La semana pasada nos quedamos con una nueva salida de armario de Celia Silva y un regalillo por parte de Cata. La verdad es que esta semana la cosa ha sido de traca, chicxs… Pero no nos adelantemos, veamos qué le ha pasado a la maestra en estos días.

La semana empieza con un nuevo contratiempo para Celia Silva, a consecuencia de su salida de armario con Bruna, ésta le ha PROHIBIDO a Velasco que siga viéndola. La maestra al principio no se lo toma demasiado bien, pero después de estar hablando con Federico, él decide que se niega a dejar de verla pese a quien le pese, por lo que deciden verse a escondidas, cual dos amantes.

Después se acerca hasta la Villa de París para ir a ver a Cata. Celia no se siente cómoda en la tienda, puesto que era de su hermana Adela (qué lástima) y ahora es de la usurpadora de identidad, Úrsula, la hermanastra fallida… Como no, empiezan a hablar de la bicha en cuestión; a Celia no le cae muy bien y hace todo lo posible para convencer a Cata para que no le coja mucha confianza, por lo que pueda pasar, pero Cata está encantada de la vida con su nueva jefa. Le dice a Celia que le ha contado su dura y triste vida, que lo que le pasó con las Silva fue porque su marido la obligó, pero que ella en el fondo no es así. Celia no está de acuerdo con la temática elegida y decide irse de la tienda, pero antes, Cata le suelta una frasecilla que nos llega a todxs: “Me figuraba que ibas a ser más comprensiva con otras mujeres, pero ya veo que me equivocaba» a lo que Celia le contesta toda confiada, y con zasca, por qué no: “Yo no voy a intentar convencerte de nada… Sólo el tiempo dirá quién se equivoca” y tras eso, se da media vuelta y se pira… Ay Cata, Cata, ¡¡si es que eres un pipiola y no sabes con quién estás hablando!!

A los días, Celia vuelve a la Villa de París para ver a su amiga. Parece que las rencillas de la anterior visita se han disipado entre ellas, pero no, vuelve a caer algún que otro zasca con referencia a Úrsula, pero la costurera le saca el lado bueno al tema y le dice a Celia que como su jefa no está, ella va a verla a la tienda, por lo que está encantada. Cata le comenta a la maestra que no se puede entretener mucho porque por la tarde va a acudir a la tienda la mujer de un diputado, cosa que a Celia le hace “plin” la bombilla y como buena mujer “cotilla” que es, pregunta de quién se trata. Al enterarse, los ojos le hacen chiribitas, ya que no podían tener mejor suerte de que se tratara de Santiago Eslava, ¡¡que está a favor del sufragio femenino!! Esto ya contenta a Celia por encima de todo y se le ocurre que le pueden escribir una carta, que se la harían llegar a través de su mujer, para que el diputado intente llevar la causa hasta el Parlamento.

Más tarde, Bruna va a contarle a la usurpadora que a Celia le gustan las mujeres, ¡¡¡semejante mamarrachada!!! ¡¡¡Haberse visto!! ¡¡Dos mujeres intimando!! ¡¡OMG!! ?? A lo que Cata pone la oreja y se entera del “secreto” de la señorita Silva. Mientras tanto, la maestra está en pijama ?, con el pelo suelto ??, mirándose al espejo, cuando de repente irrumpe en el baño Benito y se lleva el susto del siglo… Celia le hace una broma, le dice que si quería haber visto algo, que llegaba unos segundos tarde, ? a lo que el chaval se pone rojo como un tomate (jajajajaja más de unx quisiera encontrarse en semejante situación alguna vez, ¿o no? ?) La maestra aprovecha para darle las gracias a Benito, porque les ha devuelto a Fernandito, y éste aprovecha también para darle las gracias a ella (y sus hermanas) por su generosidad al acogerlo en la casa. Celia le vuelve a soltar otra broma referida al baño y el chaval, se vuelve pimiento rojo en cuestión de segundos, y Celia se lo hace saber ?? ¡¡Qué picarona nos ha salido Celia!! A estas alturas de la película, Benito, nuestro adolescente huerfanito, se ha enamorado hasta las trancas de nuestra Celia Silva, ¡y no me extraña! ¡Esta Celia Silva de 1916 está toda cañón! ?

