Tengo la costumbre manía de pasar olímpicamente de los trailers de las películas que quiero ver: leo cualquier sinopsis sacada de donde sea y ahí es donde decido si verla o no. Esto tiene su razón de ser. Y es que ya hace tiempo, no sé por qué motivo, que los trailers desmenuzan la película de tal manera que antes de entrar al cine ya sabes lo que va a pasar.

Así que tratándose de mi primer festival hice lo propio. Lo poco que sabía de la película era que procedía de

Méjico México y que estaba calificada como drama. A lo que los organizadores del festival añadieron al presentarla antes de su proyección, que era en blanco y negro.

Con estas señas, no la hubiera metido en mi top ten de próximas películas a ver. El saber que una película es en blanco y negro me genera un rechazo instantáneo. Y un drama… bufff. Llámenme rara pero prefiero reírme a llorar. Así que para mí en ese momento mi único aliciente para verla era que estaba en el festival y que tenía trama lesbicanaria, así que me obligué a mi misma a no menearme del asiento.

Empezamos la película en un coche con un monólogo telefónico. Es Alejandra quien conduce, va a recoger a alguien en una calle mal iluminada. Corriendo, salida de no sabemos dónde, llega María, que literalmente ilumina el camino a su paso hasta llegar al coche (precioso cuando las farolas de la calle se encienden a su paso) ¡Bam! Ese fue el instante en el que me cazó la película. No me puedo resistir a las metáforas visuales y en esta película hay a raudales.

La historia nos lleva por la solitaria y triste vida de Alejandra, que conoce de casualidad a María en una bolera cuando esta se acerca a hablar con ella. Se nos presentan dos mundos muy dispares, dos formas de ser totalmente distintas que chocan, pero que conectan en cierto modo. Es esta disparidad, que viene dada en gran parte por la diferencia de edad entre ambas, la que hace que la relación funcione muchas veces veces y otras no tanto.

Sorprendentemente la parte cuerda de la relación la pone María, interpretada por una a mi parecer soberbia Naian Daeva, mientras que las inseguridades y comidas de tarro típicas vienen de Alejandra, que teóricamente es la adulta de la relación.

La película se centra en ellas dos, hasta tal punto que los personajes secundarios carecen de importancia. Lo mismo ocurre con los diálogos, que a mi parecer sirven para evitar que despegues la vista de la pantalla, que es dónde realmente pasa todo.

Es una película… lenta, eso no os lo voy a negar. Pero las actrices Naian Daeva y Andrea Portal tienen un feeling brutal, que traspasa la pantalla. Sobre todo en las escenas íntimas, no solo hablo de las escenas de sexo, que las hay (y bastante buenas), sino de las escenas en las que están ellas dos solas hablando, mirándose, acariciándose o besándose.

Ellas son la película, da igual donde estén, en el cine, cenando, bailando, discutiendo… te quedas embobada mirando la pantalla.Y lo mismo ocurre en sus momentos, pocos, de interacción con otros personajes. Alejandra tiene un par de momentos estelares cuando conoce a una mujer en una librería, que me hicieron soltar alguna que otra carcajada. Y María, bueno… quien termine de verla y no se enamore de ella que me lo diga.

Definitivamente yo no la metería dentro del género dramático, no es exactamente una historia de cuento de hadas, pero a mi parecer es como la vida, con sus más y sus menos. Con sus momentos buenos y malos. En los que te puedes reir aunque estés triste. Y desde luego no me imagino esta película contada en color.

Fue una grata y agradable sorpresa. Y sin lugar a dudas una de mis recomendaciones del festival. Si andan por Madrid y no se decidían si ir a verla o no, les animo a que vayan, tienen una última ocasión de verla proyectada este martes 5 a las 20:00h en la Sala Berlanga.

Y si ya la han visto. ¡Estamos deseando saber qué les ha parecido! Nosotras las esperamos aquí, con nuestras impresiones sobre las distintas películas del festival. ¡Que tengan una feliz semana!

httpv://www.youtube.com/watch?v=FIlwsTsh6BY