Sigamos avanzando con El Ministerio del Tiempo, que la tenemos abandonada y hay cositas lesbicanarias que comentar.
Nos encontramos a Irene atendiendo a un parto en vete tú a saber qué época, pero no se ve que sea moderna precisamente. Hay un doctor del Ministerio con ella, obviamente, pero la matriarca gitana no deja que se acerque a la muchacha que está pariendo por costumbres e Irene está en plan “are you fucking kidding me?” porque no sabe qué hacer.
Como Irene es una todoterreno pues evidentemente también logra ayudar a sacar a la niña y todo es alegría y felicidad. ¿Que a qué se debe? A que la bebé es Carmen Amaya, que en el futuro será una importante bailaora española y ya sabéis que en el Ministerio hay que estar preparada para hacer de comadrona también. Pero Irene tiene de todo menos buena cara, no para de toser y se nos desmaya. Y entiendo que no es porque le impresione la sangre, sino porque algo malo le pasa. ¡Ay, dios!
Si recordáis, Susana dio una patada en el culo a Salvador en el último episodio y es la que manda ahora en el Ministerio, así que enseguida se pone muy farruca con el médico y con Ernesto diciendo que “aquí ahora no se deja a ningún agente atrás y que a ver qué va a ser esto”. Así que ordena traer a Irene del pasado aunque eso pueda desencadenar una pandemia si el virus se extiende. Lo que es el amor, chiquis…
Así que la traen rodeada de grandes medidas de seguridad y la meten en un sitio aislado. Susana la mira a través de un cristal e Irene parece que está al borde de la muerte de lo malamente que se le ve la carita. ¡Coño! ¡Como que es la famosa “gripe española” del siglo pasado!
El caso es que un enfermero la lía parda al no seguir bien los protocolos al quitarse un traje (¿os suena el tema?) y tienen que bloquear todas las puertas del Ministerio porque los ponen a todos en cuarentena. A Susana se le hincha la vena que no veas, porque se le está yendo todo muchísimo de las manos. Ups-didú. No era todo sólo dar órdenes de jefaza y viajar en el tiempo de risas, ehhhh. Pues mirad como nos tienen a nuestra lesbicanaria Irene.
Sí, sí, esa mujer moribunda con cara de no haber dormido en un mes es Irene. ¡Ayayayayayayayay! Que sabemos perfectamente que las lesbianas tienen un índice de mortalidad muy alto en las series de televisión, QUE ME ESTOY PONIENDO YA NERVIOSA. No es la única, ¿eh? Cada vez hay más agentes enfermos, entre ellos Alonso y Velázquez. También como se muera Velázquez… Susana, la que has liao, pollito.
Por ahí también aparece María Pita enferma y yo como gallega me enervo, porque dicen “Sanjenjo” y no sé qué más y mirad… No lo entenderéis si no sois gallegas, pero la trama María Pita me ha tocado el coño a dos manos así que voy a pasar de comentarla por no enfadarme con los responsables de la serie. Un beso.
Muere uno de los agentes infectados y Susana quiere que los demás agentes no lo vean y sacarlo a escondidas, pero Irene mira a la cámara de forma suplicante y dice un “por favor” que se nota que está dirigido a ella. Y claro…
Susana dice que ok, porque está que se muere de la preocupación de forma literal. En sus delirios de fiebre vemos cómo algunos enfermos recuerdan su vida, el médico hace cosis sospechosas, Amelia y Pacino lo andan vigilando y Ernesto con su lealtad absoluta a Salvador está tratando de salvar el Ministerio de las malas decisiones de Susana.
Entre que esto pasa, Susana va a ver a Irene a través de la puerta de la enfermería y tienen ahí su conexión lesbicanaria EVIDENTE. Que a ver, seamos sinceras, no es que Cayetana Guillén Cuervo y Mar Saura tengan una química para echar cohetes (más bien NO la tienen), pero menos da una piedra, es lo que tenemos.
Y se ponen a hablar así a través del espejo en plan “oi, que me tienes muerta de la preocupación, oi, que ahora te sonrío, oi que nos tocamos las manitos a través del cristal”. Pues habrá que shippearlas o algo, ¿no? Que en verdad, yo shippeo a Irene con cualquier mujer que me la pongan, mis ships en esta serie son muy superficiales, sólo quiero que Irene Larra lo pete y bese a señoritas. ¿Es tanto pedir? A ver, es que en el fondo sigo echando de menos a Nuria porque soy una romántica. ¡Nuria, te esperamos! ¡Vuelve!
Susana: ¡Si el enfermero hubiera seguido el protocolo a la hora de quitarse el traje nada de esto habría pasado!
Irene: No digas eso.
Susana: Lo siento. La responsable de todo soy yo, no sé a quién quiero engañar.
Irene: Querías salvarme.
