El anterior resumen de Seis Hermanas lo dejamos con la “tranquilidad” de saber que Benito había acabado con el chantaje a Cata, gracias a Velasco y Celia, y que las chicas volvían a estar juntas. ¿Cómo les habrá ido la semana? ¿Tranquilas? ¿Más problemas? Vamos a comprobarlo.

Empieza la mañana en el cuarto de Diana. Celia acude a verla porque necesita hablar con ella. Parece ser que trae malas noticias. La maestra le cuenta la verdad sobre la relación existente entre Cata y Benito, le cuenta que la tenía sometida y Diana no acaba de creérselo, no pensaba que el bebé pudiera ser de esa manera. A la rubia le ha dado todo el bajón después de la confesión de su hermana, parece ser, que sus problemas con Salvador se agravaron porque ella creyó a Benito en vez de a su marido. Qué mal rollito, ¡Diana!

Cata acude a ver a Velasco, quiere agradecerle todo lo que ha hecho por ella, básicamente, quitarle a Benito de encima, ¡nunca mejor dicho! Parece que las palabras de Federico causaron el efecto esperado en el bebé, Cata ha confirmado que ya no es su vecino de habitación. Ahora de lo que se arrepiente es de no haber confiado en Celia y hablar antes. La costurera, con su carilla de buena, le pregunta al inspector que si él ha tenido algo que ver en su reconciliación con Celia y él, claro está, no tenía ni idea de que estaban juntas otra vez.  También tiene la osadía de preguntarle que si son buenos amigos, por lo que Velasco no tiene más remedio que darle la razón, se lo cuentan casi todo. Ahora resulta que Cata quiere saber cómo era Aurora; le pregunta que si la conoció y que cómo era. Velasco es claro: “El amor de su vida”; luego lo intenta arreglar, pero no puede, es la propia Cata quien ha de echarle una mano, sabe lo que significó la enfermera para Celia.

Cata: No se apure, inspector si… Ya sé que Celia estuvo muy enamorada de ella.

Velasco: (Suspiro) Sí. Sí, era como… una historia de amor de esas de las novelas.

Cata: ¿Cómo era Aurora?

Velasco: Valiente; era una mujer llena de vida. Llena de fuerza. Generosa. Gentil.

Cata: ¿Usted la apreciaba?

Velasco: Mucho. Sí. Sí, era una de esas personas que se hacen querer.

Cata: ¿Y era hermosa?

Velasco: MUY HERMOSA.

Por lo visto, Cata ha querido tener otra opinión acerca del antiguo amor de Celia; sabe que no va a perderla por la posible vuelta de la enfermera, pero al menos se hace una idea de cómo se siente y las posibles reticencias que pueda albergar la maestra.

Celia y Cata salen de casa de la primera (o sólo sale Celia, no lo sabemos). Están muy contentas. Celia le propone a su novia ir al cinematógrafo, a ver una peli de Charlot. Bajando las escaleras están cuando aparece el impresentable (nada más verlo ya me hierve la sangre). El bebé les pregunta que si van en un paseo de enamoradas o a una de esas reuniones prohibidas, Celia le dice que las deje pasar, y cuando lo hacen por su lado, Benito agarra del brazo a Cata, Celia salta cual leona y le mete un empujón. Cata ha quedado un paso por detrás, pero con un gesto de Celia se coloca a su espalda, quedando Celia como escudo por lo que se le ocurra hacer al CERDO. Éste les echa en cara que no era necesario mandarle a su perro, alias Velasco, Celia, con toda la razón del mundo, le dice que no podían hacer otra cosa, que lo que estaba haciendo era intolerable y había que pararle los pies. Le encantaría verlo entre rejas. El bebé sigue en sus trece y las vuelve a amenazar y Celia, ni corta ni perezosa, con su cara de mala leche le dice: “Pues mira por donde no me dan miedo tus amenazas” (¡ahí, Celia, no te achantes!). Al final Celia consigue que el CERDO se largue, en ese momento, Cata rompe a llorar y la maestra no puede más que abrazarla.

