Yo lloraba a mares por la discusión que tuvieron Celia y Aurora la semana pasada y la verdad es que no ha sido nada con lo que han tenido en esta. Los nervios desde la llegada de Clemente tienen a las chicas al borde de un ataque de nervios y bueno, hubo decisiones que no sentaron nada bien a la enfermera y eso ha creado una grieta entre ellas que poco a poco va a más, pero mejor os lo explico poco a poco y paso a paso para entender las dos posturas.
Lo último de las chicas fue esa discusión que tuvieron cuando Celia le insinuó a su amor que igual lo que se tendría es que mudar con Clemente. La otra que no daba crédito se metió en el cuarto sin dejar a la otra explicarse o pedirle perdón al darse cuenta de lo que le había pedido. Así que a la mañana siguiente la Silva aún anda pidiéndole disculpas por los rincones y Aurora al final también. Ninguna de las dos quiere seguir discutiendo, bastante tienen. Aurora le confiesa que se sintió desprotegida y se asustó, la Silva le responde a eso un “te quiero” que nos deja a todas sin respiración, por lo que tiene decidido hablar con el señor para decirle que la enfermera no puede irse a vivir con él pero no tiene ni que salir a buscarlo porque el pesado ya está ahí a primera hora de la mañana llamando a la puerta.
El pesado está disgustado porque se ha enterado que el barrio piensan que su mujer es viuda y aunque Celia le cuenta que fue idea de ella para no levantar sospechas, las respuestas no son suficiente para él y le exige volver con él en ese momento. La enfermera pierde la poca paciencia que le quedaba con él. Le grita toda clase de cosas crueles que a mí me encantaron, lo siento, no me voy a disculpar para una escena que disfruto estando ese personaje de por medio. Que si nunca lo va a querer, que si prefiere estar muerta antes de volver con él y demás cosas bonitas. Al marido lo deja mudo y ni Celia puede pararla, vamos con deciros que Clemente se va de la casa sin aportar nada más.
Cuando se cierra la puerta y se quedan a solas, se pone muy nerviosa porque ha perdido los nervios y teme las consecuencias de sus palabras. Y efectivamente más tarde aparece el tipo de nuevo en su casa, pero viene con el rabo entre las piernas y le pide disculpas. Le dice que la dejará estar ahí hasta que dé a luz, momento en el que volverá con él. Está seguro que una vez que nazca el bebé podrán ser una familia. ¡Que ciego por el amor de las diosas! La pareja respira aliviada porque eso les da un margen de tiempo para huir. Yeahhh.
Por la noche Celia a pesar de estar preocupada por su hermana Blanca, la cual tiene cáncer, le dice a su amor que tienen que celebrar que el pesado se ha ido, pero la enfermera no está muy contenta porque a pesar de haberse ido es como que el señor no comprende que no lo quiere. Le asusta que no se dé por vencido, así que ella es precavida y sabe que solo han ganado tiempo. Se raya al pensar la vida que les espera siempre huyendo y temiendo que le quite a su hijo, no ve salida. La señora está de lo más negativa… ¡Ahora no! ¡Ahora no!
Al día siguiente la Silva le propone a su esposa ir a pasar el día a Madrid ya que ella no trabaja pero la otra no le apetece mucho salir. Al final termina convenciéndola como solo ella sabe:
Aurora: Tu no te rindes nunca ¿no?
Celia: No, mi padre me inculcó la virtud de la perseverancia.
Aurora: Pues hizo un buen trabajo, no conozco a nadie más obstinado que tú.
Celia: ¡Yo sí! Mi hermana Elisa. Elisa sería capaz de vender arena en el desierto.
Aurora: Que exagerada.
Celia: No, esa es Francisca, que también tiene ese talento artístico. A ti en realidad te ha tocado lo mejor de casa Silva.
Aurora: Claro, tu eres la más serena, la más lista…
Celia: Exacto.
Aurora: Y la más guapa.
Aishh que monas, ha sido mi conversación favorita de la semana, y creedme cuando digo que mejor que nos recreemos en estas cosas porque a a partir de aquí la cosa se pone muy gris oscuro para nuestra pareja. Aihh con lo monas que son, que necesidad de los guionistas de hacernos sufrir. Pero después de estar en tanta tensión es la primera vez en días que las veo más relajadas y sonreír juntas.
Una vez en Madrid, las chicas se separan. Celia va a ver a su hermana Blanca al hospital mientras que Aurora va a la fábrica a ver a Bernardo. Necesita que le diga que puede hacer para quedarse con su hijo cuando nazca, el otro le dice que lo único es que vuelva con su marido porque al nacer la tutela pasa al padre directamente. Madre mía, la ley siempre a favor de los hombres, era indignante esa época. Así que a menos que muera o renuncie al niño, poco se puede hacer. Esto la deja muy tocada…
Más tarde la pareja se reúne en el Ambigú y las interrumpe Elisa, su hermana pequeña. La pareja hace ver que se ha encontrado a Aurora por el camino y se estaban poniendo al día. Pero la chica las sorprende diciéndole a Celia que quiere ir con ella a Arganzuela porque tiene una amiga allí y se va de viaje un año, así que se quiere despedir de ella. Vamos que es mentira, que la niña quiere un sitio como picadero. El caso es que le tiene que dar puerta a Aurora ante la falta de tiempo para pensar y lo único es que la enfermera se quede en una pensión en Madrid y vuelva a casa mañana. Mientras que Celia le pide una y mil veces perdón la chica se queda sin palabras. Obviamente le ha molestado… Normal, siendo su casa.
