Pobres inocentes de nosotras que pensábamos que la cosa no se podía poner peor con Víctor Dumas en Seis Hermanas. Sufríamos por el acercamiento que estaba teniendo nuestra Silva con el señor, pero lo de esta semana ya roza la desesperación y han hecho que nuestros corazones se vuelvan más oscuros. Así que mejor vamos al explicarlo porque soy incapaz de escribirlo dos veces ya que mi sufrimiento es enorme.
Empezamos con la quejas del señor Dumas sobre la vida de Madrid y sus intelectuales. De hecho, para el hombre la única interesante que ha conocido la tiene delante, cosa que es un halago para la chica. Ésta le responde que igual no está buscando en los sitios correctos, por lo que Víctor se pone a pensar y se emociona pensando en que ellos mismos pueden crear tertulias, animando a que vayan gente de universidades, músicos y todo tipo de bohemios. El problema sería el lugar donde organizarlo, pero él rápidamente piensa que la casa Silva es el mejor lugar para ello.
Así que por la tarde tiene lugar la reunión y a Rosalía no le gusta un pelo nada, dice que hasta prefiere las reuniones sufragistas que aquello, ya que los señores que van comen y beben mucho y recordemos que la familia no está en su mejor momento económico y así lo sabe su ama de llaves, de ahí también viene su queja. Después cuando termina la reunión, Celia va a hablar con la mujer para hacer cambios en el mobiliario para cuando tenga lugar la próxima pero el ama de llaves dándole razones de peso la hace entrar en razón sobre que ese lugar no es el más adecuado, sobre todo ahora que tendrán una huésped una temporada, doña Dolores, la suegra de Blanca, una de las mujeres más insoportables de la serie. Así que la chica al oír eso, sabe que lo mejor es realizarlas en otro lugar.
Al día siguiente nuestra chica vuelve a quedar con su amigo para comunicarle que no harán más tertulias en su casa y que lo siente mucho porque sabe que es un desbarajuste el avisarlo con tan poco tiempo, pero sucede todo lo contrario, ya que el Dumas no quiere más reuniones en su residencia porque según él “no fluye la creatividad por ninguna parte en esa casa”. Pero para asombro de Celia el chico ya ha encontrado un sitio para poder realizarlas y le pide que lo acompañe. Y el lugar no es otro que el conocidísimo Ambigú, tras hablar los dos dueños con la pareja (que mal suena) llegan a un acuerdo para que pueden celebrar ahí las reuniones allí y salen todos contentos.
Los días siguen pasando y Merceditas le trae el correo a nuestra Silva en el que hay una carta de ¡¡¡Aurora!!! Pero vamos, lo que le dice en ella será lo peor que le podremos escuchar a la chica, después del famoso “me voy a casarme”. Juzgar vosotras mismas:
Querida Celia, cada día estoy más ilusionada con mi futura maternidad. A mi marido le gustaría que fuera una niña pero yo prefiero un niño, su vida sería más fácil. A menudo me acuerdo de ti y eso me afecta. A medida que se acerca el nacimiento del niño prefiero hacer borrón y cuenta nueva. Quiero cortar con un pasado del que no puedo darle cuenta a nadie. Para seguir adelante he de renunciar a tu recuerdo y a lo que representas, mi pasado debe morir así que esta será mi última carta.
No me digáis que no es un drama todo. Sufro mucho pero por otra parte pienso que es lo mejor para ella, el distanciamiento con Aurora le hace mal y escucharla hablar de su vida con su marido y su hijo es fatal. Cuando arruga en mil la carta y está al borde de las lágrimas aparece Víctor Dumas que al verla tan afectada le pregunta que le sucede, pero la chica le responde que nada, él sabe que no es cierto y no entiende porque no termina de confiar en él, pero ella le dice que cada vez que confía en alguien la decepciona.
