacaciones, con la que no quiso intimar para no comprometerse (veremos que esto, en Ruth, es todo un Leiv Motiv, así que en este caso casi es una prueba de respeto hacia la chica en cuestión).

Mujeres Estupendas

Pues bien, si creíamos que Sara (que así se llama el pseudoligue de verano) se iba a librar de los amorosos tentáculos de nuestra heroína, vamos dadas. Sara vivía en Barcelona tan tranquila, se fue de vacaciones a Menorca e Ibiza, conoció a Ruth….y se armó el belén. Desde entonces, un ignoto poder poderoso empuja a Sara hacia Ruth. Y como ésta vive en Madrid, pues se pilla el puente aéreo y en Madrid que se planta a verla. Pretexta pasar por allí, como hace cualquier ansiosa; no sabemos si la madrileña se traga o no la trola. Pero quedan, Ruth la pasea por entre sus amistades, hablan, coquetean un poco más y…pasa lo que no pasó en las vacaciones. Tras el polvo se suceden varios más: Ruth también aterriza en Barcelona un fin de semana sí y otro no (el que queda entre medias lo toma Sara para ir a Madrid), y así se lo montan durante una temporada. Fingiendo ambas, por supuesto, que están visitándose aprovechando casuales viajes de trabajo.

Arropando esta trama se suceden las historias paralelas de los amigos y amigas de Ruth. El sistema de presentar las situaciones es fresco y ágil: pasamos de un capítulo a otro y de un personaje a otro de una forma directa. ¿Cómo? Pues sencillamente, porque cada capítulo está narrado en primera persona por su protagonista. Sara cuenta lo suyo, Pilar (la mejor amiga de Ruth) su experiencia, etc, etc. Las historias se entremezclan y superponen, pero teniendo siempre el punto de vista referente del/la propio/a interesado/a. Y hay que reconocer que el sistema funciona muy bien.

Por si esto fuera poco, se introduce una nueva voz narrativa que es bastante inusual (yo, por lo menos, la he visto muy escasamente): el “Tú”. Mejor pongo un ejemplo para que se entienda a qué me refiero: ”Alguien llama a la puerta con unos golpes rítmicos que a ti se te antojan divertidos. Abres y te encuentras con Ruth y otra chica a la que rápidamente identificas como Sara. ¡Vaya! ¿Así que esta es la famosa Sara? No puedes evitar echarle un vistazo de arriba a abajo con curiosidad. Sin duda Ruth tiene buen gusto. Es más de lo que imaginabas. Es guapa, sí, claro, de Ruth no te puedes esperar otra cosa. Sin embargo lo que llama la atención de ella es un atractivo que no está sólo en el físico. Desprende algo. Algo magnético. Las dejas pasar con la satisfacción de la anfitriona”. Está claro, ¿no?

Pues bien, este recurso tan llamativo tiene un efecto a veces desconcertante, pero muy poderoso: ofrece una información absoluta sobre lo que se le pasa por la mente al personaje, pero sin la intimidad del narrador en primera persona. Es un distanciamiento interesante porque a la vez que nos pone en una bandeja la totalidad de sus pensamientos y emociones, simultáneamente –como no lo narra él/ella mismo/a- también se ofrece la objetividad más absoluta: no nos puede mentir. Es como si le “robáramos” la mente. La única dificultad de esta técnica es que a veces cuesta un poco saber quién es el personaje al que estamos invadiendo.

En el caso que he citado es Ali, hija de dos mujeres, quien también tendrá que encontrar su propio camino (que, como resulta habitual en esta vida, no siempre es lo que esperaba ni ella ni nadie). La segunda persona es la voz narrativa de este personaje, como la primera lo es de Sara, la novia de Ruth. Las interacciones de Pilar (mejor amiga de Ruth) se narran en diálogos en estilo directo. Y, por último, se utiliza la tercera persona para contar lo que le sucede a la propia Ruth y el resto de las situaciones.

Esta manera de utilizar diferentes voces narrativas me parece todo un hallazgo. Le da mucho dinamismo a la novela y, sobre todo, una gran variedad. Como en cada capítulo nos encontramos con un punto de vista diferente, acabamos por tener un amplio espectro de las situaciones y una visión muy íntima de las motivaciones de cada personaje. Por decirlo de otro modo, nos “metemos” bastante en ellos.

Por ejemplo, acabamos por comprender (y eso no es fácil) por qué Ruth actúa como actúa: ella está marcada por una relación anterior, que la predispone a la desconfianza y a un miedo al compromiso que raya lo patológico. Por eso, cuando su amiga Pilar le confía sus propósitos matrimoniales, a Ruth le empieza a entrar el pánico de que su novia Sara pueda acabar pidiéndole que formalicen su relación (por ejemplo, yéndose a vivir juntas).

Sara no llega ni a eso, simplemente pretende dejar de tener una relación a distancia –con todos los inconvenientes que esto conlleva-. Así que aprovecha que Pilar se casa y lógicamente se irá a vivir con su esposa, dejando libre su habitación en un piso compartido con otras chicas. Sara se viene a Madrid y se quedará en la susodicha habitación. Pero, como hasta la boda Pilar no se va a mudar, entretanto vivirá con Ruth provisionalmente. Pitu (la novia de Pilar) expresa su sorpresa ante apaño tan poco natural:

-¿No van a vivir juntas?
-No.
-Cariño, empiezo a pensar que tus amigas tienen un serio problema con la convivencia.
-Pero nena, estamos hablando de Ruth, para que ella vuelva a vivir con una tía tendría que ocurrir un milagro. Si lo que me sorprende es que vaya a aguantar teniendo a Sara en casa hasta que tú y yo nos casemos. Esta mañana han estado viendo mi habitación y conociendo a mis compañeras y a Sara le ha gustado el piso…
-Pero si ellas llevan juntas el mismo tiempo que nosotras…
-Un mes menos, pero da igual, te digo yo que Ruth no se va a liar la manta a la cabeza de esa forma. Míralo por el lado bueno, antes ninguna tía le duraba más de un mes y en nada va a hacer un año que está con Sara…
-Pues yo te digo que esas dos al final acaban casándose, ya lo verás. Y si no, tiempo al tiempo….
-¡Uy, casarse dice! Tú menciona la palabra matrimonio en presencia de Ruth y la cabeza le empezará a dar vueltas como a la niña del exorcista…

¿Prosperará la relación Sara-Ruth? ¿Se casarán finalmente Pitu y Pilar? ¿Resolverá Ali sus dudas existenciales y amorosas? Todas estas preguntas y algunas más sólo pueden resolverse si os leéis la novela (no pensaríais que os la iba a spoilear, ¿no?).

A mí esta segunda parte de la Trilogía de Ruth me ha gustado bastante más que la primera. En primer lugar, porque aquí los personajes funcionan con sus propias historias, se ha cortado el cordón umbilical que parecía unir a todo el mundo con la protagonista, eje y razón de toda la trama de A por todas. Ahora estamos ante una narración mucho más coral, nos interesan las demás historias del resto de los implicados igual o más que la de Ruth. Por otra parte, ya conocemos a los personajes, y las vivencias y peripecias que se nos cuenta de ellos tienen el mismo peso equitativo que las de la actante principal. La narración es mucho más ágil, hay muchas más tramas y no existen vaguadas de falta de tensión.

En resumen, aunque sigue siendo una novela “ligera” tiene mayor profundidad, atrapa bastante más y resulta divertida de leer.

Disfrutad de ella…si os apetece. 🙂

Edición citada: Morán, Libertad: “Mujeres Estupendas”. Odisea. (Edición Ebook) [Versión Kindle]. 2010.