Libros Lésbicos

Una docenita de relatos. Este es el material que integra el libro con el que hoy vamos a deleitarnos. Son variados, heterogéneos, distintos, diferentes. Tanto en el fondo como en la extensión. Tanto pueden tener dos páginas como cincuenta. Pero tienen algo en común: son historias de mujeres. Pasemos a conocerlos:

La Petición. «¿Lo crees o estás segura?». Estas son las palabras mágicas que acompañan los diálogos más importantes de la vida de las protagonistas.

Después el amor nos inundó como se inunda un barco, por compartimentos estancos, poco a poco, hasta que nos sumergimos en él y no supimos salir a flote. (Pág. 10)

Es una gran historia de amor, sosegada y tierna. Es natural, muy real, casi cotidiana, y sin embargo rebosa sentimiento. Resulta increíble que se pueda contar en tan pocas páginas algo tan completo. En cuatro hojas se narra una historia completa del amor de dos mujeres, tan veraz, tan emotiva, y a la vez tan sencilla, que emociona sin remedio. Creo que es mi favorita.

Haciendo Tiempo: De longitud mayor que la anterior, esta narración relata la búsqueda de una madre. Una madre -Amanda- que busca no sólo a su hija, sino también a sí misma en muchos aspectos. La aventura tiene cómplice: Alicia, la narradora; ella se presta a ayudarla por lealtad al recuerdo de su gata Luna. Para Alicia, la «busca y captura» de la hija perdida será también un encuentro con la vida. Esta es una historia para pensar en cómo el destino tiene caminos cuyas protagonistas siempre desconocen.

Ya Cené: Es un pequeño y estimulante relato de sexo oral. Breve, pero concentrado, como un pequeño frasco de esencia erótica.

Verano: Con 50 páginas, podría ser toda una mini-novela. Cuenta la historia de un amor imposible (por lo difícil) que surje entre una jovencita y su profesora, cuando aún no sabe que va a ser su profesora en unos meses. Digo que es «imposible por lo difícil» no porque no pueda darse, sino porque cierto es que las dificultades del caso parecen invencibles. Ojo, que sólo digo «parecen»: poderse, claro que se puede. Y lo digo con conocimiento de causa.

El Rabito de la A: Este me gusta especialmente. Cuenta una historia sorprendente, tal vez no tan alejada de lo habitual como pudiera pensarse. Porque quién sabe cuántas historias como la que aquí se cuenta habrán pasado desapercibidas para la sociedad de la época. El relato está contado por un/a narrador/a testigo y describe a grandes trazos la vida de una persona muy especial en el ámbito rural de, probablemente, principios del siglo pasado (o un poco antes).

¡Máxima Rivalidad! otro breve relato, ilustrativo de la importancia del fútbol en las relaciones personales de las forofas del balón y de su equipo, al que sigue La Prueba del Nueve, o de cómo, a pesar de que muchas veces no hace falta hacer pruebas, a algunas personas les cuesta decidirse hasta que no comprueban fehacientemente y a machamartillo que el resultado de la operación es correcto.

El visillo de la ventana, entreabierta, filtraba las luces de la Gran Vía. A tientas buscó mi cara y depositó un beso muy suave en mis labios. Su mano se había posado en mi rodilla, yo cerré los ojos, mi boca respondió a su caricia con otro beso suave, muy largo. Abrió su boca, y al sentir su lengua una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo. (Pág. 149)

Niño de Luna. Es la historia de una maestra que se encuentra con una chica a la que ya ayudó cuando ésta era niña. Ya entonces impidió que unos rapaces asilvestrados perfeccionaran la paliza que le estaban dando; ahora, la muchacha está embarazada y vuelve a necesitar ayuda. Ya lo advierto, lo que cuenta este relato no tiene nada de convencional. Os va a sorprender.

Una Cuestión de Psicólogo. Con un lenguaje castizo, vivaz y cierto acento del sur, la protagonista se pregunta si su gusto por las mujeres rellenitas es un caso particular del que no participan las demás lesbianas, una rareza suya o…una cuestión de hacerse mirar por el especialista. Y es que lo suyo con las chicas entradas en carnes es de pasión; sólo le falta mojar pan.

