Por fin estuve en el cine viendo esta maravilla de película y como bien os decía Rogue ayer en Twitter: ¡TIENEN QUE VER DISOBEDIENCE!
Empezaré diciendo que, en mi modesta opinión, esta película es lo mejor que le ha pasado al cine lésbico en muchos años. Cierto es que tenemos “Carol” muy reciente en el tiempo y que ver a Cate es lo más pero yo soy muy fan del libro y la película me dejó un poco puf. No quiere decir que no me gustase, ojo, que sí lo hizo y mucho, pero no llegó a enamorarme. Sin embargo “Disobedience” me dejó impactada, impresionada, enamorada de las Rachels y con ganas de volver a verla ya, cuanto antes.
Esta película, basada en el libro de Naomi Alderman y dirigida por Sebastián Leilo, nos cuenta cómo Ronit (Rachel Weisz) regresa por primera vez a Londres, desde que huyese años atrás a Nueva York, para el entierro de su padre, el rabino de la comunidad judía ortodoxa de la ciudad. A su regreso debe enfrentarse a una comunidad que la trata de forma distante y gélida, como a una intrusa. Nada más llegar se reencuentra con sus dos grandes amigos de toda la vida: Dovid (Alessandro Nivola), futuro sustituto de su padre como rabino, y Esti (Rachel McAdams) con la que desde la primera mirada nos dejan claro que lo suyo fue algo más que amistad.
Ronit descubrirá que muchas cosas han cambiado, como que Dovid y Esti ahora están casados, pero también descubrirá que otras cosas siguen exactamente igual.
Desde el reencuentro veremos cómo entre los tres se forma un triángulo que no sabemos hacia donde nos llevará: Ronit dejándose llevar por los recuerdos y la añoranza pero también repitiéndose la frase “no sé qué hago yo aquí”. Esti cumpliendo con lo esperado de ella como esposa del futuro rabino, estando dentro de una sociedad en la que ha crecido, en la que se siente cómoda y con una fe que lo es todo para ella pero frustrada en sus anhelos más profundos. Y descubriremos a Dovid luchando contra lo que sabe que es imposible luchar pero dejando claro que a pesar de su fe ama a su mujer y adora a su amiga.
Las actuaciones de Allesandro Nivola, Rachel Weisz y Rachel McAdams es lo que marca la diferencia en la película, son sublimes y lo mejor de una película en la que abundan los silencios. El lenguaje corporal y los primeros planos a sus actores consiguen contarnos todo. Pero es, sin lugar a dudas, McAdams la que sobresale. Con su capacidad interpretativa nos transmite todo: su lucha interior, sus cambios, su frustración, su esperanza, su pasión y, sobre todo, su amor. La actriz realiza un trabajo magistral durante las casi dos horas que dura la película.
He leído varios comentarios sobre “Disobedience” y me ha sorprendido que muchos se han centrado en la escena de sexo y, más concretamente, en el breve momento de intercambio de fluidos entre las actrices. Digo que me sorprende porque esta escena de sexo es de lo mejor que he visto en cine lésbico: es pasional, profunda, bien rodada, bien interpretada y muy creíble. Centrarse en un solo instante demuestra que lo que se busca es la crítica fácil y sin fundamento.
Esta película es un drama que os hará pasar por todos los estados de ánimo. Es un viaje lleno de sentimientos donde además descubriremos una sociedad conservadora en la que el papel de la mujer está subyugado por una religión, como todas, patriarcal. Durante dos horas asistiréis a la lucha interna de sus protagonistas entre lo que la sociedad en la que han crecido les exige que deben ser y hacer frente a lo que su corazón les dicta.
No podéis pasar esta película por alto, es de obligado visionado. Sé que muy pocos cines la proyectan y que en su estreno en USA no ha recaudado lo esperado, algo que no entiendo. Por lo que si sois de las afortunadas que pueden ir a verla, hacedlo, en serio que no os arrepentiréis.