Curvas
Que la curva más provocadora tuya, la que más me excita, de la que siempre quiero averiguar su sabor, no es la de tu delantera, ni la de tus posaderas, ni siquiera la más cóncava de tu cuerpo. No. Es tu sonrisa. Así que cuídala para que siga siendo curva, no vaya a ser que se te olvide y acabe perdiéndose en una recta infinita.
Me preocupa que no quieras volver
Me preocupa, y mucho. Estoy inquieta por si te gusta tanto aquello que, al final, decidas quedarte allí hasta que encuentres algo mejor. Que ese algo nunca se deje ver y acabes esperándolo tan lejos para siempre… Me obsesiono por si te estimula más que yo. Temo no volver a verte y que a ti no te importe. Pero, sobre todo, lo que más me puede preocupar es que, después de tantos años, haya dejado de importarte y no necesites verme más. Que me pusiste al olvido, ignorándome de principio a fin, desde la tarde que nos conocimos en el gabinete hasta estas palabras. Eso me aterra.
Fuera, sigue lloviendo. Veo cómo la gente se moja. Y me pregunto, desde mi imprudente ventana, si les llueve en el corazón como lo hace en el mío.
Aroma
Me puse unas gotas de perfume en las muñecas y el cuello. Una fragancia que me recordaba bastante a la tuya. A tu peculiar aroma afrutado y sensual.
Después me metí en la cama. Apagué la luz y, entonces, te hice el amor a distancia, como tantas veces desde que nos conocimos. Acabé explotando de puro gozo, empapando de lujuria la sábana y, de rebote, todo el dormitorio. Acabé asfixiándome entre el olor a fantasía. Así me mentí en la cama.