La Paz

Eres uno de esos eventos que sólo pasan una vez en la vida, y por casualidad. Viniste de rebote, porque te encontrabas en el lugar adecuado y en el momento más oportuno. Y yo pasaba por allí. Eres de esas personas que crea adicción cuando la pruebas. Al saborearte, vuelves yonki hasta a la más impasible. Y después, cuando decides marcharte sin mirar atrás, dejas a la adicta gastando sus días en busca de unos ojos con unas vistas tan lindas como las de los tuyos.

Una toxicómana de tu ternura, esa soy yo. Con el corazón agarrado a las costillas porque no puede sostenerse en pie por sí solo. Un corazón que ha vuelto a ser la versión más pura de una víscera, herido, resquebrajado, hecho pedazos. Podría herirte con alguno de ellos que saltase con suficiente fuerza. Mi boca sonríe con la forma de cicatriz que le dejaste, antes de marcharte a otro lugar más exótico, con más paz. Una paz que no quisiste compartir conmigo, y aquí sigo, envuelta en la misma nube, de la que no deja de llover. Una paz que para ti es vital, sin ella no sabrías respirar. La paz que siempre te ensancha la sonrisa cuando la recuerdas. La Paz…, qué ciudad tan irónicamente tormentosa para mí.

Futuro

Vería más claro nuestro futuro si me arrancara los ojos.

Por las tardes, cuando salía a buscarte a tu portal, iba bien arreglada, maquillada y oliendo a perfume del bueno. Ante un par de cervezas, hablábamos hasta que la noche nos envolvía. Con mi sonrisa procurando mantenerse firme, te escuchaba decir lo feliz que eres con esa novia tuya que tanto te hace reír. Después, volvíamos a tu portal para despedirnos y yo regresaba a casa sola. Es decir, sin ti a mi lado, con toda la ropa rasgada, llena de barro porque habías tirado por tierra sin querer mi esperanza. En mi cabeza no se sostenía ningún pensamiento vivo ni cordura alguna, el eco de tus palabras asesinaba una y otra vez cada una de mis ilusiones.

Estoy aquí
a veces de pie, a veces sentada.
Siempre orgullosa
de por ti no hacer nada.

Mañana

Quiero que lo intentemos, aunque eso suponga que nos pueda salir mal. Que es mucho mejor dar el paso que dejar el pie en vilo. Que los miles de kilómetros y el océano que se nos pone en medio no supongan una preocupación para ti. Para mí, el único problema es tu duda. Yo rompería con todo lo que no seas tú. No sé qué país pisarás mañana o qué tal te despertarás, y eso para ti es un dilema; yo te insisto en que nos quedemos en el hoy. El mañana, si eso, ya llegará.

Aunque te cueste creerme, a mí me cuesta más vivir sin ti. Por ello me contradigo. Permanezco con un pie en el mañana, solo por si muere tu miedo, para que no se me escape y poder disfrutarlo junto a ti.

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