La vida de Bianca transcurre por derroteros más o menos normales: dirige una pequeña pero exitosa empresa de hostelería que le legó su padre y los números cuadran bastante bien. En realidad, lo del legado de su padre es un asunto que necesita matizarse: más bien, no le legó la empresa, la abandonó, como al resto de su familia.
Resulta que la madre de Bianca y de Dante (su hermano) falleció tras una larga y penosa enfermedad; su padre, en vez de quedarse con sus hijos aguantando los envites tempestuosos de la vida, resolvió que lo mejor era dejarlo todo atrás y largarse a vivir su vida, emplumándoles la empresa. Como Dante no quería saber nada del negocio porque su interés estaba más en las asociaciones animalistas, ecologistas, etc., pues le tocó a Bianca apechar con todo el asunto.
Bianca tenía otros planes y otras vocaciones, pero terminó por cogerle el tranquillo al negocio y tiró con él para adelante. Junto a ella tenía una valiosa aliada, su secretaria Laura., quien además era su mejor amiga desde la infancia y la eficacia personificada: lo llevaba todo, lo solucionaba todo. Bianca acabó por sentir que la empresa funcionaba sola. Pero no: era Laura quien la hacía funcionar. Bianca cogió la manía de llegar siempre tarde a trabajar, porque cuando llegaba ya estaba todo organizado y en marcha. Laura era quien procuraba tal estado de cosas.
La vida social no parece ser el fuerte de Bianca. No sale apenas, enfrascada como está en los temas de la empresa. Gran parte de su aislamiento obedece a que las experiencias sentimentales no han acabado nunca de cuajar: se ha echado varios novios y al final ha terminado las relaciones porque no la llenaban para nada. Tal apatía y aburrimiento retiene bastante sus posibles ganas de salir a conocer gente y ligar.
Pero, aunque no se den las condiciones óptimas para conseguir una pareja, habremos de convenir en que si el destino quiere, al final da igual que te metas en un arcón: conocerás a quien tengas que conocer.
La empresa de Bianca necesita camareras con cierta urgencia (los pedidos son cada vez más numerosos y se requiere de más personal). Lo usual en estos casos es organizar una serie de entrevistas de trabajo (lo que en el mundo del espectáculo sería un casting) para seleccionar a la persona que aparezca como más apropiada para el puesto ofrecido.
Cuando Bianca entrevista a Lía, ambas se dan cuenta de que no se resultan indiferentes. Lía, más consciente, por saber de su lesbianidad, rápidamente entiende (porque “entiende”, claro, jejeje) que lo que sucede es que la entrevistadora le gusta más que un pastel a un goloso.
Pero a Bianca, que cree ser hetero, le cuesta más comprender su reacción. Simplemente está desconcertada por el hecho innegable de que no le puede quitar los ojos de encima. Su hermano Dante, dicho sea de paso, tiene un conocimiento más preclaro de Bianca; hace tiempo que supo de lo que ella ni se ha percatado.
Laura se esfuerza en sacar a su jefa de casa y procurar que se divierta un poco. Un día consigue llevarla de copas y aterrizan en una discoteca. Entre el gentío que baila, bebe y se entrega a la fiesta, Bianca vislumbra a la chica que tanto la impresionó en el casting y ¡voilá!, pega un bote de cuidado y casi tira todo lo que tenía en la mano. Siente que necesita acercarse a la desconocida atractiva. Congenian, hablan un poco…Pero un accidente inesperado viene a procurar una interrupción en la gozosa velada: Laura se ha caído (probablemente ha resbalado) y es urgente trasladarla a un centro sanitario. Cuanto la noche sanitaria termina, el resultado es un ligamento roto de pierna (la de Laura) y dos mujeres que han iniciado lo que podría ser una amistad.
Como Laura tiene que cogerse la baja laboral, evidentemente, su puesto (evidentemente también) debe ser ocupado por otra persona. La empresa no puede estar sin secretaria, es un trabajo fundamental. Y, como nadie es insustituible, Bianca pronto encuentra sustituta.
Cuando le comunica a Laura, su amiga del alma, quién será la que haga su trabajo mientras dure su baja laboral, a la secretaria titular casi le da un ataque. Resultaba lógico ser reemplazada mientras se recuperara, pero…que sea Lía ¡es demasiado!
Laura se reconcome. Tiene celos. Celos que se le suben desde la punta del dedo gordo de la pierna escayolada hasta el mismo cerebro. No lo puede soportar.
Atención, pregunta: ¿son celos laborales, propios del resquemor de la empleada que se creía imprescindible e insustituible? ¿Es una cuestión de honra profesional lo que está en juego? ¿Ese cocerse por dentro obedece quizás al temor de que la sustitución no termine cuando finalice su enfermedad, sino que se prolongue en el tiempo y ella pierda su trabajo? ¿Es simple miedo a ser destronada? ¿O hay algo más?
Ese algo más podría ser, por ejemplo: el sentimiento de una mujer enamorada de su mejor amiga desde que puede recordar. Una amiga que jamás le ha prestado atención, que nunca se ha dado cuenta de sus verdaderas emociones. Una mujer que, creyendo que Bianca era radicalmente heterosexual, aceptaba que su mayor aspiración no podía ser otra que alzarse con la medalla de “mejor amiga”. Una mujer que de repente ve que a Bianca le gustan las mujeres, que no está todo perdido, que no tiene por qué ser sólo una amiga, que hay esperanzas…pero que sigue siendo ignorada, como si fuera invisible.
“No te veía” es el título de la novela y responde precisamente a todo esto. Bianca no ha visto nunca a Laura como una mujer de la que poder enamorarse. Era sólo su mejor amiga; pero jamás albergó la sospecha de que Laura fuera potencialmente alguien a quien querer de una manera más profunda.
La aparición de Lía en su vida acarrea el descubrimiento de su orientación afectivo-sexual. A partir de ahí comienza a explicarse por qué los escarceos heteros no llegaban a buenos puertos, por qué le “faltaba algo”, etc., etc. Bianca y Lía inician un noviazgo con lo que parecen buenos augurios.
Por su parte, Lía también tiene historial amoroso. Con su ex (Clara) ha compartido muchos y buenos momentos. Había amor entre ellas, pero las aventuras de Clara terminaron por minar la relación. Le ha pedido perdón cientos de veces, pero a Lía le cuesta mucho volver a confiar en ella. Sin embargo, Clara no se rinde fácilmente, sigue cortejando a su exnovia de continuo; tan de continuo que, en ocasiones, su actuación roza el acoso.
“No te veía” es una novela sencilla, con una trama sin recovecos y fácil de leer. Resulta un libro recomendable para una lectura veraniega (justo lo que ahora necesitamos). Que la disfrutéis, si os apetece.
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