Tienes pareja —sea de años o de días— y te das cuenta que la quieres; aquí te van las formas en las que tu corazón probablemente esté pensando al verla.
Te quiero porque no tengo que pretender.
No tengo que pensar dos veces antes de hablar, incluso no tengo que pensar con cautela las cosas. Tengo esa certeza de que el juicio no entra en medio de las dos, somos mujeres libres de eso; en cualquier momento puedo pedir tu opinión sobre una situación equis y sé que tendré tu visión objetiva y que siempre cuidas mi persona.
Te quiero porque no necesitamos estar pegadas.
Te conocí volando, sé que eres, has sido y seguirás siendo esa persona que busca —a su modo— comerse el mundo entero. Sé que soy esa pila que te recarga con la mirada, más no soy tu centro de poder. Me encanta que sigas a tus sueños como siempre y que sepas con certeza que, siempre estaré cuando regreses de tu aventura. Me encanta que a pesar de que no sientas pasión por mis aventuras —como por las tuyas— me impulses a lograr la misma satisfacción personal que tu sientes al lograr tus éxitos.
Te quiero porque ves con mis ojos, pero con otra perspectiva.
Tenemos muchas semejanzas en la vida y disfrutamos la mayoría juntas; pero tenemos diferencias —como todas—. Las semejanzas nos fortalecen y las diferencias nos hacen imparables. Juntas duplicamos las posibilidades.
Te quiero porque tú ya estabas entera cuando aparecí.
Cuando te conocí, no llegué a complementar nada, tú ya eras esa mujer fuerte, extraordinaria, completa por sí misma. Duplicamos las posibilidades porque somos dos enteras, no una dividida. Contigo el adaptarse nunca fue llegar a complementarse, nunca fue restarse ni dividirse, siempre fue sumar. Tú tienes tu mundo, yo tengo el mío y juntas; hacemos la galaxia perfecta.
Te quiero porque eres grande.
Y esa grandeza hizo que te encantara verme crecer, que te enamoraras de mi espalda y no te molestara verla cuando me adelantaba en algunos ámbitos; porque a pesar de que a mi también me encante ver tu bella espalda, me esperas porque te gusta caminar juntas.
Te quiero porque a pesar del viaje, sabemos la meta.
Sabemos que no es un viaje fácil, pero ambas lo disfrutamos porque el viaje terminará de cierta forma. Sabemos que al final de la línea de este gran metro, tú y yo seguiremos diciendo “Te quiero”.
Te quiero por esa libertad que ejercer.
Porque no existen esos “te necesito” “eres el amor de mi vida” “no viviré sin ti”… Sólo existen esas acciones que demuestran mucho más que palabras al aire. Te quiero porque ejerces esa libertad diario al no hablar, pero sí actuar.
Somos followers, amigas, amantes, colegas, adultitos… Te quiero porque eres tú, toda tuya, nada mía. Te quiero porque no necesitas a esta mujer para ser feliz; te quiero porque compartes tu felicidad conmigo.
«It’s my life, If I’m gonna waste it, gonna waste it on you»