Hacer el amor

“Hacer el amor” es una expresión absurda. Tú no dices “he quedado con una amiga para hacer la amistad”. Somos así. Hacer el amor solo es la manera que tienen los sentimientos de practicar ejercicio, de fortalecerse.

Pero si tuviera que profundizar en este tema, diría que mi postura favorita para hacer el amor es contigo. Que el mejor orgasmo que puedo disfrutar está en tu cuerpo, empezando por tu mirada feliz, plena. Y que todos mis gemidos surgen a través de tus sonrisas. Mis suspiros guardan en bajito tu nombre.

Adoro dibujar a besos nuevas rutas por las pecas de tus pómulos. Hablarte con mis dedos sobre los lunares de tu cuerpo. Eso es para mí hacer el amor. Hacerte amor. Hacernos amor.

Mi corazón

Y notaba mi corazón gritando tu nombre, escupiéndolo a cada latido con odio, con rabia, con rencor. Latiendo a puñetazos contra mis costillas, queriendo salir de su cobijo y gritártelo a la cara. Gritando desesperado que te quiere para él solo. Que se quiere mudar a tu pecho porque en el mío ya le ha vencido el alquiler. Diciéndote todo esto mientras se desangra por el camino. Y sin decidir qué era lo mejor para él: si ser un muerto viviente o vivir suicidándose cada vez que te recuerda.

Quise demasiado

Quise tocar esa sonrisa, agarrar tu mano que la censuraba y apartarla despacio, para que todas las personas pudieran admirar su poder. Para que fueran testigos de una de las Maravillas del mundo.

Existió una época en que posábamos felices para las fotos, dejando caer con dulzura un brazo por encima de nuestros respectivos hombros, sujetando con la otra mano el ejemplar de un libro en concreto, como si fuéramos un matrimonio y el poemario nuestro hijo único. Un matrimonio del que solo sobrevivieron recuerdos que no se pueden tachar. Un enlace que ya no es nuestro nexo común porque el tiempo lo deshilachó. Porque tú y yo preferimos casarnos con la escritura, en vez de entre nosotras, que sería lo adecuado. Optamos por tener cada una sus propios libros por el camino.

Ahora, cada vez que coincidimos, nos tapamos la boca de emoción. Cada una se toca su propia sonrisa. Es extraño. No te aguanto la mirada mucho tiempo porque recordarnos de nuevo me resulta demasiado.