Cuántas cosas pueden cambiar en un sólo mes, lesbicanarias. The 100 era una serie en la que muchas teníamos una enorme esperanza, había sido críticamente aclamada por su construcción de personajes femeninos potentes con capacidad de liderazgo, por haber roto clichés y huir de cosas tan repetitivas como los triángulos amorosos, por cargarse al hombre blanco hetero protagonista en un giro que nadie vio venir… Y, sobre todo, porque Lexa y Clarke se convirtieron en una de las mejores representaciones LGBT+ que habíamos visto en mucho tiempo.
(Aviso que habrá SPOILERS de The 100 y también de otras series como The Walking Dead, Jane The Virgin o The Vampire Diaries)
Por un lado Clarke, la protagonista de la historia, líder natural de los sky-people, siempre forzada a tomar las decisiones más difíciles, a cargar con el peso de su pueblo, personaje inteligente, con determinación, con personalidad tendente al cuidado y la protección. Por el otro Lexa, líder de los grounders, comandante de los 12 clanes, mujer poderosa y respetada por su pueblo, con grandes habilidades de lucha, considerada una comandante visionaria en busca de la paz, obligada a negar sus emociones y esconderlas bajo una apariencia fría, pero que en realidad esconde a una persona cariñosa, leal y respetuosa. Pero es que, además de todo esto, Clarke es bisexual y Lexa lesbiana. Tratar de pasar esto por alto en un mundo tan heteronormativo donde tantas personas buscan verse representadas en la televisión, es no entender nada. Importa. ¡Claro que importa! Su pareja estaba en el centro mismo de la serie, eran las líderes de los dos bandos y llevaban el peso de la trama, la complejidad de sus personajes y su historia no estaba limitada a minutos secundarios en pantalla, a estar de refilón… No, no, no. Es que lo envolvía TODO, tenía ese tinte de epicidad de las grandes historias de amor, las que tradicionalmente han sido reservadas a las parejas heterosexuales. ¿Que cuando se ha visto este tipo de pareja LGBT+ con una historia así en televisión? Probablemente nunca.
¿Entonces qué pasó? Ya estaréis al tanto. El capítulo 3×07 echó por tierra todo este desarrollo, todas las ilusiones de la audiencia y todas las promesas que se habían hecho de forma más o menos explícita. Lexa murió. O, mejor dicho, la mataron. Y el fandom combustionó de una forma creo que nunca vista hasta ahora como consecuencia de la muerte de un personaje en televisión. Pero hay que tener muy claro que esta reacción no ha sido sólo a la muerte de Lexa. Desde fuera es muy fácil verlo (como han creído muchos en estas últimas semanas) como una pataleta a raíz de la muerte de un personaje y quejarse diciendo “superadlo, mueren personajes todos los días”, sin entender absolutamente nada del contexto que lo rodea. La muerte de Lexa ha sido la gota que colmó el vaso, se ha sumado a la larga lista trágica de personajes lésbicos y bisexuales de la historia de la televisión pero, además, ligada a una frustrante sensación de traición, dolor y decepción debido a las esperanzas y constante reafirmación que nos daban desde el equipo de la serie. Quizás ha sido la más sofisticada estrategia de queerbaiting que se ha visto hasta ahora en televisión, precisamente porque nunca sospechamos que era queerbaiting. Y el final de Lexa, abrupto, cruel y terriblemente injusto, sólo sirvió para echar más sal en la herida. Pero esta vez es diferente y por fin se ha dicho BASTA.
La muerte de Lexa ha sido el catalizador de un movimiento online que ya se conoce como #LGBTfansdeservebetter. Para entenderlo hay que empezar por el principio. Lexa murió… bueno, ¿y qué? Y MUCHO. Lexa no sólo murió, Lexa fue asesinada tras haber dado por fin rienda suelta a sus sentimientos hacia Clarke y lo hizo de una forma totalmente aleatoria y sin sentido, con una bala perdida que ni siquiera iba dirigida a ella. No lo hizo ni salvando a Clarke (el amor de su vida, a quien había jurado lealtad absoluta) ni salvando a su gente (como la gran comandante dispuesta a arriesgar todo por el bienestar de su pueblo que siempre ha sido). Murió a manos de Titus, una especie de figura paterna para ella que previamente había desaprobado su relación con Clarke, de forma inmediatamente posterior a la escena en la que Clarke y ella tenían sexo por primera vez. De esta manera, la narrativa de la serie reforzaba la idea de “love is weakness”, aquella que le había sido inculcada a Lexa durante toda su vida y que antes de haber aceptado ese amor repetía como un mantra. No creo que haya que hacer un ejercicio metafórico demasiado complejo para entender el significado que tiene esta muerte y esta elección en concreto en la vida de toda la gente joven perteneciente al colectivo LGBT+ que encontraba en la historia un refugio positivo frente a un día a día en el que tristemente a menudo tienen que enfrentarse al rechazo de sus familias o entorno, al bullying y a la homofobia. Creo que entender por qué la muerte de Lexa y las condiciones de dicha muerte han generado tal rechazo es bastante autoexplicativo.
