Como buena lesbiana una debe ver, mínimo, dos o tres películas lésbicas, para conocer una cosa importante: es “como” nuestra vida. Podemos concordar que el cine hecho para mujeres homosexuales, es un cierto recorte de la realidad, pero no es un ítem para generalizar. De este punto es donde parte el artículo de esta semana, ¿somos un arquetipo más?

En una opinión muy personal, dejando atrás contexto, arte, guión y lo técnico de un film, sólo existen tres tipos; 1) la del final feliz, 2) con la que lloras y sufres y 3) aquella donde no sabes no como sentirte. Bajo esta premisa tomaremos una triada de ejemplos, los cuales espero hayan visto, aunque se perciben obvios.

Rosas Rojas (Imagine Me & You)

Básicamente es una película, del tipo Disney, donde sabes que todo saldrá bien, aunque Rachel (Piper Perabo) es una buga tradicionalista, temerosa y confundida y Luce (Lena Headey) es una mujer lesbiana sensual y pseudo-tomboy, por quién tiene un tremendo crush. Obviamente como en cuento, a pesar de estar casada y rebasar una serie de obstáculos, consiguen estar juntas y “jugar a los tazos”, pues la hetero se queda con la lesbiana.

Los chicos no lloran

Quizá sea una reliquia de película y algunas no la consideren lésbica, porque se centra en la transexualidad, es probable que Brandon (Hilary Swank) quien alguna vez fue Teena, haya comenzado por ser lesbiana, o sea es común. Lana (Chloë Sevigny) se enamora de Brandon, un machito muy tierno y antes #casual, fue mujer. Obvio pasan por las etapas del coqueteo y enamoramiento, para cuando la bomba estalla, el tema trans genere el nudo de la historia. Agresión, violencia sexual y un desenlace muy crudo, terminan rompiéndote el corazón de tortillita y hasta piensas “¡qué mierda le pasa al mundo!”, pues la homofobia a veces no tiene límites.

La vida de Adele

Ya se ha convertido en un santo martirio, por ser la producción lésbica más alabada de todos los tiempos. Sin embargo con todo y Palma de Oro, la historia coincide un poco con las otras. Adele (Adèle Exarchopoulos) era una chica hetero-confundida, tratando de encontrar una identidad, probó con un tipo y no le gustó, probó con una tipa y le encantó; para finalmente encontrarse con Emma (Léa Seydoux), una joven tomboy, con la cual enfrenta el rechazo de su entorno, hasta conseguir una estabilidad en pareja. El drama de los cuernos, el sufrimiento, llorar con mocos y el faje en la cafetería, todo para quedar como “conocidas” y el final, ni es un final, porque te dejan en suspenso.

Quisiera atreverme y asegurar que una película protagonizada por dos mujeres lesbianas, en una pareja estable y madura, no vendería lo mismo ni sería el hit taquillero, sino todo lo contrario, ¿nos gustará ser víctimas?

Además, algunas (hay muchas excepciones) siguen el estereotipo de relación tomboy/butch con lipstick/femme y por deducción la que está confundida tiene que definirse como lesbiana y todo el proceso te lo plantean súper difícil. La aceptación y la afrenta social, son como la adolescencia; complicada, pero obligatoria y el sufrimiento es totalmente opcional. Como estos ejemplo hay muchos más.

Mientras en el aspecto amoroso, lo más importante, parece nos gusta lo difícil pues no es complicado observar, que efectivamente sí nos atraen las bugas, pero ¿por qué idealizar a la pareja como amor incondicional y entrega sin límites? Algo se puede asegurar, el amor extra-romántico no es nada más que un modelo elaborado donde en un 99.9% de los casos, las mujeres sufren.

Ahora con estas breves conclusiones, la cuestión es definir ¿somos las lesbianas que prefieren estar con hetero-confusas para armar un drama social y “luchar” por amor? ¿Qué es primero? ¿Imitar el cine o que el cine nos imite?