Por allá de 1999 se estrenó una película lésbica que se convertiría en un clásico total. Se llamaba But I’m a Chearleader y nos presentó a actrices que hemos llegado a amar con todo nuestro corazón, como pueden ser Clea DuVall o Natasha Lyonne. Nos tomó a todas por sorpresa, porque no era una película seria y dramática como todas las películas lésbicas a las que estábamos acostumbradas. Más bien era absolútamente divertida, rompía moldes y se burlaba de todo, ¡por eso no podemos olvidarla!
Por si acaso aún no la hayan visto (¡pecado!), les contaré que «But I’m a Chearleader» nos cuenta la vida de Megan Bloomfield, una porrista cuya vida es aparentemente normal, su vida da un giro de 180 grados cuando un día llega a casa y se encuentra a toda su familia y amigos reunidos para hablar con ella. Todos piensan que tiene un problema terrible… ¡es lesbiana! Así que la mandan a un campamento especial para que la «curen» pero la mujer termina reafirmándose cuando conoce a su compañera de cuarto.
La trama podría parecer dramática, pero ya les digo yo que toda la película es un cotorreo y no te puedes reír más cuando la ves. Pero hoy estoy aquí no para hablarles en profundidad de la cinta, sino para contarles que But I’m a Chearleader se convertirá en un musical.
El proyecto está apenas en periodo de pruebas. De hecho el día de mañana se va a llevar a cabo una primera presentación de But I’m a Cheearleader: El Musical a la que solo se puede acceder por invitación. Es básicamente una prueba para ver como reaccionan los invitados y decidir si seguir adelante con la obra tal y como la tienen ahora mismo, modificar cosas o salir huyendo antes de que los destroce la crítica.
La verdad es que me encanta la idea y estoy esperando de todo corazón que se convierta en realidad. Ojalá se convierta en un proyecto tangible ¿no creen? Ya nos veo a todas cantando como locas.
Vía: Dorothy Surrenders