Pero, además, Lexa murió replicando otra de esas muertes lésbicas traumáticas que todavía dolemos, la de Tara en Buffy Cazavampiros. No es ninguna casualidad y es problemático, porque lesbianas y bisexuales llevan muriendo de las mismas formas trágicas y dolorosas desde el mismo momento en que empezamos a tener visibilidad en televisión. Y esto tiene causas históricas, ya que nos remite directamente al famoso “Bury Your Gays”, también conocido por nosotras como el mito de la lesbiana muerta, una convención estipulada en origen dentro de la industria hollywoodiense según la cual si se representaba a personajes homosexuales en televisión, debía hacerse garantizando su final trágico. Y esto ha llegado hasta nuestros días ya no por obligación, sino por asimilación, por elección. Siguen decidiendo matar a personajes no heterosexuales y no se plantean el mensaje que están enviando cuando constantemente la audiencia que desea ardientemente verse reflejada, se ve representada en el fracaso, en la muerte y en la tragedia. ¿Exageramos? Decídmelo vosotras. El trabajazo de recopilación de Autostraddle ya suma 152 muertes de lesbianas y bisexuales en televisión. En comparación, el otro lado de la balanza queda bastante cojo, con sólo 29 finales felices. No es que sea yo muy buena con los números, pero cualquiera puede hacer las cuentas y ver que la diferencia es abrumadora.
Y no, no me vale eso de que “los heterosexuales también mueren”. Mueren todo tipo de personajes en televisión, sí, pero vamos a tratar de explicar lo del alto índice de mortalidad y el problemático desequilibrio recurriendo a matemáticas de primaria, a ver si así: Imagina que una persona tiene 50 caramelos y otra persona tiene tan sólo un caramelo. Se le quita un caramelo a cada una y lo más probable es que si te dicen que han quitado uno y uno, pienses que ha sido equitativo y que no hay ningún problema. ¿Pero cuántos caramelos quedan a cada persona? Exacto. La persona con 50 caramelos, quedaría con 49 caramelos y la persona con 1 caramelo se quedaría sin nada. ¡Ups! Pues a eso nos estamos refiriendo cuando hablamos de representación en televisión. Las minorías son esas personas que de vez en cuando tienen un caramelo… ¡Un caramelo! Y lo cogen y lo guardan como si fuese el mayor tesoro del mundo. Es SU CARAMELO, el único, no hay otro en ningún lado. Ahora imagina que no sólo te quitan ese caramelo, sino que te lo quitan cuando antes te han venido asegurando por activa y por pasiva que puedes estar segura, que te has ganado ese caramelo, que jamás te lo van a quitar porque tal vez nunca has tenido caramelos (y mucho menos caramelos TAN BUENOS), que te entienden y que no debes temer. Y después lo tiran al suelo y lo aplastan, lo rompen, lo dejan hecho pedazos… Y tú te quedas sin nada y ves a tu idolatrado caramelo pisado y hecho mierda en el suelo. Pues esto (y esto último específicamente en torno a las garantías de que el caramelo se conservaría en este caso) es lo que ha pasado en The 100. ¿LO ENTENDÉIS AHORA?
