Como todos los viernes vuelvo con otro episodio de Orange Is The New Black. Por si no os acordáis, la semana pasada dejamos a Piper flipando en colores cuando Crazy Eyes decidió regar su habitación de forma desinteresada. Pues bien, cuando la volvemos a ver sigue limpiando el estropicio con Miss Claudette encima de ella echando pestes, y es que la veterana no pasa ni una.
Y por cierto ella es la protagonista del episodio, es la elegida para conocer un poco más acerca de su pasado. Por lo que de primeras vemos su llegada a los Estados Unidos, cuando era solo una jovencita para trabajar como limpiadora hasta pagar la deuda de sus padres. Allí sin duda le enseñaron toda la disciplina que ahora vuelca en sus compañeras de prisión, sobre todo en Piper por compartir habitación.
Por cierto a la rubia ya le han asignado un trabajo y esta en los talleres arreglando trastos sin mucho éxito, ella se queja porque dice que no debería estar allí, se ríen en su cara, ella agacha cabeza y todos tan contentos.
Por otro lado por fin vemos como a alguien le va bien en esta cárcel, le va bien mas que nada porque se va, la afortunada se llama Mercy que es novia de Tricia (una de las ahijadas de Red) y por lo visto exnovia de Boo, una de esas mujeres grandes de las que te cuidarías de no cabrear y con la que tiene un encontronazo, y es que las despedidas nunca son fáciles.
Mientras Chapman sigue en su fantástico día en el taller y sin darse cuenta (o queriendo, quien sabe) saca sin que la pillen un destornillador afuera, algo prohibido porque estando donde están eso es una arma más que mortífera. Por su lado Miss Claudette recibe buenas noticias ya que quieren revisar su caso para soltarla antes, pero la mujer rechaza la oferta y es que tiene las ideas muy claras, el pasado pasado está y no hay que removerlo.
Y de vuelta otra vez a sus años de libertad, ha pasado el tiempo y ahora es ella quien lleva la casa de acogida, pero también vemos que bajo esta fachada de rectitud hay un lado más tierno, una mujer enamorada del pastor, solo que él aunque parece también quererla se ha casado con una mujer mucho más joven, y a pesar de que Miss Claudette disimula su corazón se parte en mil pedazos.
Una falsa alarma revoluciona el lugar, pero gracias a ella Diaz y el nuevo guardia, el que viene de Afganistán, empiezan a hacer migas con un poco de tabaco de mascar mediante, el amor puede aparecer de las formas más inesperadas.
En el taller las cosas no pintan tan bonito, la jornada ha terminado y falta el susodicho destornillador, el mismo que Piper sacó y que ahora nadie (incluida ella) parece saber donde está, lo que es un verdadero problema, así que toca castigo colectivo que por ahora solo consiste en un cacheo por el baboso del guardia del bigote, aunque si no aparece puede suponer unos años más entre rejas.
Al salir se reencuentra con su sudadera perdida y cuando Tricia le pide ayuda con una carta para pedir rebaja de condena (para el resto Chapman es una tía culta que lee y todo) ¡sorpresa! encuentra el destornillador perdido dentro del bolsillo.
Y como la suerte acompaña a la rubia, justo toca revisión de habitación, y de no ser por la ayuda inesperada de Miss Claudette le habrían pillado con las manos en la masa.
¿Os acordáis de Alex? Dichosos los ojos que la ven. Pues bien, la muchacha nos regala un par de minutos ante las cámaras ayudando a Tricia a montar una fiesta un poco triste para despedir a su novia, aunque Boo aprovecha para meterse con la chica y aguarle un rato los preparativos.
Chapman mientras tanto intenta devolver como puede el maldito destornillador pero es más difícil de lo que se pensaba, casi la pillan y cada vez tiene menos opciones, pero además le crecen enanos y tiene la mala suerte de que se ha corrido la voz de que ayuda a la gente con las cartas de apelación, así que de repente parece que le va a tocar montar una oficina de tantas peticiones que le llegan.
En otra parte y como en esta serie cuenta mil historias de golpe y porrazo, seguimos un poco más con Alex, que parece que se lleva muy bien con Nicky, aunque la insistencia de la rubia también tiene algo que ver. Hablan un poco de todo: de la universidad, del bollodrama que tiene con Piper, de la condena que les ha caído, lo normal en estos casos.
Por su lado el misterio del destornillador cada vez es más grande y peor, pero por suerte para Chapman ya no es más su problema, pues aunque ella lo había guardado debajo del colchón a la espera de devolverlo en el registro sorpresa no aparece volviendo el asunto más raro si cabe.
Pero lo mejor de todo viene después cuando la rubia harta de su compañera le echa un par y le planta cara, y es que ya era hora de que le dejara respirar, ganándose así un poco el corazón y el respeto de la veterana. También nos enteramos un poco más de su pasado y descubrimos que a una de las chicas que trabajaban para ella la pegaban, lo cual no le hará mucha gracia a la mujer.
No todo son dramas (o casi), y por eso ya que Mercy se larga se celebra la fiesta deprimente ¿pero qué no lo es en un lugar así? Y mientras Tricia se despide de su novia, Alex aprende que esto es como el instituto, tienes que saber jugar tus cartas y con quien juntarte.
Red, mujer sabia, controla a Boo (nueva dueña del destornillador) para que no haga ninguna locura y deje la fiesta en paz, mientras Chapman aprovecha que todas están de guateque para disfrutar de un poco de intimidad y usar el baño, pero se topa con Nicky que la fastidia un rato pero que la tranquiliza ya que le asegura que ni Alex ni Miss Claudette la apuñalarían mientras duerme con el destornillador desaparecido.
Mientras la veterana pasando de todo el rollo festivo recibe la primera carta en años que resulta ser de su querido pastor, lo que la recuerda el momento en que tomó las medidas oportunas con el maltratador y que la llevaron a su situación actual. Además para los pies a Tricia, que iba a frustrar la salida de su novia metiendo drogas en su habitación. Por se amor se puede hacer cualquier cosa.
Y ya para terminar nos despedimos de Mercy a la que conocimos hoy y descubrimos el uso que le ha dado Boo al destornillador, que por cierto, si os preguntáis como se solucionó todo el rollo, al final el segurata que controla el taller lo repuso de su bolsillo y aquí paz y después gloria hasta la semana que viene.