Gin an It por Elaine Sturgess – Libros Lésbicos

Rachel y Frankie se acaban de comprar una vivienda en un pueblo de ensueño. Se trata de uno de esos pueblecitos de la campiña inglesa, con casitas que parecen sacadas de un cuento, vecindario amable y servicial, aire puro, arroyuelos y hierba verde por todos los lados… un primor.

Hetherington es el típico pueblecito de los Cotswolds, un espacio al que le tengo cariño personal porque fue allí donde me atreví a conducir un coche británico a la manera británica (es decir, por la izquierda). Toda una experiencia, ideal para espíritus amantes de la aventura y los subidones de adrenalina.

La población más cercana con cierta entidad es Badbury, lo que sitúa a nuestra aldea en la zona del suroeste de Inglaterra, en el condado de Wiltshire. No le falta de nada, incluso cuenta con un buen surtido de pubs locales (lo cual, estaremos de acuerdo, resulta importantísimo). Permitidme que desarrolle un poco este tema tan sabroso: se llaman “El Roble Real”, “La Puerta”, “El Cerdo Glotón” y “La Arpía”. Pero si un día apetece más variedad, puede contarse también con “La Vaca Malhumorada”, en el cercano Lower Stoughton. Además de tomarte las pintas de cerveza en el propio local, se ofrece la posibilidad de llevarte jarras de 4 pintas a casa. Un paraíso total.

La compra de la vivienda ha sido ideal, Rachel y Frankie se las prometen muy felices. Frankie debe quedarse todavía algún tiempo viviendo en Londres, debido a su absorbente trabajo. Es bróker en la city y no puede permitirse perder el bonus que la espera al final de cada mes como premio a su complicada y estresante labor.

Así que deciden que Rachel la preceda en el traslado. La idea es que ella se vaya instalando y, más tarde, Frankie se traslade de forma definitiva a vivir permanentemente con su pareja. De momento comparte la vida como muchas parejas que se ven obligadas a ello: sólo los fines de semana. Rachel puede permitírselo; está escribiendo una novela, por lo que la nueva ubicación de su hogar no sólo no es un impedimento, sino toda una ventaja. Allí sola, sin distracciones de ningún tipo, puede centrarse por completo en su tarea de escritura.

En principio, el esquema inicial es casi idílico. La casa es perfecta, la aldea es perfecta, la gente es perfecta. ¿O no?

Desde su primera visita a la oficina de Correos, que además es tienda, Rachel percibe algo raro. Theresa, la encargada del negocio, resulta amabilísima. Hasta le hace un regalo de bienvenida: una botella de ginebra local fabricada de forma artesanal y con ingredientes naturales. Además está destinada, según pone en la etiqueta, a “Chicos y Chicas alegres”. Pero hay algo extraño, algo que Rachel no consigue definir, una especie de rareza atmosférica que flota en el ambiente.

La gente se saluda de forma original (haciendo peinetas a la inglesa: la uve con los dedos índice y corazón, pero con el dorso de la mano hacia afuera); tienen un amor por la ginebra local que roza la chifladura; hay dos prostitutas en el pueblo que se presentan como tales sin ningún rebozo o vergüenza; el cura tiene tres cabras como mascotas, a las que llama Damien, Satanás y Lucifer… en fin, que no puede negarse que la población tiene mucho de especial.

Sobre todo, lo que más intriga a Rachel es un Club del que todo el mundo habla por descuido, pero del que nadie cuenta nada.

“Gin & It” es el nombre de un afamado cóctel compuesto de ginebra (lógico) y vermut, principalmente. En argot, “It” es además una manera velada de referirse al sexo. También es el título del libro. La lectura de la novela proporciona las piezas necesarias para finalmente resolver este puzzle misterioso.

Rachel y Frankie pronto se verán envueltas en los líos de su peculiar vecindario. Las circunstancias harán que incluso su relación de pareja pueda verse en peligro. Y es que en Hetherington existen muchos secretos y las rarezas de sus habitantes son con frecuencia menos inocentes de lo que al principio pudiera parecer.

“Gin & It” tiene su principal aliciente precisamente en esta intriga, porque pone el acento en el descubrimiento de los intríngulis del pueblo por parte de las protagonistas. Pero a la vez, el lector o lectora tiene información adicional que permite ir comprendiendo la red que se teje en torno a ellas.

No penséis tampoco en algo siniestro u oscuro. Los habitantes de Hetherington en el fondo no son mala gente (bueno, un poquito puede que sí); tan sólo tienen una manera algo peculiar y dudosamente sana de divertirse.

Por último, mi enhorabuena al traductor, Manuel Barroso, que ha logrado volcar al español las bromas y los dobles sentidos, consiguiendo hacernos partícipes del humor del texto original.

Que disfrutéis de “Gin & It”. Puede ser una buena y entretenida lectura.