Insisto, la muerte de Lexa ha sido el catalizador y por primera vez la reacción del fandom ha servido para llamar la atención sobre estas dañinas prácticas en televisión y generar un movimiento de protesta de amplísimo alcance. Es evidente que se han juntado varios factores que previamente no existían, el más importante, el poder de las redes sociales. Una semana después del polémico suceso, coincidiendo con la emisión del siguiente capítulo de la serie, el mensaje “LGBT fans deserve better” se convertía en TT mundial durante varias horas en Twitter, así como también en una gran multitud de países, algo que era recogido por la BBC. Así, día tras día y semana tras semana, el fandom ha continuado con su actividad en la red generando constantes TT y contribuyendo a visibilizar la situación, viralizándose con importantes reclamaciones como “MINORITIES ARE NOT DISPOSABLE” y culpando directamente a The CW (la cadena responsable) y a Jason Rothenberg (showrunner de la serie) de la toma de decisiones. Un mes después es prácticamente imposible que alguien que trabaje en el mundo de la televisión o sea simplemente un enfervorizado fan de ésta, no esté al tanto de la polémica. Ya era hora de que se nos escuchase.
En general, la conversación en torno al tratamiento de minorías en televisión (y concretamente minorías LGBT+) se ha agudizado en las últimas semanas. Los principales medios de entretenimiento en EEUU se han hecho eco de la campaña, entre ellos Variety y The Hollywood Reporter, dos gigantes de la industria. A poco que leas, te informes y dejes de opinar sin conocer, es fácil darse cuenta de que no se trata de una muerte de un personaje cualquiera y de que las ramificaciones y el debate que se ha generado a raíz de ella plantean la necesidad de un cambio en el tratamiento de personajes LGBT+ en televisión. Pero también en torno a las consecuencias de interactuar con la audiencia de forma irresponsable, buscar subir los ratings aprovechándose del apoyo de una determinada comunidad y después esperar que eso no te explote en la cara. Pues lo ha hecho.
A poco de morir Lexa, el fandom Clexa comenzó a organizarse y a coordinarse de una forma bastante efectiva para demostrar que había fundamentos y argumentos de peso para estar enfadadas, decepcionadas y hartas. MUY HARTAS. Se crearon dos páginas web, LGBT fans deserve better y We Deserved Better, para documentar los avances del movimiento, recoger todos los artículos de prensa al respecto e informar lo más exhaustivamente posible a todas aquellas personas que tuviesen la necesidad y las ganas de hacerlo. También se crearon las respectivas cuentas de Twitter y un Tumblr y, aunque me consta que no siempre es fácil ponerse de acuerdo ya que el fandom Clexa se extiende internacionalmente y no todo el mundo quiere luchar de la misma manera, hasta el momento se las han arreglado para mantenerse en boca de todos y aportar luz sobre un tema que las lesbicanarias televisivas llevamos décadas sufriendo. Y lo más impresionante y seguramente lo más positivo que ha salido de una situación tan traumática para muchas personas, se han logrado reunir cerca ya de 120.000 dólares para el Trevor Project, la única organización de EEUU dedicada en exclusiva a la prevención del suicidio entre adolescentes LGBT+ en crisis. Una increíble hazaña que sigue creciendo y en la que podéis colaborar donando dinero a través de esta web.
No sé vosotras, pero yo nunca había visto tal despliegue por parte de un fandom. Lexa se ha convertido en un símbolo, una especie de “Mockingjay” para una lucha mayor. Las condiciones para ello estaban ahí (internet, el maltrato histórico a personajes LBGT+…), pero todo ello fue espoleado por el engaño llevado a cabo por el propio equipo de la serie, que encendió mucho más los ánimos. Tras el final de la segunda temporada, ni siquiera se sabía si Lexa regresaría a la serie, de hecho estoy segura de que la gran mayoría de lo que hoy es el fandom Clexa y/o Lexa hubiese aceptado que no volvería o que incluso volvería brevemente, pero sin albergar esperanzas. Sin embargo, Jason Rothenberg y el equipo de guionistas decidieron apostar fuertemente por ello y organizar gran parte de la estrategia de promoción de la serie en torno a Clexa como pareja, aprovechando las buenas críticas que estaba recibiendo The 100 por su representación LGBT+.
