Sevilla, Alameda de Hércules. Dos amigas charlan con animación mientras cenan en el local “Dos Tapas”. Su conversación se centra en una tercera persona, amiga común de ambas, cuyo devenir vital no pasa por sus mejores momentos. El objeto del debate se llama Camille.

El problema era que Camille se había enamorado de una mujer hacía cosa de año y medio, y la otra no la quería. La zarandeaba emocionalmente de un lado a otro, la dejaba, se arrepentía y la volvía a desencajar con una simple frase. Y Camille se había vuelto una niña frágil, con reacciones que rayaban la inmadurez y el delirio, desesperada por encontrar el modo de hacerse amar con plenitud.

Allegra, camarera de turno esa noche, no puede evitar pegar la oreja cada vez que pasa cerca de la mesa: el tema ha atrapado toda su atención. Camille es interesante, fascinante incluso. Así que procura enterarse del mayor número de detalles posible.

Ajenas a la curiosidad de la camarera, Sofía y Clara siguen hablando e, involuntariamente, dando gran cantidad de información sobre su amiga ausente. Porque Camille, triste y desolada por esa relación complicada y desafortunada, no ha querido acudir a la cena. Prefiere estar sola. Prefiere ir consigo misma a ver una obra de teatro. No es, en su opinión, una buena compañía para nadie en su momento sentimental actual: teme amargarle la noche a las amigas.

Ni hablar de sí misma, ni del dolor intrínseco a cualquier actividad cotidiana como hacer la cama, recoger ropa del tendedero, abrocharse el abrigo o cerrar con llaves. Ni de la amargura que brota de los libros de “ella” sobre las estanterías, o de las fotografías guardadas en cajas en el fondo del armario.

Allegra toma buena nota: Camille irá esa noche a un espectáculo teatral en Triana. De repente, algo nace dentro de ella, que no es más que el ansia de conocer, ver simplemente, a Camille. Así que, finaliza el turno abruptamente y pedalea en su bicicleta en dirección a Triana, con la lejana esperanza de pillar a Camille saliendo de ver la obra.

Allegra tiene la sensación de que nada volverá a ser como antes, de que ahí comenzará el resto de su vida.

La conversación de Clara y Sofía ha resultado el conjuro que ha despertado el interés de Allegra y, quizás, un encuentro que de otra manera no hubiera sido posible. Quién sabe, tal vez también el inicio de una relación. Las charlas de estas dos amigas producirán otra vez el mismo efecto… al final de la narración: son conversaciones mágicas, generadoras de relaciones.

Como breve es el relato (no es una novela), breve es también esta reseña. Es una historia corta, concentrada, dividida en pequeñas partes, que dan el punto de vista de los principales personajes. Esto dota de ópticas diferentes para hacer avanzar una historia pequeñita y sencilla, pero plena de interés: la fascinación de Allegra por Camille, la relación compleja de ésta con su entorno (amigas incluidas), dónde puede acabar todo eso…etc, etc. Todo ello integrando una historia de amor compleja y encantadora, con reflexiones interesantes y una visión de la vida nada superficial.

El dolor nos hace más fuertes pero también más complejos, aprendemos a desconfiar, a manipular, a mentir, tras recibir un golpe.

La ambientación está cuidada, puedes pasear un poquito por Sevilla sin moverte de tu casa. Y esto también es un punto agradable. Por tanto, hoy os recomiendo esta narración chiquita, aunque completa. Estoy segura de que os gustará. Que la disfrutéis, si os apetece.

Edición citada: LAGO, E. Ayer empezó el resto de mi vida. Autoedición. Ebook. 2015.