La semana pasada en Tierra de Lobos, Isabel se dedicó a cuidar de su chica hasta que Cristina se recuperó de la matanza que le había hecho la abortera. Esta semana sabíamos que Ruiz se iba a enterar de su relación, nos habíamos preparado psicológicamente, pero ¿estábamos realmente listas para el final que hemos visto? Si mi timeline en Twitter es representativo de nuestros sentimientos, me temo que no señoras. Abracen a su osito de peluche, preparen una buena tarrina de helado, respiren profundo y acompáñenme a ver lo que ha pasado con Isabel y Cristina en este episodio.

Empezamos el episodio super bien, con nuestras Crisabel haciéndose arrumacos en la cama, bien abrazaditas y disfrutando de su amor. Después de tantas desgracias la verdad es que se agradece que nos den un respiro de felicidad. Lo malo es que Cristina tiene cara de preocupación y su chica lo nota, así que le pide que le diga qué le pasa.

Cristina: Sigo embarazada.
Isabel: Pero… ¿cómo es posible?
Cristina: No lo sé, pero lo noto. No he echado nada y no paran de crecerme los pechos, es muy raro.
Isabel: Es que eso no puede ser…
Cristina: Lo que me dio la abortera casi me mata, pero no llegó a hacerme efecto.

WTF! En serio WTF! ¿Cómo demonios sigue embarazada? ¡Por poco se desangra! La vimos ahí a un paso de la muerte y ¿el bebé sigue vivo? Que alguien me lo explique por el amor de las diosas, porque como no sea por arte de mágia no lo entiendo. Lo dicho, este podría ser bien un capítulo de la dimensión desconocida. Menos mal que ahí estaba Isabel para tranquilizarnos porque yo ya estaba por alzarme en armas.

Cristina obviamente está preocupada, porque si su vida ya era difícil, ahora con un bebé ni les cuento. Pero Isabel está por ver el vaso medio lleno, esta puede ser una señal.

Isabel: Creo que la vida nos está dando otra oportunidad.
Cristina: No te entiendo.
Isabel: Mi padre no está. Fuguémonos.
Cristina: ¿Fugarnos? ¿Estás loca? ¿Y a dónde?
Isabel: No sé, lejos. A Sanabria por ejemplo. Podemos alquilar una casa y decir que somos hermanas. Yo puedo ejercer de profesora, y así podríamos criar al niño juntas.

¡Ais que se nos van a criar al Crisabelito entre las dos! ¡Felicidad pura y dura chicas! Ya las veo por las calles de Sanabría. Estoy segura que la clase de Isabel siempre estará llena, de eso ya nos encargamos nosotras. Y si necesitan dinero extra, siempre podemos pagar horas extras por clases particulares. No aprenderemos mucho porque seguro estaremos distraidas todo el rato, pero ¿quién nos quita las vistas?

A Cristina le preocupa el asunto del dinero, pero Isabel le dice que lo deje de su mano. ¡Nos mudamos a Sanabria chicas! ¡Vayan preparando las maletas!

Lo siguiente que vemos es a Isabel llegando a su casa. Al entrar al cuarto se topa con el Teniente y casi que sale corriendo, pero él le pide que pase y no le queda de otra que entrar.

Ruiz la abraza e intenta besarla, pero Isabel tiene la mente en Cristina y Sanabria y ya no puede seguir fingiendo, así que decide agarrar el toro por los cuernos y decírselo así de claro a su marido.

Isabel: No puedo seguir así.
Ruiz: ¿Así cómo? ¿He hecho algo mal? ¿Te he ofendido?
Isabel: No, no, no es eso. Ojalá hubieras hecho algo mal, así hubiera sido todo más fácil.
Ruiz: ¿De qué estás hablando Isabel?
Isabel: Eres un hombre maravilloso. Te lo digo de verdad. Eres justo, honesto, también cariñoso. Ninguna mujer podría pedirle más a un hombre, pero no te quiero, nunca te he querido. Créeme que lo he intentado, pero no puedo.

Él le pregunta que por qué se casó con él y ella le responde sinceramente, que lo hizo porque su padre la obligó. Ruiz se pone celoso y le pregunta si tiene a otro, insiste con que es Anibal pero ella asegura que no.

Isabel: No puedo fingir algo que no siento. Solo es eso.

Ruiz se derrumba y le pide que reconsidere, le dice que tienen toda la vida por delante y que ella puede aprender a amarlo. Pero Isabel está decidida y le respone que se busque una mujer que de verdad lo ame, que ella no le va a poner ningún impedimiento. Entonces él le grita que se vaya y ella sale del cuarto.

