Maia y Lucca trabajando

Un nuevo día. El sol está brillando, el café está recién hecho, los teléfonos de la oficina suenan y recibes un nuevo mensaje de texto anónimo de alguien que asegura que te hará sufrir de todas las maneras imaginables. Otro día cualquiera en la vida de Maia Rindell. Bienvenidas, Lesbicanarias, a un nuevo capítulo de The Good Fight. Desde la caída en desgracia de nuestra abogada novata, cortesía del fraude millonario de su padre; las cosas no pintan nada bien para nuestra heredera Rindell, pero no hay nada como trabajar gratis para hacer tu vida un poco menos nefasta. Así es, Maia al fin disfruta las mieles de pertenecer al fondo de la cadena alimenticia en la cual uno tiene que trabajar casos pro bono porque ninguno de tus compañeros lo quiere hacer.

Al menos no está sola, Lucca también comienza a sufrir los estragos de ceder su lugar privilegiado ahora que Diane Lockhart se ha unido al bufete y no solo pierde la oficina, sino que se ve atorada en gloriosas horas de escuchar quejas interminables de trabajadores sindicalizados demasiado pobres para buscar ayuda legal real.

Maila con su cliente

Las instrucciones son simples: Escúchalos, di dos o tres cosas que suenen medianamente profesionales y sal huyendo antes de que crean que estás ahí para ayudarles. Por supuesto, es todo lo contrario a lo que Maia hace y más pronto que tarde se ve involucrada en el caso de un trabajador acusado injustamente de robo y a quienes sus patrones le descuentan mensualmente el supuesto valor del lote que, según dice no robó. Las malas noticias son que firmó su confesión, las buenas que solo necesita negociar el monto que le descontarán. Pan comido, dice Rindell quien le ruega a Lucca que le permita llevar el caso. Total, solo serán dos horas. (Pero todos sabemos que le quedan 40 minutos a este episodio. Oh, mi ingenua Maia).

Diane también está pasando una mala mañana. No es solo el frío recibimiento de Barbara Kolstad, socia del bufete a quien no le hace mucha gracia tener nueva competencia en la forma de la única socia abogada blanca, sino que su contador acaba de informarle que su antiguo bufete se niega a devolverle el dinero de su inversión y retiro, dinero que por cierto necesita entregar a su nueva firma como parte de las obligaciones de todos los socios.

Por suerte, Diane está en búsqueda de ayuda en la forma de una nueva asistente y no tiene que buscar mucho porque Marissa Gold, quien solía trabajar para Alicia, está ahí lista y dispuesta para ocupar el puesto, a pesar de que nadie la ha contratado. Diane duda sobre si debe contratarle, pero Marissa le asegura que no encontrará a nadie mejor y que le de 24 horas de prueba.

Maia en el primer juicio

De regreso con Maia, la pelirroja está pasando apuros con su caso al no tener una actuación brillante en la junta de conciliación y arbitraje. Menos mal que Lucca está ahí para salvarle el pellejo y, de paso, convertir el pequeño caso insignificante en una demanda judicial colectiva. Resulta que Frank no es el único empleado acusado injustamente de robo y al que las empresas le quitan la mita del sueldo.

De vuelta a la oficina, Diane, Barbara y Adrian están intentando convencer a sus inversores de tomar diferentes casos que pudieran ser lucrativos, pero con poco éxito contra el algoritmo que predice si son viables o no. Al menos Lucca se aparece con el caso de la semana para despertar su interés.

Leonore Rindell, madre de Maia, se da una vuelta en la oficina para hablar con Diane. La mujer le ruega a Lockhart hablar con su hija para convencerla de que le vuelva a hablar, pero para la abogada los Rindell son las últimas personas con las que quiere tener contacto. Al final, Leonore logra convencer a Diane de visitar a su esposo en la cárcel. En la plática, Henry le asegura a Diane que es inocente y el verdadero culpable es su hermano Jax, quien lo incriminó cuando le descubrió. Henry también le pide a Diane que convenza a Maia de ver a su madre ya que no sabe cuánto tiempo le queda pues el cáncer, que alguna vez sufrió, ha vuelto.

Lucca y Maia descubren que su cliente fue incriminado víctima del “Método Friedman”, una estrategia de interrogación empleada por los policías y que, supuestamente es muy efectiva. Ambas se inscriben a un seminario para aprender más al respecto, pero en el bufete les informan que su caso no va a proceder a menos que encuentren a más empleados acusados injustamente que se quieran unir a la demanda colectiva.

Marissa ve su oportunidad de demostrar que es la asistente que Diane siempre soñó, así que conduce su propia investigación para encontrar a otros 20 empleados de diferentes empresas que también reciben descuentos injustificados.