Susana: No dejo de preguntarme qué hubiera hecho Salvador en mi lugar. Habría seguido el protocolo supongo aunque se le llenase la boca diciendo que ningún agente se deja atrás. Lo siento, Irene. Yo sólo quería cumplir la promesa que te hice.
Pues manda huevos, niña, poner en peligro a toda la población civil trayendo al presente un virus del siglo pasado por una mujer. Esto es muy loquis. Pero bueno, ¿os acordáis de la escena del coche de capítulos anteriores en la que parecía que se iban a besar pero no?
Pues más bien sí. JA. LO SABÍA. Pareja bollo CONFIRMADA. Que bueno, no es que el beso nos quite el aliento ni nada, pero siempre es bonito ver a mujeres besarse en la televisión pública en pleno prime time.
Irene: Es la primera vez que beso a un superior.
Susana: ¿Ah sí? ¿Y qué tal?
Irene: Pues… Por ahora no me puedo quejar.
Y se besan un poquito más. Nosotras tampoco nos vamos a quejar, seguid, seguid… Sin prisa. Luego Susana le da un beso en la frente que a mí me sienta un poco raro. Yo que sé, lesbicanarias, es que son las dos tan iguales de personalidad en plan mujer seria, un poco fatal, un tanto fría, con atractivo elegante… ¿Esto cómo lo llevan? ¿Cómo se complementan en la vida diaria? ¿Y en la cama? En plan, yo estoy muy a favor de cualquier combinación porque ya sé que el tema power/bottom es muy subjetivo pero… MIRAD, QUE YO NO SÉ QUE HAGO HABLANDO DE ESTO.
El caso es que ahí es cuando Susana le promete que todo va a cambiar y blablablabla, incluida, literalmente, “nuestra historia”. ¿Qué historia? ¿Cuánto tiempo lleva en marcha esa historia? ¿Qué me estáis contandooooo? En el presente Susana incluso se anima a entrar a ver a Irene con mascarilla y guantes.
Eingggg. ¿Por qué es tan incómodo este momento? ¿Qué se le pasa por la cabeza a Irene? Yo de verdad estoy muy atacada con Susana, creo que es mala bicha. Y le susurra sensualmente “no quería perderte, tenía tanto miedo…” Ok, pero ni que os amaseis o algo. No, no, no, no. Sexo ok, pero no me vendáis un rollo romántico porque no da. Aquí hay algo raro, de verdad os lo digo. Mark my words.
El caso es que al final obviamente se solucionan las cosas, aunque el médico estaba haciendo lo que no debía y lo mandan a no sé qué época como castigo, pero de colegueo. Ernesto también está encantado de que Irene esté a salvo, faltaría más.
Aunque cruza miradas con Irene, que está en el despacho de Susana tal que así, y pone cara de madre del amor hermoso, en vaya red fue a caer. De hecho, Susana enseguida cambia la cara y baja la persiana. E Irene agacha la cabeza. ¿Pero quién eres? Tú no eres nuestra Irene. Susana es mala mala, la está manipulando. No me fío un pelo.
Pero en el siguiente capítulo ya están con nueva misión en torno a Argamasilla, un mago agente del Ministerio y tienen que viajar a 1924 a evitar que los americanos terminen descubriendo secretos del Ministerio, porque andan comiéndole un poco la oreja al señorito.
Irene está con un vestido rojo de estos que le quedan que te mueres y Susana va a juego de rojo también. Hay cosas que a la nueva jefa no le sientan muy bien porque no se entera de nada e Irene tiene que explicarle que “así es cómo se hacen las cosas aquí” y mira hacia abajo como arrepentida. ¡Que no! Tú habla alto y claro Irene. ¡No te amilanes! El caso es que mientras la patrulla va de misión, Irene y Ernesto se encuentran en la cafetería.
Como comprenderéis, Ernesto es #TeamSalvador e Irene es #TeamSusana, así que están mosqueados otra vez.
Ernesto: Mira, Irene… Dios sabe lo que me alegro de que sigas viva.
Irene: Pues yo no, ¿sabes? Ojalá hubiera muerto yo y no todos los que se infectaron a cambio de que yo me salvara. Es un peso que voy a llevar encima toda la vida, pero tenemos que seguir adelante, joder. ¿Dónde está tu sentido de la disciplina? Es nuestra jefa. ¿O es que no puedes soportar que quien te mande sea una mujer?
Ernesto: La incompetencia es como la inteligencia, la bondad, la estupidez o la avaricia. Ninguna tiene sexo.
Alaaaaaaaaa. Me duele que me estén estropeando la BROTP Ernesto-Irene otra vez. Y atención ahí, lesbicanarias, que ahora ya sabemos que Irene se siente muy culpable por la gente del Ministerio que ha muerto a causa de la gripe española. Pero eso no evita que siga haciendo manitas con la jefa.
