Lo que tengo y lo que no

No tengo dinero. No tengo joyero. No tengo miedos. No tengo viñedos. No tengo silencio. No tengo precio. No tengo trabajo. No tengo el Corazón con olor a ajo. No tengo un carajo. No tengo ni para gomina. No tengo la mejor de las tinas. No tengo rutina. No tengo la Vida en ruinas. No tengo Alma de gallina. No tengo toxinas. No tengo tiempo que perder en pamplinas. Cuando no tengo papel, escribo en cartulinas.

No tengo ropa costosa. No tengo carácter de celosa. No tengo asquerosa avaricia caprichosa. No tengo un jardín de rosas. No tengo aires de diosa. No tengo una cara preciosa. No tengo muchos “me gusta”. Por ello, no tengo que golpear mi ego con una fusta robusta. No tengo rota la cordura. No tengo otro camino que no sea la Escritura.

No tengo prisa; lo que sí tengo es mi inmortal sonrisa.

Buenos días

Verte dormir es tan pacífico como escuchar al océano soñando de madrugada. El ronroneo de tu cuerpo al recolocarse en la cama se me antoja igual de cálido que cuando el Sol estira sus rayos en el horizonte dando los buenos días al mundo. El conjunto que formas con ese momento es, sin duda, mi mañana favorita.

Quiero hacerte el Amor como si tocara el piano: primero te calentaría con caricias. Después te afinaría despacio y con calma hasta que estuvieras cómoda. Y por último conseguiría sacarte sonidos maravillosos.

Eres mi Amanecer preferido. Estás preciosa cuando el Sol bosteza su luz en tus ojitos. Buenos días, Cariño.

Lo que es y lo que no

No soy un paño de lágrimas, soy tu paño para las lágrimas alegres y las rotas.

No soy el hombro en que llorar, soy el hombro en que puedes llorar y el que siempre está dispuesto a escuchar las anécdotas que me convidas para participar.

No soy el cuerpo que corre detrás. Soy el cuerpo que corre a tu lado, que (se) corre contigo, que salta, brinca, juega y comparte sus momentos con tus instantes.

No es un “ten-recoge-cosecha-toma más”. Es un “para ti-para mí”, sin más.

Siempre es más cómodo gritar que educar, recibir que dar, escuchar que preguntar. El vacío que ese egoísmo deja es tan fácil de rellenar… Basta con pararte a pensar que a la otra persona le harás feliz si le preguntas ¿cómo estás? con sinceridad.