Como recordamos de “Cosas del destino: el diario de Claire Lewis”, en 2008 Ashley Woodson encontró un diario, cuyo contenido la perturbó tan profundamente que de forma automática convirtió a su autora en el “Primer Amor de su vida”, aunque no la conocía de nada ni jamás llegó a verla.
Así que cuando doce años más tarde se topa en un parque con una chica que dice llamarse Claire Lewis, todo su mundo se pone patas arriba.
No voy a contar más de esta primera parte, de la que tenemos reseña. Solo quiero apuntar un hecho cierto: pronto Claire comienza a sentir cosas por Ashley y esas “cosas” van dinamitando sistemáticamente tanto su auto-concepto de ser heterosexual, como la confianza de que su relación con su novio Nick se dirija a un buen puerto.
La acción de “El efecto mariposa” comienza exactamente en el punto en que terminó “El diario de Claire Lewis”. Tras el bombazo del descubrimiento que dejará atónitos a todos los personajes principales (y que se detalla en el prólogo de esta segunda parte para que a quien le dé pereza leer la primera se entere), Claire es ahora quien debe coger las riendas y decidir qué hacer.
Por una parte, tiene muy claros los sentimientos que Ashley le produce. Resumiéndolo mucho, es como si un obús le hubiera caído en mitad del corazón. Hasta se siente otra persona diferente a la Claire convencional de siempre.
Por otro lado, le duele una barbaridad el daño que le provocará a Nick. A fin de cuentas, la desleal ha sido ella, enamorándose de otra persona (aunque esto no pueda evitarse). Y, si lo pensamos un poco, el pobre chico tampoco tiene la culpa de que estas cosas pasen: es cierto que tiene sus pequeños lados oscuros (no le gustan los perros, cuando a Claire le vuelve loca su pequeña perrita Cleo, por ejemplo) y ha pasado una temporada demasiado centrado en su trabajo y por ello menos pendiente de su novia. Pero estas cuestiones no borran que lleven seis años de relación sin crisis importantes y que Claire esté perfectamente integrada con toda la familia de Nick. Familia a la que también puede perder si deja a su novio.
Tomar este tipo de decisiones siempre es duro, como también lo es todo el maremágnum de consecuencias que suelen derivarse de iniciar una relación con una chica: las salidas de armario masivas, las reacciones familiares, etc.
Por otra parte, si quiere seguir con Ashley, Lewis debe integrarse en su mundo mucho más (si cabe) de lo que ya lo está. La interacción con las dos súper-amigas de Woodson seguramente será más estrecha y llegará a cotas muy importantes de complicidad. Ronda y Olivia son dispares, complejas, a la par que divertidas y, sobre todo, protagonizan una amistad a prueba de bomba. Las historias de ambas y sus líos con los novios generarán muchas situaciones divertidas.
No tengo demasiado que añadir a lo que ya comenté en la reseña de “El diario de Claire Lewis”, porque esta segunda parte comparte con la primera las mismas características. Tal vez debo apuntar que la historia resulta interesante y original, pero que quizá al principio le cuesta un poco coger ritmo y la cosa se pone mucho más dinámica pasado un buen tramo del volumen.
Yo he seguido con mis sensaciones con las castañas que comenté en la reseña anterior, no tengo remedio. También siento un poco de inquietud a causa del efecto que me produce estar leyendo “jodidamente” en casi todas las frases que pronuncian las chicas (Ashley, sobre todo). Ocurre que en español no me suena natural y creo estar leyendo medio en inglés, porque ahí seguro que quedaría mejor “fucking” (que sí se usa con frecuencia).
En cuanto a sí es o no imprescindible leer la primera parte, la respuesta es no. Pero sí es recomendable. Como ya he dicho, al principio de “El efecto Mariposa” se hace un breve resumen de lo acontecido en “El diario de Claire Lewis”, por lo que resulta posible empezar desde aquí sin haber leído lo anterior. Sin embargo, supongo que se pierde mucho “ambiente” porque gracias al antecedente ya conocemos a los personajes y también ciertas situaciones de importancia que después tendrán desarrollo en este segundo libro.
Por lo demás, resulta una novela agradable, dinámica y con sentido del humor, que os hará reír (o al menos, sonreír) en más de una ocasión.
Que la disfrutéis, si os apetece.