Una semana más regresamos a la cárcel a la que más de una no le importaría ingresar, para ver como les va a nuestras chicas en este tercer episodio de Orange Is The New Black llamado “Lesbian Request Denied” (Petición lesbiana denegada) que viene bien cargado.

Si la semana pasada conocimos más de cerca a Red, esta vez el turno es de Sophia Burset, que puede que así de entrada no os suene de nada, pero si os digo que es la peluquera que rebanó a Piper un par de mechones seguro que os suena más. Pues bien, Sophia es una mujer transgénero, a la que gracias a los recurridos flash-backs descubrimos que antes de estar entre rejas era un bombero con un secreto que ocultar.

Pero antes de conocerla más, volvemos de nuevo con Piper que ve como todas sus compañeras han sido asignadas a una habitación menos ella, algo que la tiene en vilo en parte por no acabar compartiendo el aire con Alex.

Aparte de eso parece que la rubia hace buenas migas con Sophia, que comparte con ella sus truquillos con el baño, y es que si en una casa normal las peleas por los aseos son demenciales, en una cárcel con incontables mujeres puede ser el infierno, aunque no es la única amiga que tiene en el baño, ya que Crazy Eyes no la deja ni a sol ni a sombra muy a su pesar.

Pero como siempre los problemas en esta cárcel nunca vienen solos, y a Sophia le ha caído uno de los grandes al quitarle sus hormonas a cambio de una dosis ridícula de genéricos, lo que complica su existencia. Por su lado Chapman sigue adelante y encuentra en correr por los patios una vía de escape, siempre y cuando no sea acosada por su sombra Suzanne, que tal es su amor que hasta le dedica bellos poemas que claramente la rubia no sabe apreciar.

Y mientras Sophia se las arregla para ir a ver a un médico y solucionar su problema, por fin vemos la primera conversación de más de un minuto entre Piper y Alex aunque de sus labios salen de todo menos palabras bonitas. Lo interesante es ver como cuando la conversación no va por buen camino y siendo Piper un poco de aquella manera, es capaz de jugar la carta de Crazy Eyes para asombro de Alex que se va por patas cuando Suzanne hace honor a su apodo, por lo que acto seguido Piper se arrepiente porque ahora tiene que lidiar con ser la “mujer” de la reclusa.

Por si se nos había olvidado, este capítulo se centra en el pasado de Sophia, que siguiendo con su historia descubrimos que aunque en el trabajo se escondía todo lo posible en su casa era todo lo contrario, o por lo menos su mujer se lo había tomado todo lo bien que se podría esperar, tanto que incluso le ayuda con el vestuario, aunque no pasa lo mismo con su hijo y es que para un niño pequeño ver a su padre vestido de mujer no es tan fácil de aceptar.

En el presente sigue lidiando con el lío de sus hormonas acudiendo a la mismísima Red, que la despacha dejándola como única solución hacerle un «favor» al policía del mostacho, el ser más despreciable de toda la prisión, algo que a Burset no le hace mucha gracia.

Ya hacía rato que no sabíamos nada de la impredecible Crazy Eyes y cual es nuestra sorpresa (y la de Piper) al descubrir que la mujer ha pedido que las pongan juntas en la habitación, más que nada como ha decidido que Chapman es nueva mujer ha pensado que vivir más juntas es una buena manera de formalizar el acuerdo, por suerte para la protagonista no se aceptan ese tipo de sugerencias librándose de una buena.

Y sin saber muy bien a que viene (pero nosotras encantadas) a Piper le da por recordar como conoció a la que fuera su perdición, Alex, que viendo el momento no me extraña que cayera en sus redes, nadie es capaz de tener tanta fuerza de voluntad para decirle no a la morena, por aquellos años toda una mujer pin-up.

De vuelta a la realidad Chapman tiene que afrontar el problema en el que ella misma se ha metido con Crazy Eyes, la cual igual no acepta tan bien que no quiera ser su mujer. Aparte Sophia se ve en la necesidad de pedirle a su mujer que le consiga las hormonas, aunque el resultado no es el que hubiera deseado.

Como debe ser nuestro día de suerte, toca otra ración Alex-Piper (¿Cuál será el nombre de esta pareja? ¿Pilex? ¿Chause?) en la que se vuelven a echar mierda la una a la otra, y vamos vislumbrando como de alguna manera Alex que es capaz de darle la vuelta a la tortilla y aunque Piper nos hace creer que es mala malísima al final ves que es un trozo de pan (igual no tanto) pero que es hasta menos mala que la rubia.

Para ir terminando como siempre la recta final viene cargada de emociones: por un lado Piper le pide a su Larry que se entere si fue la morena quien la delató, también es por fin asignada a una habitación y da de cabeza en la de Miss Claudette, una mujer de las de antes con las ideas bien claras; descubrimos la razón de porque Sophia está presa; y como guinda final, la original y desagradable respuesta de Suzanne ante la negativa de Piper. Como siempre finales impredecibles para tenerte en vela hasta el próximo episodio.