Deja que brille

¿Sabes cuál es la mejor sonrisa del mundo? Esa que la miras y, aunque estés de mierda hasta las cejas, no puedes evitar imitarla. Una sonrisa que tiene tanto poder que podría acabar con toda la melancolía del mundo. Esa sonrisa que, al contemplarla, parece que nadie ha muerto durante un segundo.

Tu sonrisa brilla más que el Sol en pleno verano. La media luna que nace desde tu boca es el mejor regalo. Así que no dejes nunca de sonreír. Si lo haces, el planeta no se quedará a oscuras, pero mi mundo sí.

 

Las piedras en el camino

¿Recuerdas la anécdota que te conté en el acantilado? Existe un sinfín de piedras en tu camino. Y en el mío. Y en el de todos. Las piedras no tienen sentimientos, pero tienen el poder de joder los tuyos.

Sus tamaños son diversos. Pueden ser tan pequeñas que ni nos enteramos de que las hemos pisado. Tal vez sean medianas y fáciles de alejar de una patada. O quizá sean tan imponentes que triplican tu estatura. Piedras convertidas en rocas que enloquecen tanto que no nos atrevemos a acercarnos a ellas, o las tanteamos cabizbajos, como ofreciéndoles la victoria en una batalla que aún no ha comenzado. Se plantan en mitad de tu camino para hacer tropezar tus pasos. Entorpecen tu pensamiento y crees que solo podrás avanzar si te colocas detrás de ellas y las empujas, permaneciendo a su sombra. Echándolas a rodar hasta la muerte. Hasta muerte.

Pero hay una solución. Detrás de su mole continúa tu trayecto. A lo mejor no puedes quitarlas, pero sí rodearlas, sortearlas, escalarlas…

Las piedras no tienen sentimientos, pero tienen el poder de joder los tuyos. Si te sientes perdida o cansada, recuerda que es natural. Mira hacia atrás y descubre cuántas piedras has superado con final feliz.

¿Soy una soñadora? Quizá… Pero a mí ninguna piedra, por muy grande y cabrona que sea, me atasca los pasos. No permitas que te pase a ti. Ya lo dije en una ocasión, no me importa repetirme: dime qué sueño no has cumplido, y diseñaré un camino con las piedras que te lo han impedido.

 

En el Sur todo sabe mejor

La mejor manera de quitarte el estrés será robándote besos a hurtadillas cuando duermas. O descarados, cuando me sonrías a centímetros de distancia. Tal vez quedándonos en el sofá a deshoras, abrazadas, soñando. Quizá intentando masajear las cosquillas de tus pies mientras reímos sin parar. O puede que mis manos cambien los pies por todo el mapa de tu piel.

Quiero hacer contigo tanto como sea posible. Tanto como la Vida nos permita. Pero lo que gana es esa idea compartida de apagar los teléfonos, servir dos vinos y charlar hasta que el Amanecer nos diga que hemos pasado toda la noche entre risas, hablando sin cansarnos de todo y de nada, con caricias cómplices de nuestros dedos, con miradas traviesas que pedían a gritos los besos de piel, pero que la magia de una buena conversación nocturna ha podido con nosotras. Que el poder de tocarnos el Alma es la fuerza de la Naturaleza más robusta. Sin duda, en el Sur junto a ti todo sabe mucho mejor. En el Sur todo sale mejor.