Nanas lésbicas libros lésbicos

En estas 19 “Nanas” se relatan las aventuras de Carla, de alto y gozoso contenido sexual. Carla se mueve por todo el mundo, viajar ha sido una constante desde su infancia debido a la profesión de su padre. De hecho, ella se siente libre, cómoda en cualquier país. Carla es una auténtica cosmopolita. Visita México, Perú, Chile, Sydney, Ámsterdam, Salvador de Bahía, Atenas…además de los desplazamientos que desde Madrid (donde vive) realiza dentro de España.

Todos estos viajes no son simples itinerarios geográficos: Carla conoce en cada sitio a una mujer (o varias) y vive en cada lugar una experiencia sexual.

Sus encuentros carnales siempre son placenteros y desprovistos de drama o desamor. Como en la variedad está el gusto, Carla experimenta con cada mujer el goce físico en lugares también variados.

Por ejemplo, en el probador de una tienda:

Carla se dejó hacer apoyada en la puerta y regocijándose con el espectáculo que se reflejaba en el espejo de la pared. Eugenia le mordía los pezones una y otra vez, con suavidad, con fuerza, con deseo, con hambre, mientras sus dedos apartaban la tela de las bragas y se introducían dentro, muy dentro, de Carla. (Pág. 56)

O en el servicio del AVE con destino a Córdoba, en compañía de una simpática chica con la que acaba de entablar conversación. O en los servicios (también) de un bar de ambiente en Sydney:

Carla sentía el exquisito sonido de la lengua en su oído, notaba el contacto metálico del piercing y la voz de la chica que le decía: “We are going to fuck you real good…”. Carla tembló ante lo que estaba por venir. (Pág. 68)

O en los asientos traseros del coche:

Se besaron, se mordieron, se chuparon las lenguas, con el olor dulce de su sexo impregnando todo el coche.

O en uno de los sitios más apreciados dentro del top-ten de lugares románticos donde follar: una playa.

Se besaron mecidas por el tranquilo ir y venir del mar, se buscaron una a la otra hurgando con los dedos entre sus piernas, saboreando la sal del mar y el sabor de sus propias bocas, con los senos flotando al compás del tranquilo vaivén de las olas. (Pág. 92)

El itinerario no es sólo sexual, a veces recorremos con ella lugares como Chueca, Barcelona, etc. Pero resulta importante señalar que los viajes de Carla suceden a lo largo de su vida, hasta su edad madura. Esto supone que la Carla del principio del libro no es la misma que la Carla del final, cuando los años han pasado. Y esto tiene una serie de efectos: curiosamente nuestra protagonista, a la que siempre atrajeron las mujeres mayores cuando era joven, en su edad madura se siente algo insegura con su cuerpo. A la vez, tiende a salir con jovencitas.

Como puede verse, este conjunto de relatos es pródigo en sexo. Las relaciones que establece Carla son temporales, no de tipo romántico: ella no ha nacido para la monogamia. Los encuentros sexuales son diferentes, impregnados a veces de cierto exotismo, y se narran con todo lujo de detalles.

Georgina cabalgó su puño, con fuertes embestidas, enlazando sus muslos alrededor del cuerpo de Carla hasta que se sacudió y de su garganta brotó un grito salvaje y sensual (Pág. 115)

Si lo que la lectora busca es una lectura de sexo sin complicaciones, totalmente explícito y lésbico al cien por cien, este libro está del todo indicado. Por otra parte, no es muy extenso (125 páginas), se lee fácilmente y casi de un tirón.

Que lo disfrutéis, si os apetece.

Edición citada: Cuevas-Morales, S. Nanas lésbicas (para conciliar el sueño). Editorial Lastura. Segunda Edición. Ocaña, 2016.