Cata está en la habitación de la maestra, ésta está viendo sus diseños. La costurera no hace más que dar vueltas alrededor de la maestra, está nerviosa porque no sabe cuál es su opinión. Evidentemente, a la maestra le chiflan, y entiende que la noche anterior la “dejara plantada” por hacerlos, aunque le recrimina que no le dijera el motivo, se le pasaron mil cosas por esa cabecita pensante. Al final, le da a elegir uno de ellos, se lo va a confeccionar ella misma como agradecimiento por lo bien que se ha portado con ella con el tema del bebé. Se dan un beso y llaman a la puerta (menos mal y… ¡uy, casi!) es Rosalía, llaman por teléfono a Celia, parece importante. Ésta se va y deja a Cata para que le haga unos arreglos en el diseño del vestido. Abre un cajón del escritorio para buscar un lápiz y encuentra un cuaderno de Celia. En su interior, está la foto de Aurora (¿no la tenía en un marco antes?)

En el plano siguiente, vemos a Cata guardándose la foto de la enfermera en el bolso (¡¡¡PERO SERÁS CHORIZA!!!) Celia entra en la habitación, la verdad es que tiene cara de pocos amigos. La persona que ha llamado a Celia era Velasco, resulta que han disparado a Benito (¡Qué fuerta! ¡Seguro que se lo tenía merecido!). No está muerto, pero sí muy grave, Federico no le da muchas esperanzas. Cata está flipando, pero se mantiene muy serena, incluso fría, podría decirse. La costurera no le da importancia a lo que le ha pasado al CERDO, sólo si hubiese muerto, pero como no es así, después de todo lo que le ha hecho, no siente la más mínima compasión por él, seguro que se lo merecía (lo que yo decía). Cata quiere seguir con el boceto, pero Celia no tiene cabeza, va a hablar con Velasco para averiguar qué ha ocurrido.

Así que ahí la tenemos, en el despacho de su mejor amigo. El aviso lo dio Salvador, lo encontró tirado en la fábrica, desangrándose e inconsciente, por lo que no saben, todavía, quién ha sido. Sin testigos, y con la explicación que ha dado Salvador, ahora mismo es el principal sospecho, tiene motivos para cargárselo. Celia no cree que haya sido su cuñado, se niega a pensar eso. El chaval parece que de momento se ha librado, porque el disparo iba a matar, no era un simple susto.

Velasco le acaba de contar un SECRETO a Celia. Esta es la cara que se le ha quedado. Resulta que la usurpadora ha robado en su propia tienda, necesita ese dinero para seguir adelante con sus planes. También le confesó al inspector que sufrió un aborto natural. Su plan es huir sin que las autoridades se enteren. Velasco no sabe qué hacer, tiene que elegir entre su carrera y su mejor amigo, ya que si se lo cuenta a Gabriel, seguro que huye con ella y Velasco no está dispuesto a vivir sin él; pero si la delata, a ella la ejecutarán y Gabriel no se lo perdonará en la vida, en ambos casos, lo pierde como amigo.

Más tarde, Celia se acerca hasta la Villa de París. Cata se alegra de verla; como están solas en la tienda, puede elegir la tela para que le haga el vestido. Celia tiene cara de pocos amigos. Le hace la pregunta del millón (esa que hemos pensado todxs al principio del capítulo) “¿Has tenido algo que ver con el intento de asesinato de Benito?” ¡¡¡ZAS!!! Cata lo niega por activa y por pasiva, a pesar de todo lo que la ha hecho pasar, sería incapaz de quitarle la vida. Celia no se las queda todas consigo, pero de momento le da un poco de tregua; la que no se lo ha tomado nada bien ha sido Cata. (A ver, se entienden las dos partes; por una parte Celia, después de la reacción de Cata cuando se lo ha dicho, es normal que se le haya pasado por la cabeza; y por otra, la reacción de la costurera también es comprensible, no le tiene por qué importar lo que le pase al CERDO después de todo). La maestra cree en lo que le ha dicho su novia, si ella dice que en toda la noche no salió de su habitación, pues la cree, pero lo que necesita es que la crea la policía si le pregunta. (Todo este asunto va a traer cola, ya veréis).