Por si no lo recuerdas, sabe salado. Una ruptura con cena como escenario, una calle lluviosa, risas y abrazos y, finalmente, ¿qué es lo que sabe salado? A ver si lo adivináis, si queréis hacemos una porra.

Nel Blue, dipinto di blue.

Había pasado mucha agua bajo el puente, más de treinta años, pero el recuerdo de aquella noche aún dolía, y esa canción, más bien el estribillo, martilleaba en su cabeza como la banda sonora de una decepción. (Pág. 169)

Marina ama a Carmencita, su amiga de la niñez, pero mientras sonaba esa canción todas sus esperanzas de significar algo amoroso para ella se desvanecieron. Tras tanto tiempo y porque a veces es necesario volverse a encontrar, vuelve al pueblo donde creció por unos días. Allí encontrará a su Carmencita, muy cambiada, en todos los aspectos. Y también conoce a otra mujer. Cuando menos se espera, la vida pega un giro total y empieza de nuevo a reverdecer. Además del mensaje esperanzador, este relato está lleno de apuntes de humor. La imagen de un grupo de cincuentones en medio de la discoteca Pachá, como colonos del Oeste americano rodeados de los indios adolescentes es una estampa para no parar de reír. Y qué decir de lo libanés, ya sabéis lo de la confusión “Lesbiana/Libanesa”.

Una vez saciada su curiosidad, señora, ¿me permite preguntar si es usted libanesa? — Del mismísimo Beirut (Pág. 199)

De verdad que todavía me arranca una sonrisa. Nunca se vio forma tan galana de declararse lesbiana.

La Dieta. Seguir una dieta es a veces lógico y necesario. Pero lo que no es recomendable es estar a dieta y salir por ahí a beberse hasta los culos de los vasos. Porque, señoras, beber sin comer lleva a una irremediable consecuencia: la más horrorosa curda de las galaxias conocidas, con la correspondiente confusión de conciencia, falta de memoria, realización de locuras variadas, vomitonas y demás actos vergonzantes en vía pública, etc, etc. Si vas con una etilidad en fase extrema, te expones a aparecer en cama desconocida de dormitorio de chica desconocida, con la que habrás realizado quién sabe qué lubricidades. Y no acordarte de nada…pero de nada, nada, para tu estupefacción. Y es que en ciertas circunstancias, no puede una fiarse de su memoria…¿o sí?

Ya he dicho muchas veces que me gustan los libros de relatos porque sus virtudes son muchas: permite leer por etapas, en un mismo volumen se concentran un montón de historias distintas y el resultado tiende a ser equilibrado porque si alguna narración es un poco más flojilla, para eso están las demás, para compensar. En el caso que nos ocupa, los relatos mantienen entre sí un estándar de calidad. El libro no “cojea” de ninguna pata, lo que hace que sea un todo armónico.

Las historias son muy diferentes, pero siempre unidas por la temática común: todas tratan de mujeres en libertad. Ese hilo que las liga da consistencia al conjunto, dando sensación de unidad argumental. Podría calificarse como un libro lésbico en su mayor parte, pero para expresarnos con más exactitud, deberíamos hablar de un libro LGBT femenino.

Algo muy de agradecer es que los personajes sean de todas las edades. Estamos demasiado habituadas a que las protagonistas de los libros sean sólo jovencitas, o con un límite de años que raramente pasa de los treinta y tantos. Por encima de esa edad también se existe, (afortunadamente). Es más, con suerte, todo el mundo traspasará esa frontera y seremos felices en nuestra madurez y, con más suerte todavía, en nuestra vejez.

Creo que podéis pasar un buen rato leyendo el libro. Con las breves notas a los relatos os podéis hacer una pequeña idea de por dónde van los tiros. Además de ser variadas, las historias tienen interés, son originales, algunas divertidas, otras más dramáticas…pero sin perder nunca la esperanza. Que lo disfrutéis, si os apetece.

Edición citada: GAS, P. La Petición y otros Relatos de Mujer. Relatos de Lrc. Ed. EdítaloContigo. 2014.