Esto se explotó de forma evidente, situándolo como uno de los aspectos que más en serio se tomaban, destacando a cada momento lo importante que eran estos personajes y apoyándose explícitamente en la audiencia LGBT+, a quien se vendió que esta serie era diferente y progresista y que esta vez “se haría bien”. Cada vez que se sacaba el tema de la posible muerte de Lexa o los miedos de una comunidad tan vulnerable como la LGBT+, se garantizaba que no había nada que temer, que lo entendían, que estaban al tanto del maltrato sufrido en televisión a lo largo de todos estos años. Es más, para asegurar a los fans que Lexa viviría hasta el final, se filtraron fotos de la grabación de la season finale y el propio Jason Rothenberg invitó a fans a que fuesen al set, permitiéndoles que grabasen la presencia de ambas en él. Es decir, se creó una falsa sensación de seguridad, se aumentó así el hype de la audiencia (que por fin creyó que tendrían su gran historia de amor en pantalla), se sacaron constantes avances en torno a la pareja, se focalizó el regreso de Lexa en la tercera temporada (incluso situándola en los carteles promocionales y en los eventos publicitarios junto a los restantes protagonistas), y etc, etc. Todo este intrincado y LAAAARGO proceso de queerbaiting está ampliamente documentado en la web We Deserve Better ya comentada, así que no me pararé más. Pero a todo aquel que asume que “nos hicimos ilusiones” y “leímos demasiado entre líneas” le animo a que se pase por allí y compruebe de primera mano el tema, las respuestas de ciertos guionistas y, sobre todo, de Rothenberg, e incluso su infiltración en espacios LGBT+ para asegurar que Lexa estaba viva.
Ante todo esto el equipo de la serie ha reaccionado de maneras diversas. El cast no ha entrado mucho en detalles, sujeto obviamente a las restricciones publicitarias propias de la industria, aunque todos ellos han reaccionado con tristeza y muchos han compartido la preocupación de los fans sobre la sensibilidad del tema. Quizás los más vocales al respecto han sido Ricky Whittle y Lindsey Morgan, esta última aparentemente víctima de unas declaraciones off the record que al final no fueron tan off the record como ella quería, pero que yo sí que no voy a reproducir por respeto. Por su parte, Ricky Whittle ha denunciado que Jason le ha hecho bullying y ha criticado el mal ambiente de trabajo que genera, destacando que un cast así se merecería otro showrunner. Todo esto en torno a su salida de la serie y la muerte de Lincoln, también bastante BASTANTE polémica, y que vuelve a poner el acento en el problema de The 100 con las minorías.
Kim Shumway (guionista a quien se le atribuye gran parte del desarrollo de la historia Clexa por su creación de Lexa como personaje lésbico) también ha mostrado cierto descontento con la decisión, si bien también participó en la campaña de queerbaiting previa y tampoco se ha mojado mucho. Al igual que Layne Morgan, que no obstante como persona abiertamente bisexual, ha sido una de las que más ha apoyado al fandom tras el problema, compartiendo líneas de ayuda contra el suicidio para aquellos adolescentes que lo estuviesen pasando especialmente mal y disculpándose por errores pasados. Aunque si hay una persona del equipo que ha dado la cara es Javier Grillo-Marxuach, curiosamente el guionista del episodio 3×07, el de la muerte de Lexa. A lo largo de estas semanas se ha disculpado en multitud de ocasiones, se ha retractado, ha dado explicaciones, ha respondido a fans, ha escuchado… Y ha reconocido haber aprendido. Tal vez esto se deba a que ha abandonado la serie (será el responsable de la nueva versión de Xena), pero su reacción ha sido la más empática de lejos y ha sido el único que ha avisado de los trigger warnings de futuros episodios para aquellas personas a quien el 3×07 ya les había hecho recaer en problemas de ansiedad o depresión. Porque no sé si estaréis al tanto de que el último capítulo ha sido especialmente horrible y problemático y sí, ha sido una persona que ya no trabaja en la serie la que ha tenido que avisar, ya que el episodio no estaba clasificado acorde a su contenido y no han hecho ninguna advertencia ni antes ni después. Esto es especialmente irresponsable en una cadena cuyo principal target de audiencia es el público adolescente y, tras ver todo lo que ha acontecido, yo ya no tengo palabras.