Al día siguiente, en el desayuno, Celia está leyendo un libro y Benito le pregunta que si es interesante, ya que la pobre no le presta mucha atención y el chico se siente un cero a la izquierda. A todo esto, he de decir, que Celia lleva puestas sus gafitas sexys ? Como buena maestra, se interesa por los gustos de lectura del chaval, éste le dice que le gustan los de aventuras y Celia flipa cuando Benito le comenta que NUNCA se ha leído un libro entero, puesto que en su casa solo había uno y era la Biblia (te entiendo Benito, te entiendo ?)  El chaval le dice que ahora que tiene dinero, lo que quiere hacer es conocer mundo y le pregunta a la maestra si ella ha viajado, ésta le dice que sí, que ha estado en Argentina con su amor, Aurora (a no, espera, esto último no lo dice ?) Celia se presta a dejarle un libro de Julio Verne, y le hace ver que puede conocer el mundo sin salir de casa, a través de los libros. La conversación es interrumpida por Elpidia, que llega corriendo diciéndole a la maestra que tiene una llamada importante, ¡nada más y nada menos que un diputado!

 

Más tarde, Celia está en el Ambigú esperando a Cata, está muy ilusionada, ya que la llamada recibida era para comunicarle que Santiago Eslava quería recibir a un grupo reducido de sufragistas en su despacho para que puedan exponer ante el Parlamento por qué quieren el voto femenino. Las chicas están muy ilusionadas, a la par que nerviosas, ya que tienen la oportunidad, por fin, de hacerse oír. Pero esta alegría dura un suspiro, porque Cata le cuenta a Celia lo que ha oído en la Villa de París sobre ella. La charla no tiene desperdicio:

Cata: Ayer escuché una conversación sobre ti… Estaban diciendo que… que tú no…
Celia: No te preocupes, Cata. Creo que ya sé lo que quieres decir.
Cata: Decían que no eres una… una mujer… normal.
Celia: ¿Y a ti qué te parezco?
Cata: No lo sé… Yo solo digo lo que oí.
Celia: Esa conversación tenía que ver con mi vida amorosa. ¿No es así?
Cata: Sí. Quería defenderte. Estaban diciendo cosas horribles sobre ti. Pero fui una cobarde y me callé.
Celia: Hiciste bien.
Cata: ¿Te da igual que digan esas cosas terribles a tus espaldas?
Celia: Yo me considero una mujer normal.
Cata: Por eso mismo tienes que enfrentarte a esa gente que está diciendo mentiras sobre ti.
Celia: Yo no hago nada malo, ¿sabes? Pero hay parte de verdad en lo que oíste. ¿Tú crees que es imposible amar a una mujer?
Cata: No como a un hombre… No sé, como una hermana, o una amiga.
Celia: Yo te entiendo. Hace un tiempo estaba tan confusa como tú. Fue otra mujer, quien me ayudó a aceptar como soy. Aurora.
Cata: Ella… fue… tu… ¿novia?
Celia: No. AURORA FUE EL AMOR DE MI VIDA. SE LLEVÓ UN TROCITO DE MI CORAZÓN CUANDO MURIÓ. Ella fue quien me ayudó a aceptar que… que no debía sentir ni CULPA ni VERGÜENZA por como soy. Lo pasamos muy mal, ¿sabes? Incluso tuvimos que huir del país. Pero no cambiaría NI UN SOLO MOMENTO A SU LADO.
Cata: No sé qué decirte. Nunca he conocido a una mujer como tú.
Celia: ¿Y ahora qué va a pasar? ¿Vas a dejar de ser mi amiga… me vas a rehuir… ?
Cata: ¿Te han hecho eso más veces?
Celia: Siii…
Cata: Pues yo no lo voy a hacer.
Celia: Gracias

Y se marchan a otro sitio más privado para ensayar el discurso para los políticos.

¿¿¿No me digáis, que esta conversación no es para enmarcarla??? ¡¡Por favor!! Además de la 876874174875847 salida de armario de Celia, cómo habla de su relación con Aurora, la seguridad que tiene hablando de que es lesbiana… se nota muchísimo que ha madurado, también es verdad, que la muerte de su amor la ha hecho madurar más rápido. Pero dentro de estos momentos maravillosos hay una cosa que no me gusta nada, y es ¿por qué nos muestran a esta Celia tan madura y segura de sí misma, luchando por el sufragismo ahora que no está Aurora? Recordemos que fue ella quien la metió en este mundo y hubiese sido maravilloso verlas a las dos luchar por los derechos de las mujeres cuando salió la primera vez y no ahora. Pero bueno, no vamos a ofuscarnos y a ver cómo sigue la cosa.

