Un palíndromo viene a ser el equivalente para las palabras de lo que es un capicúa para los números. Es decir, algo que se lee de derecha a izquierda y de izquierda a derecha y produce lo mismo. Por ejemplo, “Ana”.

A sus 33 años (número capicúa), Ana lleva a sus espaldas la carga de una relación larga y finalmente rota, una vida laboral intensa y muchas ganas de que su destino por fin la deje vivir con cierto grado de estabilidad emocional. Ana ha podido acudir en el último momento a la fiesta de cumpleaños de su prima Beatriz. Casi se le chafa el evento: su exigente jefa ya le había encomendado una misión en Granada; pero, afortunadamente, los hilos del destino tejen fino y Ana ha logrado aparecer en la fiesta; una fiesta donde conocerá a una chica muy especial llamada Ruth, muy aficionada a los palíndromos.

Ruth se hará enseguida con la atención de Ana. Sus ojos la atrapan desde el primer momento.

Había algo que llamaba su atención, no sabía reconocer exactamente de qué se trataba, ni siquiera era del todo consciente del magnetismo que estaba sintiendo, pero ahí estaba, creciendo, apoderándose de ella y arrastrándola a través del pasillo detrás de los pasos de la rubia misteriosa.

Pronto sus miradas se cruzan y resulta que el interés es recíproco. A Ruth le gusta Ana desde el primer momento en que la ve. Una especie de corriente eléctrica (en su forma literal, porque existe electricidad estática cuando se rozan) parece atraerlas mutuamente.

Por más que Ana trata de evadirse del hechizo de la muchacha, le resulta imposible. Es una chica muy extrovertida y es casi misión imposible no percatarse de su presencia, sobre todo porque no deja de improvisar parlamentos sobre los asuntos más diversos y disparatados. Ana no para de mirarla, mientras Ruth imparte todo un ciclo de conferencias a uno de los grupos de invitados acerca del misterio de los reptilianos, el curling y Rafaella Carrá. Ruth, por su parte, está más que fascinada con Ana, a la que llama su “palíndroma”. Ruth está convencida de que ha encontrado el amor de su vida.

Y se dedica a hacerse la encontradiza y provocar alguna que otra cita casual, con el objeto de que su palíndroma se percate de que su destino es reinar en su corazón (y en su cama).

Los pensamientos se agolparon en la cabeza de Ruth. A la percepción de que el pelo de Ana era un poco más claro de lo que había pensado y su piel más morena, Se unieron las imágenes de ellas dos devorándose en un callejón imaginario la noche anterior.

Pero, a pesar de la atracción tan brutal que siente, Ana se resiste a iniciar una relación seria. Ni con Ruth, ni con nadie. Su última experiencia en el ámbito amoroso ha sido devastadora. Olga, su anterior y duradera pareja, la dejó. Es posible que fuera lo mejor para ambas, como Olga defendía; pero el resultado fue devastador para Ana.

Después de Olga, la vida emocional de Ana se convirtió en un campo recién arrasado por el fuego. La falta de vigilancia y de mantenimiento crearon un pasto que fue perfecto para que las llamas se propagasen con facilidad y arrasaran con todo.

No obstante, cuando alguien te gusta tanto, siempre se puede caer en la tentación. A fin de cuentas, siempre hay que tener presente que, por mucho que se planifique la vida, lo normal es que el destino tenga ideas propias y mande todo el plan a tomar vientos.

Es curioso el modo en el que el destino se empeña en hacer sus propios planes, cómo se convierte en una suerte de pareja excesivamente detallista que cada día te prepara una sorpresa distinta y que quiere hacer de tu vida una constante sucesión de emociones (10).

Por parte de Ruth no hay dudas: le encantaría que su palíndroma ocupará su corazón de forma permanente e ilimitada. Pero no puede tener paciencia para siempre y esperar toda la eternidad a que Ana cambie de opinión. Tiene una oferta de trabajo en Seattle y debe decidirse entre confiar en que ese cambio de parecer se producirá o rendirse al pensamiento de que quizá no se produzca.

Entre estas alternativas y sentimientos se mueve la trama de “Otoño y los palíndromos”.

Se trata de una novela no demasiado extensa (148 páginas) que narra una historia de amor original y sin dramas. La trama se desarrolla con agilidad y resulta una lectura agradable y sencilla.El amor entre las dos protagonistas es bastante ardoroso, así que las escenas de sexo apasionado están aseguradas. Que la disfrutéis, si os apetece.

Edición citada: Semedo, E. Otoño y los palíndromos. Autoedición. 2017.

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