¿Y dónde estaba Jason Rothenberg durante todo esto? Básicamente escondiéndose solo detrás de las críticas positivas y defendiendo sus decisiones a capa y espada, haciendo nulo esfuerzo por entender ninguna de las quejas de la audiencia LGBT+ y ni mucho menos disculpándose por el engaño llevado a cabo durante estos meses previos. Sólo tras semanas de presión parece que la maquinaria de relaciones públicas y publicidad de The CW se ha puesto en marcha, empujándolo en primer lugar a una respuesta en forma de carta que no sirvió absolutamente para nada. Sus excusas siguen enfureciendo a los fans porque no da la impresión de comprender el alcance de las protestas ni mucho menos hacer un amago de disculpa. Como explican en Blastr, hay demasiadas cosas que pasa por alto, haciendo que cada nueva explicación suene a excusa y sus “disculpas” caigan en saco roto. Mejor quedémonos con esta carta mucho mejor escrita y argumentada, y dirigida, precisamente, al propio Rothenberg. Porque sí, es hora de que deje de contradecirse, de negar las cosas que ha hecho y de justificar una decisión que ha generado tanto daño y dolor. El primer paso es entenderlo y eso todavía le queda muy lejos.
¿Y las actrices implicadas? Tanto Eliza Taylor como Alycia Debnam-Carey han adoptado posturas bastante diplomáticas, especialmente esta última, que estando ya fuera de la serie ha agradecido la oportunidad que le ha brindado y la tristeza que siente al dejar atrás a un personaje como Lexa, pero también ha querido destacar que los fans están logrando llamar la atención sobre un problema social. En otra entrevista a The Daily Beast ha señalado lo siguiente:
“Un problema social y cultural se ha expuesto con ese episodio […]. Con cualquier tipo de minoría, hay temas de ostracismo y mala representación claramente generalizados. Es algo increíblemente enraizado en nuestra cultura y hay muchísimos niveles que se derivan de ello. Se convierte en un problema de diversidad e igualdad y de raza y género. En un sentido paralelo, también hay ese problema de personajes negros que son los primeros en ser asesinados. Sé que ha sido un tema de conversación durante los últimos años, así que existen barreras sociales y culturales a gran escala que nosotros hemos establecido. Y supongo que ahora es el momento de empezar a romperlas”.
Además de todo ello quiero recordar que el principal motivo que se ha dado desde la serie para justificar la muerte de Lexa es la salida de Alycia Debnam-Carey de la serie por su compromiso con Fear The Walking Dead. Sin entrar en todas las contradicciones que se han dado durante estos meses, como el hecho de que siempre se ha destacado la buena predisposición de AMC para las negociaciones y el interés de la propia Alycia por continuar, no había ningún motivo para matar a Lexa aunque Alycia sólo pudiese participar en cierto número restringido de episodios. Utilizar esto para justificar una muerte me parece bastante pobre. Nadie te obliga a matar a dicho personaje, eso es una decisión tuya como showrunner, ya que hay muchísimas posibilidades para reducir la presencia de un personaje en la trama y encajar agendas de rodaje. Desde mi punto de vista, este tipo de justificaciones son un “la maté porque era lo más fácil para mí y porque así genero un shock extra dentro de la serie”. Además, se han amparado en el hecho de que las reglas de la industria no permiten que un actor o actriz sea principal en dos series a la vez. Ok, pero PRINCIPAL. De hecho, hay muchos actores y actrices que participan en distintas series, varios en la propia The 100. Alycia podría haber continuado como actriz invitada como hasta ahora. Tenemos claro que esto es una excusa, ¿no?
Respecto a Eliza Taylor, ha sido entrevistada tras ganar la TV Couples March Madness de Zimbio y ha opinado sobre Clexa y el movimiento inspirado. También durante el panel de la Wondercon dejó claro lo orgullosa que está de Clexa como pareja y destacó que Lexa es “el amor” de Clarke, literalmente “the one for her”:
“Siento que ella era la única para ella. He pensado sobre ello y no sé si va a ser capaz de amar a alguien de la forma en la que amaba a Lexa. No en nuestro mundo. Sólo hay una Lexa, así que…”
De nuevo, hay que tener muy claro que todo lo que dicen actrices y actores públicamente tiene un filtro PR, es así como funciona la industria. Hay contratos e intereses laborales y hay que recordar que es gente que trabaja en una determinada serie y que aunque puedan apoyar determinadas causas sociales, no siempre tienen la libertad de expresar o no expresar algo. Simplemente lo digo para recordar que no son cabecillas de ningún movimiento, son actrices, están agradecidas con los fans y hacen su trabajo. A partir de ahí se pueden inferir muchas cosas, pero aunque es interesante ver lo que las actrices piensan y opinan del tema (de nuevo, con las limitaciones que tienen) el movimiento ha trascendido a Clexa y se ha centrado en destapar esa tendencia que tan bien conocemos a matar a lesbianas y bisexuales en las series de televisión, que ya se ha cobrado más víctimas en las últimas semanas: Denise en The Walking Dead o Nora y Mary Louise en The Vampire Diaries. En lo que va de año ya llevamos 10 muertes de lesbianas y bisexuales en televisión, cuatro de ellas en The CW (Lexa, Nora, Mary Louise y Rose de Jane The Virgin).