Ruiz se va al burdél a beber como cosaco para intentar olvidarse de Isabel. Lola le intenta parar los pies porque ya está muy pasado de copas, pero él no se deja. Uno de sus soldados intenta intervenir pero termina escaldado también, así que el hombre sigue dándole a la botella. ¡Yo estaba rezando para que cayera en coma etílico y todo saliera bien! Pero era demasiado pedir señoras, al hombre le da por meterse en el cuarto de Cristina.

¡Imbécil!

Si las miradas mataran Ruiz ya habría caido fulminado por las chorrocientas lesbianas que clamamos al cielo: «Dios mío ¡elimínalo!…digo ilumínalo». Pero nada, ahí sigue el hombre dándo la barrila.

Cristina le pregunta qué hace ahí y él le responde que necesitaba hablar con alguien. Ella le recuerda que hay muchas chicas en el burdél, pero él está empeñado en que sea ella la que escuche sus miserias.

Ruiz le explica que Isabel le ha dicho que no lo quiere y nunca lo ha querido. Cristina le dice que no sea llorón y aguante como los meros machos. Bueno no, eso quería yo que le dijera, en realidad nuestra chica lo consuela un poco diciéndole que es «jóven y apuesto», que seguro encontrará otra mujer que lo ame.

Él intenta mover ficha con Cristina porque tiene mejor gaydar que todas nosotras y siempre pone el ojo en la lesbiana de turno. De hecho podríamos adoptarlo como mascota para esos tristes momentos en los que no tenemos claro si la chica de nuestros sueños es lesbiana. Sería cuestión de preguntarle si le gusta y obtendríamos nuestra respuesta.

Cristina lo rechaza diciéndole que ella ya no se dedica a eso y él le responde con que «pensaba que entre los dos había algo especial». ¿En serio señor? ¿Se han acostado una vez y ya han conectado? ¡Deje de leer la columna de consejos amorosos de Elizabeth Taylor por el amor de las diosas!

El teniente nos mete el miedo en el cuerpo cuando se le acerca a Cristina super cabreado y le espeta:

¿Qué coño os pasa a las mujeres de este pueblo? No las entiendo. ¡Solo busco un poco de cariño!

Afortunádamente entró Lola en acción y Cristina pudó salir por patas. ¡Uff estuvo cerca señoras!

Isabel se encuentra a Nieves abriendo la caja fuerte de su padre y le reclama. Nieves le dice que solo está tomando lo que es suyo, a lo que Isabel responde que en ese caso quiere su parte. Nieves le dice que ella no la necesita y entonces Isabel le pregunta por su padre, le dice que lo está poniendo en peligro al llevárselo así. Nieves le dice que no le queda de otra, que lo tuvo que hacer para salvarlo de Elena.

Isabel le dice a Nives que puede que estén mejor sin él y la hermanísima se indigna y le responde que parece mentira que sea una Lobo.

Isabel aprovecha que la casa está sola y guarda todas las joyas de su madre en una bolsita. ¡Ya tenemos patrocinador para la casita en Sanabria señoras! Desde aquí le agradecemos a la suegra de todas que haya dejado en herencia sus joyas. Nuestras chicas seguro que las aprovecharán a tope.

Isabel y Cristina se juntan a media tarde para concretar sus planes. Isabel conoce una casa de empeño en Villegos, así que el plan es llevar las joyas, cambiarlas por dinero y escaparse a vivir su vida loca. Cristina le pregunta si está segura e Isabel responde un: más que nunca. ¡Ya no hay nada que pueda detenerlas chicas! A media noche se van a ver en el burdél y de ahí se lanzan a Sanabria.

Cristina: Vámonos ya, ahora. No necesitamos nada más.
Isabel: No, tiene que ser esta noche, así me echarán en falta hasta mañana.
Cristina: Entonces será esta noche. He soñado tanto con este momento que no me parece real.
Isabel: Pues lo es.

Nuestras chicas se besan y ¡es todo tan mono chicas! El amor de estas dos nos inunda a todas y todo es felicidad.

Bueno, todo era felicidad hasta que el maldito Teniente aparece a lo lejos a caballo y las ve besarse. ¡Nooooooooooooo! ¿Por qué ahora?

¡Que ganas de matar a alguien! Pero la esperanza muere al último ¿verdad? ¡Míentanme chicas! ¡Necesito apoyo moral!