El chico la anima a que a pesar de que le hayan hecho daño, no renuncie a confiar en otras personas, como por ejemplo el mismo. Sé que la trata de animar pero la verdad es que no me gusta un pelo todo esto y sufro mucho en mi fuero interno. ¡¡¡Aurora como has podido dejarla tan sola y tristeeeeeeeeeee!!!
Más tarde paseando por la calle Víctor le pregunta que leerá esa noche en la tertulia. La chica ni se lo había planteado porque ella no está acostumbrada a leer nada a nadie, en todo caso a sus hermanas, no se siente del todo una artista, pero el chico rápidamente le quita eso de la cabeza al decirle que ella escribe de maravilla, que ha leído sus escritos tanto en prensa como por las cartas que se enviaban y escribe de una manera genial. Según él, es toda una revolucionaria y sería una pena que dejará escapar ese potencial. Al menos hace que nuestra Silva vuelva a sonreír después de la triste noticia que ha recibido ese día.
La próxima vez nos los encontramos en el Ambigú porque es el momento de la famosa tertulia. Empieza Víctor leyendo unas líneas sobre el manifiesto futurista pero al final se emociona y termina el mismo dando un discurso que atrapa a todo el mundo incluida a nuestra querida Silva. El chico se acerca a ella en determinado momento y la lleva al centro de la sala y cuando termina de recitar lo que tenía, le planta un señor beso a nuestra Celia. Casi me da un infarto y mi corazón se queda parado en el acto, pero por algún tipo de milagro, sigue latiendo después de ver la escena.
Al día siguiente la encontramos contándole a su hermana lo del beso, que se dejó llevar por las palabras del chico y cuando se dio cuenta tenían sus labios pegaditos. Francisca le dice que si le dio el beso es porque Celia le gusta pero la chica lo que está interesada en saber es lo que piensa su hermana de todo eso. Pero ella está hecha un lio, porque obviamente Dumas le interesa pero no sabe en que sentido, porque le gusta su forma de ser y excentricidades pero no sabe si hay algo más allá de eso. Su hermana le aconseja que siga viendo al Dumas y que se deje llevar y si tiene que suceder algo pues lo hará. Por la noche y una vez ya a solas en su habitación, le escribe una carta a Aurora:
Aurora, sé que esta carta no la enviaré jamás pero necesito hablar contigo de alguna manera y ya sabes que puedo expresar mejor lo que siento escribiendo. Estoy un poco asustada, lo reconozco, me ha costado mucho estar sin ti. Fue todo tan extraño y han pasado tantas cosas desde que te fuiste… Víctor Dumas me besó delante de todo el mundo en el Ambigú. Nadie me había besado después de ti. Fue un beso que me pilló por sorpresa, un beso que respondía a un impulso, un impulso sincero por lo que parece. Está claro que Víctor Dumas alberga unos sentimientos por mí que yo misma alenté con las cartas que le escribí durante muchos meses. Es divertido, culto, provocador… y ha hecho que tu marcha sea más llevadera para mí. No ha llenado el vacío que siento con tu ausencia pero ha sido capaz de hacerme reír.
Si te cuento esto es porque la vida me va dando sorpresas a cada paso. Algunas han sido terriblemente amargas y otras no sabría como catalogarlas. Lo que sí puedo asegurarte es que aunque no sé que pensar con lo que ha pasado con Víctor, te echo de menos más de lo que se puede explicar con unas simples palabras. Durante el día es más fácil olvidarte pero por la noche… por la noche apareces en todos mis sueños.
Aishhhhhh he muerto de amor con esta carta que al momento de escribirla rompe… Si es que no podemos negar cuanto echa de menos a nuestra guapa enfermera, una pena que esté tan lejos. Solo espero que vea a Víctor como un amigo y no algo más porque primeramente se terminarían mis resúmenes semanales. Aunque con esto último estoy segura es que aún tiene a Aurora en un lugar muy especial en su corazón, así que yo soy de las que tiene esperanza, ¿y vosotras? Nos leemos la semana que viene.