Si escribir poesía es difícil, aún lo es más hacerlo bien. Creo que estamos ante uno de esos casos: poemas de calidad, con fuerza interior y rotundidad expresiva.

Tampoco es usual la temática elegida. Por regla general, la mitología hebrea no suele ser objeto de tratamiento literario, y menos aún poético. Esto quizás es debido a cierta reserva para hablar de asuntos resbaladizos, por lindar con las religiones judía y cristiana. Por eso requiere de cierto arrojo atreverse con personajes y acontecimientos narrados en la Biblia, que para ciertas personas resultan intocables, pero que tienen un lado legendario y literario que difícilmente se puede obviar.

Y ya riza el rizo de la valentía y la originalidad el ocuparse de ciertos personajes bíblicos abordando directamente el amor y el erotismo entre personas del mismo sexo.

CÁBALA: AMOR se divide en dos grandes apartados: “Subida al Monte Sacrolujurio”, “Pasarela de Panfilia”, que contienen tres y nueve poemas, respectivamente. La primera parte se constituye en un auténtico pórtico introductor por el que entramos en el mundo del carnaval, de la máscara.

“Soy una máscara con nuevos trajes,
Soy mi amor propio con careta:
Un carnaval que está en el monte Sacro-lujurio
Me espera allí, en su lugar eterno”.

“Subida al monte Sacrolujurio”, como buen pórtico, sirve además de entrada al segundo grupo de nueve poemas.

“Pasarela de panfilias” se introduce de lleno en la temática bíblica, comenzando con un poema dedicado al personaje quizás más trasgresor del Libro de los Libros, y por ello vituperado y maldecido. Lilith, mujer “mala” por antonomasia, “femme fatale” y personificación de la rebeldía femenina, ha resultado siempre un elemento herético y perturbador.

“No importa que me arrebates
Toda la sangre o vida que aún me queda;
Que si tú quieres
Me entrego al Dios del mar rojo.
Y si he de arder entre las aguas
Que me nazcan alas de cisne negro,
Pero hoy unámonos
Para marcar un tango de pasión y muerte”.

Siguen por la pasarela desfilando Goliath, Dalila, Caín y Abel… y cierra el círculo la mujer enfrentada, como en un espejo, a la que comenzó el periplo: Eva al otro lado de Lilith. Pero sin su nombre, porque el último poema queda titulado “Mujer con manzana”. El conjunto de los versos que configuran “Pasarela de panfilia” se anudan temáticamente en torno a la misma idea: la panfilia, que podríamos derivar etimológicamente del griego “pan” (todo) y “filios” (afición, amor), lo que nos llevaría a traducir el término como la suma de todos los modos y maneras de amar, e igualmente detectar la alusión a las celebraciones orgiásticas (por el dios Pan), tal como se señala en el prólogo.

La obra está llena de referencias, desde [“Una habitación en Roma”](https://lesbicanarias.es/2010/05/30/room-in-rome-resena-lesbicanaria/O (película de Julio Medem), pasando por Neruda (“quiero escribir las letras más dulces cada noche”) o alusiones explícitas (“El rayo que no cesa” de Miguel Hernández). Personalmente, creo que podrían vislumbrase incluso ecos de Carolina Coronado.

La poesía es materia muy delicada. Su mayor poder está centrado en su potencia evocativa, capaz de generar imágenes mentales y en su belleza formal, en el puro sonido de las palabras elegidas. Por eso, cuando reseño poemarios, me suele apetecer recordar que la poesía no es otra cosa que música. Debe, por tanto, tener ritmo, cadencia, melodía. Y todo esto lo posee “Cábala: Amor”.

Mi valoración es rotundamente positiva. Los poemas son enérgicos, llenos de fuerza expresiva, con un ritmo interior poderoso…Son, en resumen, buenos.

Mis felicitaciones también a Álvaro López Fernández, por el excelente prólogo que sirve de presentación al poemario. Un prólogo así es una entrada triunfal a “Cábala: Amor” y en sí mismo resulta una pequeña perla introductoria, como un aperitivo, antes de degustar el plato principal.

Edición que cito: Flores, E. Cábala: Amor. Editorial La Calle. Antequera, 2016.