Maia y Lucca investigando

Maia y Lucca acuden a su seminario y descubren que el “Método Friedman” dista mucho de ser una estrategia objetiva y más bien se centra en no escuchar nada de lo que el acusado tenga que decir e interrogarlo hasta el cansancio hasta que confiese. Lucca se mofa del supuesto método, pero Maia escucha con atención todo lo que dice el instructor sobre observar atentamente los cambios microscópicos en la expresión del acusado que miente. Al menos, Lucca vuelve a salvar el día y descubre que prácticamente todas las empresas grandes mandan a sus encargados de recursos humanos a los seminarios. Parece que, después de todo, las empresas no son tan santas como dicen. Adrian intenta convencer a los inversores de que acepten la demanda colectiva como nuevo caso y ellos se muestran interesados, excepto por dos problemas: El juez asignado no les es favorable y no tienen los suficientes demandantes. Solo tienen uno y necesitan 20. Esa es la señal para que Marissa anuncie que tiene 23 nuevos casos que desean unirse a la demanda colectiva, lo cual impresiona a Diane quien la contrata en el acto. Ahora solo necesitan cambiar al juez, menos mal que Adrian es un gran abogado.

Bosseman invita a Maia acompañarlo como segunda al mando a la primera audiencia ante el juez, pero pronto es evidente que esa es su estrategia para lograr que le cambien, pues el juez en turno también fue víctima de fraude de los Rindell. Al menos algo bueno salió del asunto.

El nuevo juez es nada más y nada menos que el peculiar Charles Abernathy, quienes los fans recordarán como uno de los jueces más excéntricos y queridos de la saga. Esas también son buenas noticias para Maia y Lucca, pues el juez Abernathy no parece ser fan de las corporaciones o métodos de interrogación. Ambas se van a casa con el caso en la bolsa.

Maia con su madre

Maia se reúne con su madre puesto que Diane le ha dicho sobre el cáncer. Su madre le dice que no es nada de qué preocuparse, solo un susto. Maia duda y decide poner en práctica lo que aprendió en el seminario así que cuestiona a su madre sobre la veracidad del supuesto cáncer. Su madre le afirma que no le miente y que tampoco lo hace cuando le asegura que ni ella ni su padre son culpables, sino su tío Jax.

Maia le confiesa a su novia, Amy, que no sabe si creerle a su madre o no. Le cuenta que su familia siempre fue una familia aburrida y sin conflictos y por eso no puede creer todo lo que está pasando. Debe ser el karma cobrándole por su infancia feliz. Amy intenta reconfortar a su novia diciéndole que los problemas de sus padres no tienen por qué ser suyos.

Maia y Amy en The Good Fight

De regreso al caso, Maia logra probar ante el juez que el “Método Friedman” no solo no es efectivo sino rechazado por la policía como verídico u objetivo. La defensa de los acusados decide hacer una propuesta a Jack. Si retira el caso, le pagarán medio millón de dólares. La oferta es tentadora, pero eso también significaría cancelar la demanda colectiva y los inversores consideran que lo mejor es que Jack no acepte. Jack, Maia y Lucca deciden continuar en el caso.

Todo parece indicar que Maia ganará su primer caso, pues la evidencia apunta a que efectivamente las empresas están abusando de sus empleados e inventándoles acusaciones falsas; excepto por el pequeño detalle de que Jack sí es culpable de robo, o al menos lo fue alguna vez hace muchos años, pero eso es suficiente para arruinar el caso.

Maia y Diane reflexionando

Maia está devastada pues odia perder y realmente creía que Jack era inocente. Diane le dice que probablemente lo era en ese caso y que la gente a veces miente cuando dice la verdad. Maia le confies que su madre mintió sobre el cáncer y que solo lo hizo para volver a verla. Diane le dice que se sentía sola y que la gente hace cosas desesperadas cuando se siente sola. Al final le convence de ir a verla.

Maia llorando en The Good Fight

Al llegar a casa de sus padres, Maia llama a su madre sin obtener respuesta hasta que aparece con la bata semiabierta y evidentemente sorprendida y asustada de que la pelirroja se haya presentado sin avisar. Maia se da cuenta de que su madre no está sola mientras ella intenta por todos los medios que se vaya de la casa, pero es demasiado tarde pues Maia se encuentra cara a cara con su tío Jax. ¡Y eso es todo en este episodio, lesbicanarias! ¿Es Leonore culpable? ¿Lo es el tío Jax? ¿Podrá Maia recuperarse del shock? No se pierdan el siguiente capítulo y no olviden poner sus comentarios debajo.