En la vida siempre he encontrado señales para todo; señales para alertarme los momentos de peligro, señales que muestran un posible momento de tristeza, señales de que estoy teniendo malas compañías, señales que me guían a un lugar más ameno, señales para las buenas y malas decisiones; señales, señales y más señales. Pero recuerdo bien esa mañana en la que  sentí la señal más grande y temida por mí. Apareció la primera de las señales que me indicarían que ya no serías parte de mi vida.

Mi familia y amigos me veían diferente y hacían preguntas raras

Ellos fueron los primeros en ser testigos del gran amor que surgía, vieron el nacimiento de esas sonrisas imparables y de esa emoción en mi ser. Al confesar nuestra relación ellos fueron los primeros en gritar de emoción por el cambio tan radical en mi vida, celebraban conmigo la llegada de una vida completamente diferente; hasta que dejaron de brillar mis miradas. Empezaron a notar mis cambios de humor, mis interminables noches de pensar y pensar, mis impacientes acciones por librarme de toda responsabilidad posible, notaron mis ausencias y mi silencio. Iniciaron  a preguntar “Ya casi no te vemos ¿Todo bien?”, para ser sincera, todo era perfecto, pero yo no sabía qué pasaba; solamente sentía ese desapego a todo lo que amaba. Ellos supieron antes que todo terminaría, incluso mucho antes que yo.

Las cosas no parecían tan graves, simplemente amaba pasar tiempo con el amor de mi vida, con la mujer que me acompañaría toda la vida, con la que me hacía sonreír como nadie en este mundo, fue ahí que empezó la siguiente señal…

Dejé de buscar el mejor atuendo

Recuerdo las primeras veces que salimos, intentaba buscar lo mejor de mi guardarropa (aunque no fuera tan genial como tu atuendo). Tardaba más de lo que podía en escoger la mejor camisa para lucir bien. Quería ser la persona más adecuada para ti, lo hacía con toda la emoción del mundo. Mientras caminaban los meses la ropa dejó de ser mi prioridad, se convirtió para mí un habito el lucir como pudiera, bien o mal… daba igual.

Siempre pensé que era algo natural el perder la emoción por arreglarme. Que tan equivocada estaba, pero parecía que esto a penas empezaba; las cosas pasaban de ser superficiales a ser algo un tanto más profundo…

Empezaba enfermar sin razón alguna

Los dolores de estomago eran al principio un   «Me cayó mal la comida” después fue “He estado comiendo pesado” después fue “El estrés de la universidad” hasta que dejó de existir algo más grave para justificarlo, excepto una razón… Nanda ¿Alguna vez has pensado que es porque no has dicho algo importante?

¿Importante dices? ¿Qué cosa tan importante podría no estar diciendo que me causa este dolor de estomago imparable? En ese entonces parecía una tontería, ahora sé que nunca dije lo que en verdad pensaba por miedo a perder lo más hermoso de mi vida.

Evidentemente iba a pasar, mucho no se pudo hacer y ahora me doy cuenta que pudimos evitar más de un grito, si tan sólo hubiéramos hablado un poco más, si hubiera aprendido a ocupar mi carrera para mi propio beneficio, pero nunca comuniqué más allá. No existían palabras para lo que sentía y pensaba, aun así, no era una gran razón para terminar las cosas, aun así, cada vez era más evidente…

Mi música perdió ese toque cursi y pasó a ser mucho más diferente

“Everybody Wants To Rule The World” fue la canción que me hizo ver la situación en un panorama bastante diferente. Mi playlist ya no consistía en la infinidad de canciones que me recordaban lo hermoso que era nuestro amor; mis listas se componían por grupo de canciones que me recordaban a momentos con mis amigos, con mi familia; ahora se componían por las canciones que escuchaba cuando estaba sola. Mis ‘hits’  ya no hablaban de amor, hablaban de los recuerdos, de las personas que extrañaba, ya no escuchaba la música melosa que tanto disfrutaba a tu lado, mis pensamientos dejaron de ser a tu lado.

Darme cuenta que mi música ya no hablaba de ti no fue algo fácil; he de aclarar algo, todo lo que escribo hoy aquí, en ningún momento ha sido fácil, no se puede escribir algo como esto sin derramar una que otra lagrima mientras recuerdo lo bonito que sentía. Poco a poco me di cuenta que no sólo mi música cambiaba, también estaba cambiando los planes que tenía a futuro…

En mis planes ya no existía una panorama claro para el “nosotras”

Al inicio mis planes no paraban de ser juntas, comidas, viajes, bodas, reuniones… Todo apuntaba a que podía incluirte en cada uno de mis planes. Nuestros caminos poco a poco parecían ir a diferentes lugares, aun así,  ahí estábamos nosotras haciendo “pequeñas” modificaciones para enderezar nuestro caminar y caminar  juntas.

Mientras más pasaba el tiempo, era más el desenfoque que encontraba en nuestro futuro juntas. La forma en la que visualizabas tu vida, al comienzo era muy parecida a la mía, ahora sólo veía un mundo de diferencia entre tu visión y la mía. El presentimiento de terminar en dos caminos totalmente diferentes era más real. La verdad nunca pensé que se materializaría ese pensamiento. He aquí cuando llegó la última advertencia…

Empecé a notar el daño que te hacía

Me di cuenta que nuestras discusiones ya no eran como antes, ahora parecían diálogos llenos de gritos y palabras hirientes que para ser sincera, he de decir que siempre he creído que uno nunca lastima a quien ama… Ahí estaba yo, hiriendo ese corazón hermosos que tanto me protegió, lo estaba hiriendo porque había dejado de sentir ese amor ardiente que antes sentía. Fue cuando supe que mi lugar no era contigo.

Esos planes a futuro ya no iban a ser conmigo; fue el día que discutimos, el día que todas las señales que me indicaron que ya no estarías en mi futuro se completaron y dieron paso al fin del «nosotras» para empezar un capítulo totalmente diferente.

Ya no puedo vivir conmigo

Admitir que ya no era feliz con el amor de mi vida fue bastante difícil, no por la soledad, no por el qué dirán; era más por el “Ella no se lo merece”. En verdad si existe un grado de respeto y cariño por esa chica que iluminó tanto tu vida, ser honesta es lo menos que le debes. No existe nada más difícil que dejar fluir lo que tanto te hizo feliz, pero tenemos que aceptar el hecho, algunas veces se nos revela que esa chica no es para nosotras. Cuando eso llega, es momento de decir las cosas, dejar que encuentre ese amor que no encontró en ti… Decir adiós.

P.D. Sí lloré.