¿Es LGBT Fans Deserve Better un movimiento que llega para quedarse? ¿Una especie de revolución como se defiende desde el fandom para mejorar el tratamiento de los personajes LGBT+ y cambiar de una vez por todas su destino en televisión? Si hay algo claro es que se está haciendo mucho, muchísimo ruido sobre ello. A Variety y The Hollywood Reporter hay que sumarle artículos en Vox, Salon, The Washington Post, Hypable, Entertainment Weekly… Muy recomendables también los artículos de Nicola Choi en Talk Nerdy With Us, centrándose en el colectivo LGBT+ y las minorías en general, así como las de Elizabeth Bridges en Uncanny Valley, que no deja títere con cabeza y ha entendido desde el mismo momento en que se emitió el episodio los efectos que este tipo de representación tiene para las audiencias jóvenes. Porque no porque un colectivo esté representado eso implica que está bien representado. No me hagáis hablar de Clarke como personaje bisexual, del trauma que lleva encima viendo morir a toda cuanta persona quiere en la vida y probablemente dirigida ya a terminar con un hombre que ha demostrado actitudes abusivas y posesivas durante toda la serie. ¿A esto se le llama buena representación?
En definitiva, todo este reconocimiento y reacción de medios e industria lo ha provocado un fandom que, en vez de hundirse tras haber sido engañado y utilizado, ha decidido unirse para crear algo mejor. Desde el primer momento se compartieron líneas de ayuda contra el suicidio (un trabajo que debería hacer la propia cadena ante situaciones TW con adolescentes) y de ahí nació la iniciativa del Trevor Project. En ningún caso se le debe dar crédito a la serie por ello, al contrario, ha sido el fandom el que la organizó precisamente por las consecuencias negativas que tuvo la serie en la comunidad LGBT+. Entre todo ello, se ha creado incluso un personaje de ficción partiendo totalmente de cero, la ya célebre Elyza Lex, una maravilla de acción colectiva que ha servido para lidiar con el duelo y que demuestra una vez más el poder de un fandom tan apasionado y creativo como este. Y se ha seguido haciendo presión llevando a que Maybelline o Target hayan dejado de anunciar la serie, al tiempo que se continúan planteando ideas y proyectos como el de Lexa Deserved Better:
Desde luego The 100 nunca fue una serie perfecta y, por ejemplo, el tratamiento que reciben los personajes de color hace bastante tiempo que es criticado. De hecho, la tercera temporada está siendo un absoluto desastre, plagada por todos lados de incoherencias y agujeros narrativos. Jason Rothenberg ha optado por transformar su serie en la búsqueda del shock a corto plazo y la violencia sin sentido, tanto a costa de sus personajes como de la lógica interna de la serie. Se defiende que es un tipo de historia en que “cualquiera puede morir”, pero ¿realmente tienen las mismas posibilidades de morir Clarke o Bellamy que Lexa o Wells? ¿No es acaso una hipocresía ampararse en este lema engañoso? Es algo que explica muy bien este artículo de Medium, ya que si estadísticamente las minorías siguen copando mayoritariamente los puestos secundarios, queda claro quiénes tienen más posibilidades de morir. Así se sigue perpetuando la idea de que las minorías son prescindibles, pero ahora la audiencia LGBT+ ha dicho basta y no parece que sea algo que se vaya a dejar pasar fácilmente.
Ya va siendo hora de dejar de ver cómo morimos o somos eternamente infelices en televisión. Aunque haya quien no lo entienda, todo producto cultural envía un mensaje, todo colectivo tiene el derecho a verse representado de forma positiva, toda audiencia merece respeto en lugar de ser utilizada de forma instrumental. Nos merecemos algo mejor.