Lo más fácil, lo más duro

Lo más fácil sería que tú me hicieras el amor; lo más duro, que no te follara.

Lo más fácil sería que no me importaran los “por qué”; lo más duro, que te empeñaras en razonarlos, racionarlos, vaciarlos.

Lo más fácil sería mirarte a los ojos y quedarme tranquila; lo más duro, que no los alcanzo.

Lo más fácil sería estar contigo, sentirnos de verdad; lo más duro es cuando me repites que eso no se hará realidad.

Manía

Mientras te recuerdo, sigo escribiendo descalza. Porque es una manía que he cogido. Escribo descalza, sin nada en los pies, ni siquiera unos calcetines raídos, aunque haga mucho frío. La verdad es que no lo noto. Cuando escribo, solo una parte de mí puede sentir algo, ya sea frío, calor, o excitación. No, no está tan abajo, hablo de mi corazón.

Miedo a ti mismo

Miedo a ti mismo. A la propia voz interna.

Opino que existen dos tipos de miedo: el provocado por otro(s) y el que nace dentro de ti sin motivo. El segundo es peor. Un temor de origen insondable. Como una profunda y gruesa raíz hundida en tu interior. Es tan poderoso que logra que el cuerpo se manifieste con sudor en la mente, decisiones temblorosas, ansiedad en la mirada, el Alma respirando angustiada…

Se produce un cortocircuito y no recuerdas la causa de esa aprensión. Pero vives su efecto. Tal vez sea por el pensamiento, dañado por tantos miedos que te han empotrado en la cabeza desde el nacimiento… No corras, que te caerás. No llores, te debilitarás. No rías, que sufrirás. No te abras a los demás, no lo soportarás. No vivas, que te morirás.

Es el miedo más común y del que menos se habla.

Y da miedo porque es el miedo que te invade y envuelve cuando tienes miedo. Es un espanto que va a tu lado siempre. Solo tú tienes el poder de decidir si te lo llevas de la mano o avanzas más rápido que él. Ahí comienza la lucha.

Y ahora… ¿Qué vas a hacer con ese miedo?