Por fin llegó julio y con él aparte del calorcito ha vuelto a nuestras pantallas la séptima temporada de Skins, cuya primera parte (2 episodios) se centra en la vida de Effy (y en menor medida Naomi) años después de la última vez que la vimos allá en la cuarta temporada.
Para centrarnos, Effy ahora vive en Londres en una casa cochambrosa con Naomi, y mientras la Stonem trabaja como secretaria/becaria en una agencia de algo relacionado con la bolsa y esas cosas (perdonarme pero el mundo financiero es un misterio para mí) su compañera es una especie de ocupa sin oficio ni beneficio.
Así mientras Naomi pasa el tiempo entre fiestas y porros, lo que hace que la relación con su amiga se vaya tambaleando (a nadie le hace gracia después de trabajar todo un día ver su casa llena de gente borracha) Effy dedica su tiempo libre a investigar informes, cuentas y demás documentos de la empresa con la intención de mejorar, y como es una chica lista se acaba dando cuenta de algo importante, pero como el mundo de los negocios es la selva, su jefa se aprovecha en su cara de esos conocimientos llevándose todo el mérito, dejando a Effy hecha polvo.
Por su lado Naomi las va pasando canutas enfadando a Emily cuando habla con ella por Skype pues la pelirroja se encuentra estudiando en Nueva York, lo que hace que Naomi este preocupada por si la pierde, aunque Effy cargada de la misma paciencia que el santo Job siempre la reconforta pues sabe que Emily no podría querer a nadie más que a ella, aparte la alienta a conseguir un trabajo si de verdad quiere ir a visitarla a EE.UU.
Después de la traición de su superiora, Effy decide vengarse y para ello pide ayuda a un colega que está coladito por ella (y no se va a negar) que es un cerebro de las finanzas para darle un curso avanzado en la terraza, cuando terminan el muchacho que quería algo más que las gracias se lanza a besar a Effy que le hace la cobra sin ninguna sutileza, momento que aprovecha Naomi para subir y mostrarles el número que ha elaborado pues resulta que no se le ha ocurrido mejor trabajo que ser monologista.
Una vez que tiene la cabeza bien amueblada de conocimientos, Effy aprovecha un descuido de su compañera para hacer negocios con un pez gordo, lo que le cuesta en un principio el despido pero el jefe que no es no ciego, ha visto el potencial de la chica y le da una oportunidad para que demuestre como se maneja en el mundillo.
Todo parece irle sobre ruedas a Effy, excepto la relación con su compañera de piso la cual sigue en la cuerda floja, pues la joven parece tan ocupada con su nueva vida que no acompaña a su amiga a las visitas al médico como prometió, aunque por lo menos espera que vaya a su actuación aunque Effy ya tenga otros planes.
La noche del debut de Naomi, Effy acude a una “reunión” de negocios con el pez gordo y un socio, pero como la chica es buena amiga decide trasladarla al local donde su amiga actúa. Lástima que el público no es de lo más amable con Naomi que se acaba yendo del escenario medio enfadada medio desilusionada. Viendo este percal Effy la recoge se la lleva con ellos a un casino donde las cosas alcanzan un nivel crítico, pues Naomi ve como los hombres de negocios meten bien la mano a su compañera y esa ni se immuta, lo que lleva a una discusión entre ambas.
La mañana siguiente no es nada prometedora, y Effy se despierta con una resaca de campeonato por culpa de Naomi que ha puesto la música a todo trapo, cuando la Stonem va hacia su amiga hecha un basilisco a cantarle las cuarenta, Naomi le suelta un bombazo atención agárrense donde puedan ¡tiene cáncer!
El capítulo podría (y debería) haber terminado justo en ese momento pero prefirieron terminar con algo más bonito que consiste en ver a Effy comerle los morros a su jefe. Al menos nos queda la ilusión de que el episodio de la semana que viene promete ya que Emily hará acto de presencia y veremos como se toma este notición sobre su novia.