A la mañana siguiente, Celia está en la puerta de casa esperando a Cata para ir al Congreso cuando sale Benito. Mientras Celia espera, entabla una conversación con el chaval, hablan sobre el voto femenino, el chico pregunta que por qué quiere que eso sea posible y la maestra, con toda la paciencia del mundo se lo explica, y siguen hablando sobre el voto y la igualdad. Visto que la amiga de Celia no se presenta, Benito se ofrece para acompañarla (el chaval encantado, dime tú, 17 añicos, por la calle del brazo de una imponente mujerona como es Celia Silva y enamorao hasta las trancas, ¡el sueño de cualquier adolescente! y no tan adolescente ?).

Después de su intervención en el Congreso, Celia y Benito llegan a casa. La maestra le está contando cómo ha sido la experiencia. ¡Les ha dejado a todos boquiabiertos! (no es para menos) Tiene muchas esperanzas en que le den el visto bueno y pueda ser debatido en Parlamento. El chico está alucinado con la forma de hablar de Celia y le dice que le gustaría saber hacerlo, ella le da esperanzas, ya que todavía es muy joven y puede aprender; Benito le dice que si ella está dispuesta a ayudarlo y, evidentemente, Celia no se niega.

Ya hacia el final del día, Celia va a ver a Cata a la tienda, llega justo a tiempo, ya que la costurera iba a cerrar. La maestra quiere saber el motivo por el cual le había dado plantón por la mañana. Cata le da una excusa barata, que tenía que hacer inventario de sombreros… ¡¡no se lo cree ni borracha, vamos!! Para colmo, tiene el valor de preguntarle que qué tal le ha ido el discurso, Celia le dice que bien, pero que le hubiese gustado que la acompañara, ya que habían escrito el texto entre las dos. Celia está con la mosca detrás de la oreja, y visto la actitud que tiene su amiga, le pregunta que qué ocurre, porqué la esquiva. Cata vuelve a mentir a Celia a la cara, y claro, la maestra, que no tiene un pelo de tonta, se queda esperando a que Cata por fin le diga la verdad. Ahora resulta que la costurera no se siente cómoda con la presencia de Celia desde que sabe lo que sabe, es decir, que es lesbiana.

Cata: Nooo… No estoy cómoda… sabiendo lo que sé. No… no me siento bien a solas a tu lado.
Celia: ¿Por qué? ¿Qué crees que va a pasar si estamos a solas? ¿Me tienes miedo?
Cata: No.
Celia: ¿Entonces? Porque yo sé que NO ERES como YO (ahí, dándole énfasis ??) Y que a mí me gusten las mujeres NO SIGNIFICA que me gusten TODAS las mujeres.
Cata: Ya. Lo sé, pero… Celia, se me hace raro… no estoy acostumbrada a… a estar con mujeres como tú.
Celia: YO SOY perfectamente NORMAL. ¿O a caso ves alguna diferencia?
Cata: (cara de tienes razón)
Celia: Cata, si a ti te gusta el rojo y a mí me gusta el azul… ¿¿hay algún problema??
Cata: Creo que no es lo mismo.
Celia: Negarse a ver que hay gente distinta en el mundo es TAN INTOLERANTE (qué manera de decirlo, ¡por dios!) como toda la gente contra la que luchamos cada día por el voto femenino.
Cata: Si yo sé que hay personas diferentes, pero… esto es nuevo para mí… Me gustaría decir que no me importa, pero no sería verdad. Lo siento, Celia.
Celia: Mira, el… el NO al sufragio universal, a la liberta de expresión, a elegir a quién amamos… TODAS esas son BARRERAS QUE DEBEMOS ROMPER para mejorar el mundo.
Cata: Si eso es lo que quiero, pero…
Celia: Pues para cambiarlo empieza por gente como tú. Que te quede claro. (se da media vuelta y se pira) (Zascazo de la señorita Silva) Y esta es la carilla que se le queda a la costurera.

Después de semejante conversación con la señorita Cata, Celia acude a comisaría para hablar con Velasco. La pobre tiene una cara que no puede con ella, lo que le faltaba por oír todo lo que le ha dicho “su amiga”. Velasco está muy preocupado por unas averiguaciones que ha hecho en el caso que está llevando, y parece ser, que no se quedará tranquilo hasta que le comente sus dudas a la maestra. El inspector empieza argumentando sus dudas y Celia no sabe hasta dónde quiere llegar, por lo que a Federico no le queda más remedio que enseñarle la posible prueba que tiene en contra de la “mujer” de su amigo, la usurpadora, vamos. Celia le dice que tiene que tener mucho cuidado, porque podría acabar perdiendo la amistad del lechugas (Gabriel) y tiene que estar seguro del todo antes de realizar una acusación así.

