Mía y Ella están enamoradas y viven su historia en términos aparentemente apacibles. Pero eso no basta porque, según ellas, el amor a veces no es suficiente para el éxito de la relación. En esos términos se encuentra especialmente Ella, quien piensa que ligarse de un modo rotundo y total a su novia le hará perder oportunidades. Así que, un buen día, se despide con una nota. Pero cuidado, que no la deja definitivamente: en su mente lo que construye es una especie de abandono “provisional”; es decir, cree que siempre tendrá otra oportunidad más adelante, que siempre tendrá el comodín de volver con su novia cuando termine de ver mundo y desarrollarse profesionalmente.

Pero las cosas, por lo general, no funcionan así. Dolida, Mía rehace su vida y procura alimentar sus necesidades como su novia fugada intenta satisfacer las suyas. En su caso, la prioridad es la seguridad de una pareja estable y comprometida con una relación a largo plazo.

Lo cierto es que la postura de Ella es, en principio, egoísta y disonante. Por lo que parece, espera que Mía le guarde la ausencia mientras ella se dedica a buscarse, encontrarse y realizarse.

Cuando Ella vuelve, cansada ya de sus correrías, se encuentra con el pastel: Mía ha rehecho su vida.

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A partir de ahí, se produce una situación bastante turbulenta, incluso en ocasiones comienza a tornarse demencial, de puro complicada. No obstante, el amor entre ambas es tenaz, cabezota e indisciplinado: por más que Mía y Ella tratan de olvidarse y seguir con sus respectivas vidas, continúan sintiendo algo muy poderoso, la sensación intensa que habitualmente no es posible esconder, ni ignorar. Ella y Mía están enamoradas hasta las trancas y no hay modo de evitarlo.

El problema empieza a ser entonces cómo seguir con las vidas respectivas esquivando esta circunstancia. Y las dos quedan de acuerdo en que pondrán todo de sí mismas para intentarlo. ¿Lo lograrán?

La estructura narrativa consiste en una alternancia casi matemática de los discursos de Mía y Ella, cada uno en un capítulo en que se marca al principio a quién corresponde la voz de lo narrado. Es, por tanto, una visión de la misma realidad desde los dos puntos de vista de ambas protagonistas. Así que vemos en cada par de capítulos, la misma acción, pero vista desde la óptica opuesta. Un recurso narrativo muy interesante, sin duda, que nos permite profundizar en las razones y motivaciones de la conducta de los personajes. “Ella es Mía” cuenta una historia de amor muy tormentosa, sujeta a múltiples avatares y acontecimientos y plagada de múltiples desencuentros… pero también encuentros.

La novela se lee con facilidad y puede resultar una buena elección si os van las historias tempestuosas y dotadas de la intriga de no saber nunca si finalmente terminarán juntas o no. Porque, ya os lo adelanto, esta es una cuestión nada clara desde el principio hasta el final.

Que la disfrutéis, si os apetece.