Al día siguiente llama a su amor por teléfono y le dice que en cuento pueda le dará puerta a su hermana pero ambas discuten por teléfono. La cosa es que tiene que colgar porque la niña se levanta y se lleva una sorpresa cuando la pequeña le dice que se quedará ahí un tiempo. La cara de Celia es de auténtico pánico. Sí, sí, es esta de arriba. Y claro, no sabe como decirle que no. Así que se tiene que ir dejándola allí. Aishh que no es capaz de imponerse. Por suerte, al volver pilla a su hermana con su noviete y rápidamente la larga de la casa. ¡Que suerte has tenido guapísima Silva!
Pero es tarde, cuando Aurora aparece por la noche por la puerta, trae una cara que le llega al suelo. Celia lo primero que le dice es lo que la ha echado de menos, pero la otra está fría como un tempano de hielo. Le cuenta como se ha sentido, dando vueltas sin saber a donde ir. La acusa de siempre poner a sus hermanas primero y todo lo que la otra le cuenta después no le sirve para nada.
A la enfermera esa noche la he hecho pensar y está muy rayada. Le cuenta que la Silva tiene a sus hermanas pero que ella como le pase algo estará sola y aunque Celia intenta recordarle lo felices que son solo obtiene silencio de la otra. Un par de cosas a analizar aquí, a mí me parece totalmente correcto que Aurora se haya podido sentir fatal con lo de irse de la casa, pero de ahí a que la acuse de anteponer siempre a sus hermanas… cuando Celia se desvive por ella. Yo creo que desde que habló con Bernardo se quedó muy rayada y esa ha sido la gota que ha colmado el vaso.
A la mañana siguiente, la enfermera está quedando con alguien por teléfono. Parece ser que con su hermano. Por lo visto, Clemente habló con el hermanísimo antes de irse y ahora éste quiere hablar con ella. El hermano es muy tradicional y sabe que le va a querer imponer su voluntad. Celia solo le pide que disimule y le pregunta si quiere que la acompañe. Pero Aurora de manera borde le responde que no es normal que a ese tipo de reuniones se vaya con amigas, que ella misma no ha pintado nada en casa Silva, que solo opinan sus hermanas y maridos. Y aunque la otra le dice que en esas cuatro paredes son mucho más e intenta hacerle una carantoña, la otra sigue seca. Santa paciencia la de Celia, que perra le ha dado con la familia Silva a esta mujer. Le propone ir ella también a Madrid y así vuelven juntas. Aurora solo espera que no le salga nada con sus hermanas y le dé plantón. Aurora me está poniendo muy nerviosa porque es muy injusta, la verdad.
Por la noche se ven en el Ambigú. Aurora le cuenta que Clemente le ha comido mucho la cabeza y le ha costado un mundo que escuchara su versión. Cuando la Silva empieza a recoger para poder llegar a tiempo al último tranvía, la enfermera la hace sentarse y le dice que no va a volver a Arganzuela con ella hoy. El hermanísimo quiere que se quede en su casa para seguir la charla que empezaron. Celia se queja de que le ha tenido que poner una excusa y duda de que esa sea la razón porque está muy extraña desde esa mañana pero Aurora le dice que solo le está siguiendo el juego. Pero la Silva se marcha preocupada y ni le queda claro si la verá mañana con su amor. Aishhh, no quería decir nada pero… ¡crisisssssssssssss!
Al día siguiente la pareja se ve en el Ambigú y por la cara de la enfermera, no trae nada bueno. Le cuenta que las cosas no han ido muy bien porque la vigila constantemente y la Silva le suelta unas cosas tan bonitas que mejor lo escribo y me recreo:
Celia: Aurora, sé que lo has estado pasando muy mal y que yo no he sabido estar a la altura. Pero no ha sido porque no te quiera o porque no esté dispuesta a hacer cualquier cosa por ti. Por favor, vuelve conmigo a casa, necesito estar contigo, abrazarte…
Aurora: ¿Y tú crees que yo no lo necesito?
Celia: Entonces vuelve conmigo.
Aurora: Lo siento Celia… ¿No ves que Arganzuela se ha convertido en una falsa felicidad? Ahí nunca podremos hacer nada libremente.
Uy, quiero culpar a las hormonas de la embarazada. La cosa es que le dice que lo mismo que les está pasando ahora, pasará allí donde vayan y será aún peor porque tendrá un niño. Celia está como nosotras, que no asume nada de lo que le está diciendo, resulta que ahora necesita tiempo y espacio para tomar una decisión. Cuando la Silva le suelta un: “¿no quieres volver conmigo?” con esa vocecilla rota a mí se me partió el corazón.
Aurora le vuelve a sacar el que se tuvo que ir y le cuenta que desde que ha regresado a sufrido mucho . Celia está ya al borde de las lágrimas y yo me contengo para no cantarle las cuarenta a la enfermera. No me puedo creer la manera que tiene de cambiar de opinión y cuando le dice que se tiene que alejar de ella, de mi Silva adorada, casi me da un sincope. Celia le reprocha que le esté diciendo lo mismo que a su marido pero la otra le dice que está siendo sincera. Cuando la Silva le pregunta que si va a lugar por ellas, la otra se colapsa y se va del lugar llorando, dejando a mi amor, con esta carita de arriba.
Madre mía, ahora que se va Clemente y tienen margen de maniobra tienen una crisis. A mi Celia me ha dado mucha pena porque vale que igual no tuvo que dejar que pasara esa noche fuera, pero lo de Aurora creo que es demasiado, supongo que las hormonas del embarazo la tienen loca sentimentalmente porque sino, no entiendo nada. ¿Cómo lo veis vosotras? ¿Hay futuro o esto va cuesta abajo y sin frenos? Espero vuestros comentarios. ¡Nos leemos!