La última vez que hablamos de Vida nos dejaron con la boca abierta por esa escena de sexo lésbico que siempre habíamos visto en nuestros sueños pero nunca en televisión. Además, Emma salió del armario con Lynn, Jhonny decidió terminar con ella y confirmamos una vez más que Eddy es más buena que el pan.

El episodio de esta semana empieza con Lynn más aburrida que una ostra mandándole miles de mensajes a Jhonny, que al menos de momento no le contesta ninguno. Emma por su parte está lidiando con cosas de su trabajo, porque aparentemente sus compañeros no se arreglan del todo bien sin ella y se les figura que 6 días de permiso para velar a su madre ya son muchos. ¡WTF!

También podría llamarse la santísima trinidad…

Lo siguiente que vemos es a las tres discutiendo por el nombre del bar. Ahora mismo se llama «la chinita». A Eddy le encanta el nombre, pero Emma le apunta que es totalmente racista porque el logo es una mujer japonesa y no China, así que quiere quitarlo inmediatamente. Lyn media un poco haciéndolas enfocarse en el futuro nombre del bar y propone llamarlo Vida, como su madre, porque de todos modos la gente ya se refiere al bar de esa manera. «Vámonos a beber a Vida». A mí me encanta el nombre, pero a Emma todo lo que se relacione con su madre le da urticaria, así que se niega en rotundo y para salirse con la suya le echa en cara a Lynn su inestabilidad.

Que Lynn es egoísta y poco fiable en cuanto a responsabilidades se refiere lo sabemos todas, pero ahora Emma se ha pasado con ella y sin razón, así que mal asunto. Y como si necesitara reivindicarse en las etiquetas que le ha puesto su hermana encima, Lynn decide agarrar las tarjetas que le robó a su difunta madre y salir a comprar cosas. ¡Que están en quiebra señora! Ais Lynn, te quiero y al mismo tiempo tengo ganas de matarte. Es la típica persona que toma malísimas decisiones en su vida.

Y como Vida es más de enseñar que de decir, lo vemos en absolutamente todo lo que hace, porque no solo mete en más problemas a su familia gastando un dinero que no tiene (seguro veremos las consecuencias en algún episodio), sino que se sienta en el autobús en el lugar reservado para los discapacitados y se toma selfies sin ningún pudor. Luego termina en un café ligando con un chico rico que la invita a una fiesta super importante en el lado rico de la ciudad.

Cuando intentas disimular que se te cae la baba por esa chica pero es imposible

Emma por su parte decide ir a espiar a la competencia para ver como se mueve el negocio. Así que termina en un bar pidiéndose una copa par ver a cuanto andan en el barrio y casi le da un infarto cuando ve que la mismísima Cruz está ahí viviendo la vida loca con los amigos. A su más puro estilo, intenta pasar desapercibida y huir antes que saludarla pero no tiene suerte porque el gaydar de Cruz se activa inmediatamente cuando está a 100 metros a su alrededor y de inmediato se acerca a saludarla.

Emma intenta escaquearse alegando que está solo de paso de investigación mercadológica pero ya se va, pero Cruz le dice que la mejor investigación la puede conseguir mezclándose con la clientela y se la lleva con su grupo de amigos a platicar un rato. En un primer momento entra fría, pero a la que se mete unas cuantas copas entre pecho y espalda empieza a entrar en calor y a reírse con la gente.

Esa noche hay reunión del grupo de protesta, así que Tlaloc se dedica a dirigir la reunión mientras Mari lo mira con ojos de borreguito a medio morir y todos los demás presentes la miran a ella con esas miraditas de reojo que me echan a mí en México como para que me entere de que saben que soy lesbiana pero no quieren decirlo en voz alta.

Mari no entiende nada porque tiene el celular sin batería y no se ha enterado del percal, pero resulta que el vídeo que Tlaloc tomó de ella chupándosela sin su permiso ande rulando por los grupos de WhatsApp del barrio y ya sabe que cuando se trata de chusmerio la noticia vuela. Así que la mejor amiga de Mari la saca de la junta y le explica lo que pasó. Ella en un primer momento no se quiere creer que Tlaloc sea capaz de algo así, pero su amiga le da amor del duro y le pide que no sea la típica «pendeja» a la que el novio le hace de todo y no lo quiere ver.

Al final la pobre se va super herida y avergonzada y ni si quiera entra a recoger su teléfono. Luego vemos que Tlaloc se presenta en su casa para pedirle perdón y decirle que él solo quería el vídeo para él, que no entiende como se pudo compartir y no sé que más mierdas. Marisol está cabreadísima, pero al mismo tiempo se ve que duda porque el jura y perjura que no fue él. Igual de momento parece que ha esquivado la bala porque se va al trabajo, pero sufro porque duda.

Además, desquita toda su furia con una pintada en el bar de Vidalia acusando a las chicas de ser Chipsters.

Lynn besandoa una chica en la fiesta.
Pues igual y sí que corre el gen en la familia…

Mientras tanto en la fiesta, Lynn se siente un poco rara cuando la sirvienta de la casa es una mujer latina que le recoge las bolsas. Y se siente así porque sabe que está en un sitio «que no le corresponde». Haciéndose pasar por una empresaria exitosa cuando no tiene un quinto suyo en la bolsa.

Igual como ella no es mucho de pensarse las cosas rápidamente desactiva esa antena de su radar y se va a beber y disfrutar con los demás. Y puede que Lynn no sea lesbicanaria, pero eso no significa que no sepa ligar con mujeres mejor que la mayoría de nosotras. Porque cuando la organizadora le pide que le pase el cigarrillo electrónico, Lynn decide pasarle el humo con un beso en su lugar. ¡Apunten en la lista de ideas señoras!