Al día siguiente, Celia y Benito salen de casa Silva, el chico aprovecha para darle las gracias a la maestra por ayudarle a preparar las lecciones de la academia. Celia le dice que ella encantada, así estará más preparado para su primer día. La maestra invita a desayunar al chaval, pero este se niega ya que ha comido algo en casa. En eso que aparece el cartero y le entrega una carta a Celia, es de Santiago Eslava. Celia está tan nerviosa que no atina a abrir el sobre, por lo que lo hace Benito en su lugar y se dispone a leerle el contenido. Lamentablemente, el consejo no ha aprobado su solicitud de tratar el sufragismo femenino en el Parlamento. Celia flipa, puesto que el discurso le salió genial y todos quedaron muy impresionados, pero no ha podido ser ? Por suerte, Celia no se lo toma nada mal, ya que sabe que no todo se consigue a la primera.

Más tarde acude a su cita diaria con su “amante”, es decir, que va al despacho de Velasco, (con eso de que se tienen que ver a escondidas…). Federico le dice a Celia que todas las sospechas que tenía sobre la usurpadora eran infundadas, cosa que la maestra celebra. Después de esta buena noticia, Celia le da una mala a su amigo, le comenta que le han dado largas en el Congreso. Para Velasco esa noticia era la más normal que le podían dar, pero Celia le dice que por la noche tiene una reunión con sus compañeras para ver cuál es el siguiente paso. A Velasco no le gusta que la maestra sufra, y ese tema lo hace suficiente. Celia le dice que no es precisamente el sufragismo lo que más le hace sufrir. Primero es Bruna, que no deja que se vean, ya que la considera una pervertida, y luego está Cata, que le ha dado la espalda por ser como es, y claro, nuestra maestra tiene su corazoncito y le molesta más que una persona que consideraba su amiga le de la espalda a que un diputado le diga que no, las cosas como son, y con toda la razón del mundo. Celia le dice que se siente sola y el inspector le dice que de eso nada, que se tiene el uno al otro, y se dan un abrazote cuando de repente aparece Bruna.

Ya por la noche, Celia está con sus compañeras sufragistas para celebrar la reunión cuando de repente aparece Cata. La maestra pone cara de pocos amigos y, como está “cabreada” con la muchacha, la vuelve a tratar de usted. Le dice que ir a escuchar la reunión es lo más fácil que puede hacer, pero que acompañarla al Congreso ¡¡hubiese sido la leche!! Cata va a esforzarse todo lo que pueda para que no la dominen sus prejuicios y Celia le hace ver que aunque no haya sido la primera persona en dejarla de lado, sus palabras hieren tanto como las de los demás.

Cata: Del mismo modo en que nosotras intentados cambiar la percepción que los hombres tienen sobre las mujeres, las… las personas… como yo, deberíamos mirar de otra manera a… las… personas como tú.
Celia: Personas como yo.
Cata: Lo siento Celia, no quería ofenderte.
Celia: Mire Catalina (la cosa se pone seria ?), me han pasado muchas cosas por amar a la mujeres, pero TODAS ellas me han ayudado a darme cuenta de que NUNCA pediré perdón por ser como soy.
Cata: Y creo que tu actitud es admirable, ¡¡de verdad!! Sólo quiero que seamos amigas.
Celia: (Se marcha hacia el interior del salón para que de comienzo la reunión dejando a Cata clavada en la puerta) ???

Celia les da las malas noticias sobre el Congreso a sus compañeras, pero les dice que no pueden perder la calma, que los canales convencionales que han utilizado hasta el momento no han tenido el éxito deseado, por lo que ha llegado el momento de pasar A LA ACCIÓN ??

Y con este primer plano de Celia, nos despedimos esta semana… ¡¡¡Madre mía!!! ¿A qué se estará refiriendo Celia con pasar a la acción? Me está gustando bastante esta trama, pero miedito me da cómo se les puede complicar la vida a todas ellas, especialmente a Celia. ¿Volverá a la cárcel? Si tiene algún problema, ¿Velasco la ayudará? Demasiadas preguntas por contestar… nos tocará esperar a ver qué pasa.