Al día siguiente, Celia y Diana están desayunando. La rubia parece que está en otro mundo. Salvador está en la cárcel y Diana no se puede perdonar que haya desconfiado de él. Celia le da ánimos, cuando el bebé despierte y diga quién ha sido, seguro que Salvador sale de prisión. Por lo que cuenta Salvador, un posible cliente le había citado en la fábrica, pero no sabe quién es, Ciro tampoco lo sabe. En ese momento caen que tienen que hablar con él, es el que puede confirmar la historia de Salvador y, a lo mejor, sale de la cárcel. A Diana ahora le preocupa si su relación con él se arreglará o qué. Celia le da ánimos. En ese momento entra en el comedor Elisa (¡cuándo tiempo sin verla!), les pregunta a sus hermanas que si puede desayunar con ellas y hace pucheritos.

Al parecer, Ciro ha abandonado a la pequeña Silva y todo por culpa de Sofía, que ha intentado seducirlo. Celia le dice que puede que la haya dejado por otro motivo. En eso que aparece corriendo Merceditas (¡cómo la echaba de menos!) ¡¡¡Por fin alguien trae buenas noticias a esa casa!!! Francisca ha escrito una carta. La pelirroja vuelve a Madrid y la van a recibir por todo lo alto.

Cata está en la tienda mirando la foto de Aurora. Entra LA ARPÍA (Marina) y se cosca de la situación (ve dónde guarda Cata la foto). Le dice a la costurera que se ha levantado generosa y quiere hacerse un traje y que le gusta la tela donde ha escondido la foto. Se hace la sorprendida cuando la ve y le dice que la echa mucho de menos, que trabajaron juntas en el hospital y llegaron a ser grandes amigas (¡¡¡PERO SERÁS FALSA DE M!!!) (¡¡Qué cabreo!!) Marina sigue hablando de Aurora como si fuera su mejor amiga, dice verdades y mentiras, claro está (¡qué ostión más grande!).

Más adelante, es Celia la que acude a ver a su novia al trabajo. Ambas sonríen cuando se ven (cual dos enamoradas). Cata le pregunta que si hay alguna novedad con respecto a Benito, le dice que ha pasado mala noche pensando en él y que el día anterior esta cabreada y dijo cosas que no debía (¿creéis que es para que Celia no piense que ha tenido algo que ver o porque todo el mundo le ha dicho que Aurora era más buena que el pan, ella también quiere serlo?) (Ahí lo dejo, jijiji). Celia le propone ir a dar un paseo al acabar la jornada, pero Cata ha pensado algo mejor; le dice que pueden ir al teatro y Celia se queda con cara de ¿WTF? No sabía que le gustara, y a Cata, por lo visto, le encanta (mentirosaaaaa… ¡¡¡ya sabemos por qué lo has dicho!!! ¡¡Quieres convertirte en Aurora y eso es IM PO SI BLE!!). A Celia le parece un buen plan. Pregunta que si quiere ver algo en especial y la costurera comenta que algo de Galdós. Esto a Celia no le acaba de encajar, le suena que alguna vez le ha hablado de él y no mostró el más mínimo interés. (¡Que se te ve a la legua, Cata!) Cuando se entere Celia de que todo lo que le has dicho es mentira… ya puedes empezar a correr, Cata.

Si el amor conyugal y los goces de la familia solicitan tu alma, déjate llevar de esa dulce atracción”. Para Celia es una frase grandiosa, mientras que Cata no tiene ni idea de dónde la ha sacado. La maestra le dice que de la obra que acaban de ver y, enseguida, Cata dice “es verdad, es verdad, ahora me acuerdo” (tía, no haces más que cagarla y delatarte tú solita) Celia está entusiasmada, le dice que habla de ellas mismas. Le pregunta que si le ha gustado la obra, creía que no lo iba a hacer porque de todas las obras de Galdós, Electra es la más simbolista. Cata debe pensar que su novia la está sometiendo al tercer grado, no hace más que preguntarle cosas de la obra y ella no sabe qué contestar. Al final decide confesarse, le explica que a ella no le gusta tanto el teatro como a ella. Celia no se lo toma mal, lo importante es que lo hayan pasado bien. Cata decide irse a dormir. Celia se queda con cara de “¿qué le pasa? ¿Por qué lo ha hecho? ¿Habré dicho o hecho algo mal?”. Pobrecita mía.