Cristina vuelve al burdél para encontrarse a Ruiz sentado en su cama y pistola en mano. El Teniente le ordena que cierre la puerta y a ella no le queda otro remedio que hacerlo. Ruiz la llama hija de puta y le dice que ha visto como pervertía a su mujer. Le dice que no sabe lo que pretende entrometiéndose en su matrimonio y la amenaza diciéndole que se acabó porque Isabel es su mujer. Cristina le dice que ella la quiere y él le ordena que se calle.

Cristina: ¡No! Llevo callada mucho tiempo. Yo la quiero y ella me quiere a mí.
Ruiz: ¡Te he dicho que te calles zorra!
Cristina: ¿Por qué te crees que se casó contigo? ¡Porque su padre la obligó! ¡Porque era eso o morirse en un convento! Querías saber por qué me acosté contigo ¿eh? Cuando me encontraste en tu cama acabábamos de hacer el amor. ¡Era la única forma de que tú no sospecharas! ¡Ella no soportaba hacerlo contigo y cada vez que lo hacía pensaba en mí!

Ruiz se poné histérico y empuja a Cristina que termina dándose un golpe en la cabeza contra la cómoda de madera y cae fulminada al piso. A todas se nos para el corazón cuando vemos que no se mueve ni un milímetro y que un hilillo de sangre sale por su boca.

Cristina está muerta señoras. ¡Esta muerta! Y el hijo de puta del Teniente sale corriendo como la rata cobarde que es.

Por la noche, Isabel llega al burdél para encontrarse con Cristina y huir a Sanabría. Pero en lugar de encontrarse el futuro lleno de luz que tenía planificado, se encuentra a su novia muerta en el piso.

Isabel se desespera intentando despertarla, pero está claro, Cristina está muerta. Nuestra Loba no puede con su alma. Después de todo lo que han luchado y cuando por fin tenían la felicidad al alcance de su mano,

los guionistas el destino les ha jugado la peor de las pasadas.

Isabel se abraza a Cristina con todas sus fuerzas mientras llora lágrimas de sangre junto a todas nosotras. Pero esto no es Once Upon A Time señoras, aquí un beso de «amor verdadero» no funciona para despertarnos de la maldición de la lesbiana muerta. Y no nos queda de otra que quedarnos como Isabel. Llorando por todas las esquinas porque Cristina ya no está entre nosotras.

Creo que voy a tener que actualizar mi post sobre las muertes de lesbianas en televisión que nos han roto el corazón, porque ver a Cristina en el piso con sangre en la boca nos ha dejado a todas en estado de shock. Y es que pasan los años y ¡los malditos finales para las parejas lésbicas no cambian! Nos han vuelto a matar a la morena y a dejarnos destrozadas.

¿En serio guionistas? ¿Esto es lo mejor que se les ha ocurrido? ¿Era tan difícil darles un final feliz? Lamento comentárselos, pero al igual que el tópico de la lesbiana embarazada esto no es original, esto ya lo habíamos visto. Y eso en el panorama nacional, si nos vamos al internacional ¡ya ni les cuento! Creo que podemos contar con los dedos de una mano las historias de parejas lésbicas en televisión que han terminado bien. ¡Y nos sobrarían dedos! Ayer alguien decía por Twitter que ya no queríamos un: «y vivieron felices para siempre» sino que nos conformábamos con un: «y vivieron». Es super triste pero es que, en serio, estamos cansadas de finales así.

Igual de entre todo lo malo que ha pasado, quiero quedarme con algo positivo y agradecerle tanto a Adriana Torrebejano como a Berta Hernández lo mucho que han luchado por que esta pareja tuviera un final feliz.

Pocas veces vemos actrices que no solo hagan bien su trabajo, sino que se involucren con la comunidad, interactúen con nosotras e incluso se indignen a nuestro lado por la manera en la que evolucionan las cosas. Mil gracias por ponerse de nuestro lado y sufrirlo con nosotras. La pena es menor cuando sabes que alguien entiende por lo que estás pasando. Si la historia de Isabel y Cristina terminó así no ha sido por ellas, creo que a todas nos tiene que quedar bastante claro.

En fin señoras, sé que están indignadas y tristes. No por nada ayer #TierraDeLobas fue trending topic en España. Así que las invito a desfogarse en los comentarios, a renegar y sufrir en compañía, que siempre es mejor que hacerlo en la soledad de nuestros sistemas.

Yo las dejo, como todas las semanas, con algunos de los Tweets en #TierraDeLobas que me hicieron vivir esta triste noche con un poco más de alegría.

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