Todo esto tras una pequeña discusión sobre Ernesto, que dice Susana que está alzándole mucho la voz, que Irene lo defiende y que lo va a echar a la calle. Chechecheche… Relaja la raja, tía. Irene dice que ella no merece que la haya salvado a costa de tantas vidas (ayyyyyyyyyy, los feels) y la otra la camela con esa voz sexy que tiene invitándola a cenar. Y se ponen así de arrumacos… ¿Pero esto qué es? ¿Un juego de poder? ¿Crees que puedes comprar el amor de Irene con cenas? NOOOOOOO. Estoy muy a favor de que retocen sexualmente hablando, pero que me es imposible ver nada romántico entre ellas, de verdad. Y como no les vale un restaurante de 2016, Susana decide viajar en el tiempo a cenar en el Bulli en 2002, porque su tarjeta de crédito se lo permite.
Entre que estas van a su cita, Lola reaparece en el pasado para avisar a Amelia durante la misión de que van a matar a Argamasilla, aunque ahora ella trabaja para la empresa americana, pero ya sabemos que siempre va muy por libre esta mujer. Lola le dice que Susana trabaja para la Darrow, igual que ella, y que Irene la salvó de la mazmorra medieval siguiendo sus órdenes. ¡Con Lola al fin del mundo, lesbicanarias! Yo siempre la apoyé, da la sensación de que lo sabe todo la jodía. Me encanta.
Pero tranquis todas, que Irene nunca ha sido tonta y en cuanto puede coge a Ernesto por banda para comentarle lo que ha descubierto, que efectivamente Susana trabaja para esta empresa.
Resulta que Irene mientras la otra dormía le miró el móvil y se lo está contando todo a Ernesto porque confía en él ciegamente y yo lloro porque los quiero mucho. Seguro que se escriben en las carpetas “dos claveles en el agua no se pueden marchitar, dos amigos que se quieren no se pueden olvidar”. QUE SÍ.
Ernesto: ¿Miraste su teléfono?
Irene: Creía que lo que te iba a sorprender era que me acostara con ella.
Ernesto: Mujer, esas cosas se notan. Por cómo te mira, por cómo te habla, por cómo puso en peligro a todo el Ministerio por salvarte…
Sí, cariño, se nota. Ernesto no nació ayer y es avispadillo. Irene le explica que conoce la contraseña del móvil de Susana porque es, atención… “la fecha de nuestra primera vez”. WHAT THE FUCKING WHAT? Si esto pretendía ser romántico no, ¿eh? Porque yo acabo de soltar una carcajada, os lo prometo. Irene debe ser buena en la cama, chiquis.
Así que, aunque a Irene le jode todo en el alma, su lealtad se posiciona con Ernesto y con Salvador, con el que por fin se encuentra a pesar de sus rencillas. Los tres hablan de cómo solucionarlo todo y organizan un plan para cazar a Susana mientras está pasando información a la empresa. Cuando lo hace, Ernesto e Irene aparecen por detrás en plan “surprise, bitch” y le dicen que está todo grabado. La cara que se le queda… Me ha dolido hasta a mí. En realidad no. Jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.
Susana: Nunca habría esperado esto de ti. Yo te he ayudado, he creído en ti. Te salvé la vida.
Irene: Sí. Y en la cama eres muy buena, pero tienes un defecto, Susana. Eres una traidora. ¿Cómo has podido aliarte con Darrow?
Susana intenta arreglarlo diciéndole que hay que privatizar todo y al carajo, ella se lleva comisiones… ¿A que nos suena todo esto? Lo cierto es que El Ministerio del Tiempo siempre se las arregla para meter alguna pullita con contenido social y eso se agradece.
Pero nada, guapa, que te han pillao con las manos en la masa e Irene no tiene tiempo para gilipolleces ya, por buena que seas en la cama. Es decir, tenemos confirmación de que al menos Irene se lo ha pasado bien con la mujer. Así que con esto y un bizcocho… Salvador vuelve a su puesto. Yupiiii. Uno para todos y todos para uno.
Tras el pifostio, a Argamasilla le ofrecen un puesto en el Ministerio pero en el presente. Él no las tiene todas consigo pero echa una visual a Irene y piensa “alaaa, qué piernas”, así que eso parece convencerlo. Irene se mea de la risa internamente, porque verás cuando se entere de que es bollera. Alonso casi le salta al cuello por su falta de respeto y todo vuelve más o menos a su cauce.
Lo de Susana e Irene ha sido corto, pero intensito. Irene Larra vuelve a estar soltera, lesbicanarias, algo que por otra parte parece ser su estado natural para desplegar todas sus artes de seducción. Enseguida nos ponemos al día con los últimos episodios ahora que la serie ha anunciado un parón. ¡Hasta pronto!