Al día siguiente, Celia y Diana están en el despacho de la fábrica. La rubia habla por teléfono con Velasco. El inspector le informa que ha interrogado a su tío y que tiene coartada para esa noche. Celia le dice a su hermana que no sería la primera vez que contrata a alguien para no mancharse las manos. Diana no sabe qué le va a decir a su marido. En ese momento hace su aparición Cata, lleva una caja en las manos. Ésta le da dicha caja a Diana, son las pertenencias que Benito dejó en la casa de huéspedes, por si le pueden servir para algo. La costurera le dice a su novia que ya se va. Hace el amago de acercarse para darle un beso, y aunque Diana esté de espaldas, no es conveniente, por lo que saca una de sus mejores sonrisas y se va. Diana se alegra por su hermana, la ve bien con Cata. Rebuscando en la caja encuentra un papel con unas señas que le resultan familiares, Celia lo ve y le dice que es la dirección de la antigua casa de Blanca, por lo que se preguntan por qué el bebé tiene esas señas. Repasando la trayectoria, caen en la cuenta que esa casa ahora es de Marina.

Más tarde, la susodicha, Marina, pasaba por la Villa de París y decide entrar a saludar a Cata. Le comenta que la vio salir del teatro acompañada de Celia (¿qué pasa, que ahora las espía?) y le hace la pregunta del millón, que si ella y Celia son más que amigas. Como bien le había explicado Marina, ella y Aurora habían sido buenas amigas y sabía de la relación existente entre #Aurelia. Cata, confiada con las buenas palabras de la mala malísima, decide confesarle que en ocasiones no se siente suficiente para Celia (pues claro tía, ¿qué te crees, Aurora 2? De eso nada, bonita, pero si estás con Celia por algo será, ¿o no?). Cata tiene complejo de segundona (que sí) y tiene el presentimiento de que si Aurora siguiera viva, Celia nunca se habría fijado en ella (que también). La costurera piensa que si se parece en algo a Aurora, a Celia le gustará más, el problema es que se lo ha ido a decir a la peor persona que podría. Si Marina la ayuda, mal parada va a salir. (¿No la puede avisar alguien?)

Seguimos en la tienda. Celia llega y se queda ojiplática (vamos, con la cara de la foto) Cata está de espaldas, y con el peinado nuevo que se ha hecho, una falda marrón oscura y la camisa de cuadros que lleva, Celia tiene un flash y cree que se trata de su amor, de hecho lo dice “Aurora”. Cata se gira, no la ha oído entrar. La maestra le pregunta que por qué ha cambiado su peinado, la costurera le dice que quería algo más sofisticado. Celia parece que no se lo toma demasiado bien. Al final, Cata se quita el peinado, Celia le comenta que no tiene porqué cambiar, a ella le gusta tal y como es. (Cata, Cata, Cata, por ahí vas por mal camino, te lo advierto).

Cata acude a casa Silva. Rosalía la acompaña hasta el salón y va a buscar un café para la invitada. Celia ha salido a hacer unos recados y cree que no tardará. Cata decide esperarla. Rebusca algo en el bolso. Lo deja en la mesita. Fichea la casa y encuentra un libro de Celia. Abre la tapa y lee la dedicatoria: “Para Celia. Mi compañera. Mi amor. Aurora”. Cierra el libro y lo deja donde estaba. Qué casualidad, que justo debajo esté la novela que está escribiendo la maestra. Cómo no, decide echarle un ojo. Lee: “Aurora estaba bellísima”, por lo que se sienta dispuesta a leer todo el contenido de la carpeta. (MUY MAL, CATA, ESO NO SE HACE. SE LLAMA ¡PRI VA CI DAD!) Sigue leyendo, el espectador lo escucha con voz en off.

