Hablar de política siempre es complicado, porque la gente suele tomárselas posiciones muy a pecho y con poco margen para el diálogo. Así que vamos a intentar alejarnos lo más posible de entrar en aguas turbulentas.
Pero la realidad es que la política si bien tiene una importancia fundamental en la formación de la civilización, puede tornarse demasiado oscura, demasiado rápido. Y uno de los mayores problemas políticos que estamos experimentando a nivel global hoy en día, es la radicalización.
La importancia del equilibrio
En política la ideología no debe llevar a extremos, porque debe servir a la totalidad de la población, esto incluye a los que son de posturas opuestas. Un político radical sólo puede crear caos, al dirigirse exclusivamente a un grupo mientras segrega al resto.
La política debe ser diplomática y conciliadora. Eso de ir imponiendo doctrinas es menos política y más opresión.
La política debe ser plural y diversa, como la sexualidad y las personas
Y no, sé que el idealismo nos empuja a desear que estas actividades sólo vengan de personajes de derecha extrema, pero lamentablemente la izquierda no es mejor. Los extremos nunca dejan nada bueno.Donald Trump es sólo un ejemplo caricaturesco de esto. Que, en este caso, se inclina por seducir a una radicalización derechista, pero si se fijan bien, con una mirada objetiva, en estos líderes políticos radicales, todos hablan y se comportan igual, aunque digan tener ideologías opuestas.
El problema con la relevancia de Trump es que Estados Unidos, una de las mayores potencial mundiales, además cuenta con armas nucleares y El Donald es un sujeto que se vuelve iracundo cuando le hacen un chiste en Saturday Night Live. O que amenaza con encarcelar a su opositora al momento de tomar el poder. O que asegura que no reconocerá los resultados electorales, a menos que gane él.
Aterrador, grave y en contra de la democracia
Pero el mayor problema de este tipo de personajes llegando a la escena política, es que despiertan una especie de monstruo adormecido por los estándares sociales. La mayoría de las personas racistas, resentidas, cargadas de odio, xenofóbicas, etc. Viven en las sombras porque la sociedad, en términos generales, rechaza ese tipo de comportamiento.
Y los humanos, nos guste o no, somos seres sociales que entendemos que la calidad de vida está ligada a la aceptación social.
Las personas homofóbicas, por ejemplo, rechazan ser llamadas así, porque entienden que la sociedad les verá con mala cara por eso. Aun cuando esa misma sociedad tiende a marginar a los homosexuales.
Efecto dominó
Pero en la mínima oportunidad de que alguien con poder y voz, como un candidato presidencial, comienza a escupir el mismo odio y la misma ignorancia que a ellos les consume, se desatan.
Ahí es donde vienen las situaciones delicadas. Situaciones como ver a seguidores de estos personajes usando lenguaje nazi. Amenazando y agrediendo a la oposición. Siendo, en general, personas horribles.
El bumper sticker
Este sticker parece una tontería, especialmente si le comparamos con todas las cosas espantosas que ha dicho y hecho Trump, y sus seguidores.
Se trata de un muñequito que lleva los colores de la bandera confederada pateando a otro muñequito que lleva los colores del arcoíris.
Si no lo saben, la bandera confederada fue la que representaba al sur en la guerra civil estadounidense, y que luchaba por mantener la esclavitud. Es un símbolo racista de supremacía blanca.
¿No es para tanto?
Sí, es para tanto, porque son estos pequeños detalles. En una sociedad que aún hoy segrega a la gente por su color de piel, su género, su religión o su preferencia sexual, validar esa opresión con parafernalia política es un mensaje claro.
No se crean, exista la versión en la que es el hombrecito arcoíris el que patea al hombrecito racista. Y no, tampoco está bien. Porque la violencia, no sólo no es la respuesta, sino que nunca ha sido nuestro método.
Las posiciones, las opiniones, los miedos, las ideologías, las religiones, la sexualidad, todo esto es válido y todos deberían tener derecho a vivirlas y expresarse libremente. La libertad de opinión es un derecho y un privilegio fundamental. Pero también lo debe ser la responsabilidad.
Consecuencias
Porque un sujeto como Trump, no puede pararse delante de millones de personas en todo el mundo e insinuar que el abuso sexual es un «lenguaje de vestuario«, o decir la cantidad de barbaridades y mentiras que dice sin que tenga ninguna consecuencia.
Porque entonces todos esos trolls que han vivido en las sombras, creen que ellos también pueden y que tampoco enfrentarán consecuencias por acosar a personas de color en las calles, o por atacar homosexuales, o a musulmanes.
La libertad de expresión debe existir siempre, y debemos defenderla con la vida, pero es necesario que exista responsabilidad y consecuencias. Porque una cosa es opinar y otra distinta es agredir.
Si tu vienes a esta página a hablar mal de la comunidad LGBT+, lamento decirtelo, pero no me estás dando una opinión, estás descubriendo tu ignorancia y escupiendo odio. El odio no es una opinión.