La chica le dice que está enamorada de sus cejas de Frida Kahlo y Lynn le responde que ella las odia. Y una vez más Vida nos habla sobre la vida sin decirnos las cosas explícitamente y me encanta. Por un lado está la chica rica a la que las cejas exóticas le parecen interesantes y por el otro está Lynn, que está intentando desesperadamente pertenecer y odia precisamente lo que la hace parecer latina.

Emma y Cruz bailando en Vida

Volvemos a la discoteca para encontrarnos a Emma bailando muy pegadita a Cruz. Está borracha, pero no lo suficiente para no saber lo que hace. ¿Saben ese punto entre desinhibida pero en control? Pues justo ahí se encuentra bailando al ritmo de La Negra Tomasa de Caifanes. Que cualquier chica latina que se precie de mi edad o la de Emma ha bailado alguna vez.

Cruz está entre asombrada y emocionada. Porque todas hemos visto a Emma con sus barreras del tamaño de murallas chinas desplegadas y cuesta verla tan cómoda. Así que le dice que si ya se dio cuenta de que en el fondo el barrio no es tan malo y lo malo de la bebida es que desinhibe para bien y también para los secretos que llevas cargando desde hace rato.

Emma: ¿Crees que no me gusta estar aquí? ¿En el lugar en el que crecí? 

Cruz: Sí, eso es lo que deduje de todo este tiempo en el que te has mantenido alejada.

Emma: Yo nunca quise irme. Vidalia me corrió. ¿Sabes?  Un día me encontró con Lucy, una niña que vivía en el edificio. Y estábamos… no sé, tocándonos, besándonos, teníamos 11 años y Vida se volvió loca. Y entonces me mandó a vivir con mi abuelita en Texas.

Cruz: Nunca me dijiste eso.

Emma: No, porque ese es el tipo de mierda que tuve que entender después. Cuando me di cuenta de por qué me mando de vuelta con mi abuela la segunda vez. Esa vez se encontró con un montón de putos poemas y páginas de mi diario. ¿Para qué coño tenía yo un diario? Era estúpido. Todos eran sobre ti… y Vida otra vez se puso histérica. Para entonces estaba claro qué era lo que la hacía ponerse así. 

Cruz:  Lo siento mucho bebita.

Emma: ¿Lo sientes por qué? ¿Porque esa cabrona hipócrita estaba en el closet entonces? ¿Porque todavía tenía que lidiar con su puta homofobia internalizada corriéndome? No lo estés. Yo viví feliz para siempre. 

Me sentí tan triste cuando escuché el diálogo entre estas dos.  Primero porque obviamente todas las experiencias que tuvo que pasar Emma la han marcado muchísimo y una vez que las expresa aunque sea borracha nos hace entender mejor por qué no quiere ponerle al bar vida.  Dentro de ella tiene muchísimo resentimiento por una madre que la hizo sentirse avergonzada de sí misma para luego vivir fuera del armario y casarse con una mujer sin decirle nada.

Pero quizá lo que más me tocó el corazón fue que le dijera a Cruz que no sintiera pena de ella porque era feliz, porque es en ese momento en el que te das cuenta lo herida que está por dentro. Que no es que se sienta más que la gente del barrio sino que siempre la han rechazado así que los rechaza ella con más fuerza y al final así por lo menos tiene el control de la situación.

Bate que bate, chocolate

Lo siguiente que vemos es una guerra de cuerpos entre Emma y Cruz que como ya sabemos se tenían ganas desde la adolescencia y están recuperando todo el tiempo perdido a besos, mordiscos y caricias. La química explota y el sexo es intenso y pasional.  Todo va perfectamente bien hasta que Cruz decide rebajar el ritmo y besar a Emma despacito y suave. Con esa pausa que le pone el amor y el cariño de fondo que lo hace lánguido pero a la vez más intenso.

La explosión de sentimientos dentro de la cabeza de Emma la podemos ver físicamente en pantalla con su reacción. De plano le da un ataque de pánico que la deja tirada en el suelo. Cruz, se preocupa mucho por ella e intenta ayudar, pero Emma solo se marcha del lugar.

Está claro que, aunque por diferentes razones, tanto Vida como ella tienen (o tuvieron) problemas con su homosexualidad.  Puede que Emma se acepte lo suficiente como para sentirse bien teniendo sexo con otra mujer, pero cuando se trata de tener una relación y sentimientos por otra chica, se asusta muchísimo.

El que Vidalia la corriera cuando se dio cuenta que era lesbiana, la ha hecho sentir como que esa parte de sí misma es vergonzosa y por mucho que quiera poner la fachada de «todo me vale madre» de cara al público, por dentro le sigue afectando muchísimo.  Tanto que, tener sexo con Cruz para ella es fácil, pero ¿tener intimidad con ella? Le provoca ataques de pánico.

El cuarto episodio de Vida cierra con una imagen poderosísima, al menos para mí.  Con Lynn sentada en el autobús de regreso a casa junto a la señora que la ha estado sirviendo y limpiando durante todo el día.

Porque al final de la noche, cuando se caen todas las máscaras, las dos son latinas y los estereotipos que las persiguen son iguales. Y un vestido caro en una tarde de verano no cambia la situación.

¡Me encanta esta serie! Espero que la estén viendo y por aquí nos vemos para contarles lo que ha pasado en el siguiente resumen de episodio de Vida.