Aurora estaba bellísima. No había nada de especial en su aspecto y, sin embargo, ella tenía esa habilidad. Me conmovía sin proponérselo. A veces, la belleza te golpea, te sacude, y ahí estaba yo. Sentía como toda la sangre subía a mi corazón, y las pulsaciones, al pronto aceleradas, no me dejaban respirar. Me parecía un sueño estar allí, en un momento tan íntimo”.

En ese momento, vemos una imagen de Aurora y Celia en el baño de casa Silva, cuando se quedó allí escondida, no podía volver a Cáceres. Vemos la escena completa (de ellas dos) con su audio y todo. (Qué recuerdoooooooooooos) (llorar, llorar, llorar)

Volvemos al presente, con la voz en off de Cata:

            “Y su sonrisa. Su belleza y su sonrisa me desarmaban. Me decían, “acércate a mí y bésame”. En ese momento entró la criada, a las dos se nos heló la sangre…” y llega Rosalía para cortarle el rollo (y a nosotras también, claro está). Le sirve el café y se marcha. Cata aprovecha para seguir leyendo.

La vemos ya casi en el final de la novela, o Celia tarda mucho o esta chica lee demasiado rápido.

Aurora estaba cada vez más débil. La enfermedad se la estaba llevando sin que yo pudiera hacer nada para impedirlo. Se acercaba el fin del año. Las agujas del reloj caminaban hacia la media noche cuando sonó el timbre de la puerta. El servicio se encontraba festejando la Nochevieja, yo acudí a abrir. Al otro lado de la puerta estaba Aurora, desvalida y sin apenas fuerzas para mantenerse en pie.

Flashback a la escena descrita. Vemos y escuchamos la tan terrible escena. (¡¡¡Qué llorera!!!)

Cata llorando a moco tendido sigue leyendo:

            “La muerte y yo abrazábamos a Aurora. Yo le mentí. Le dije que no le iba a pasar nada, porque necesitaba creer que así era. Me negaba a ver la evidencia. Aurora sin embargo, siempre tan valiente, sabía lo que le esperaba…

Flashback.

            “Y acabó siendo ella quien me consoló a mí. Te quiero. Y aquellas fueron sus últimas palabras.

Flashback. Fin de la escena.

Suena el timbre de la casa. Es Celia. Rosalía le cuenta que su amiga Catalina lleva horas esperándola. En ese intervalo, a Cata le ha dado tiempo de dejar la novela en su sitio y coger el libro para disimular. Celia le dice que es uno de sus libros favoritos. También le pregunta que si ha estado llorando (a moco tendido, ya te lo digo yo) y le dice que no pasa nada, que ella también lo hizo la primera vez que se lo leyó. La quiere invitar a tomar algo por todas las horas que la ha hecho esperar. Al final se van.

Las vemos tomando un café, o un chocolate, o lo que sea. Celia le cuenta a Cata que tiene muchas ganas de ver a su hermana Francisca, son las artistas de la familia, que compartían habitación y confidencias. Hablan sobre lo mal que están las comunicaciones en Europa debido a la guerra y de que siempre le quitan la mitad de sus partituras por no ser de compositores alemanes. Celia le pregunta que qué quiere hacer más tarde y Cata piensa en irse a casa, aprovecha también para decirle que es mejor que al día siguiente no se vean, así ella puede disfrutar de su hermana, pero Celia quiere que la conozca. De repente, Cata le pregunta que si Francisca se llevaba bien con Aurora. Celia le cuestiona su pregunta. La costurera dice que es pura curiosidad. De repente está cansada y decide marcharse. La maestra se ofrece a acompañarla pero Cata prefiere estar sola. (Se le ha quedado un mal cuerpo después de la lectura que no veas).

Pues así acaba la semana. ¿Creéis que Cata le dirá a Celia que se ha leído la novela sin su consentimiento? ¿Cómo creéis que se lo tomará la autora? ¿Se enfadará mucho? ¿Cómo será el encuentro entre las hermanas? Pues para descubrirlo hay que esperar hasta el próximo resumen.