No estoy loca

Deja que te arranque las lágrimas con mis labios y las lleve en un beso eterno hasta tu boca. Ese lamento que a tu risa desenfoca. Es mejor que tus penas se ahoguen en el mar mientras mi lengua con tu llanto choca. Por volver a sentirte risueña, el oleaje de mi pasión se desboca. No es porque sea «lo que toca», más bien es que mis caricias ansían conocer los miedos que te sofocan hasta tragárselos para que no vuelvas a sentir que te equivocas. Si tienes que llorar, que sea de puro júbilo mientras a tus temores derrocas.

Preciosa mujer que, en tu pelo, el Sol se enfoca, por los sentimientos que me provocas, aquí y ahora mi Alma te invoca.

Y no, no estoy loca.

 

Nunca una lluvia me sentó tan bien

Al pensar en ti, tengo el Corazón bipolar. He desarrollado una gran facilidad para sentir esperanzadora libertad; también mis lágrimas por tu ausencia se deslizan con mortal honestidad. No me hace ninguna gracia, en verdad.

Me preocupo tanto por ti que, en ese abrazo eterno bajo la lluvia que nos regalamos después de Navidad, quería soltarme por si tú sentías esa necesidad, a pesar de que mi cuerpo ansiaba quedarse a vivir junto al tuyo y recorrer de la mano de tu mirar todos los parques de la ciudad.

Me agobia pensar que, de lo que siento, tú solo quieras conservar una amistad. Para mí, va un paso más allá, lo admito con toda mi bondad. Esta vez no voy a tener piedad. Confesarte mis sentimientos es mi prioridad. No quiero enfermar de soledad hasta la eternidad. Por eso te revelo que, bajo un aguacero torrencial, pasear a tu lado por el bosque se convirtió en una calurosa actividad. No te has dado ni cuenta y me has rescatado de la más opaca oscuridad. ¿Cómo no voy a amarte si tu hilaridad bajo las nubes le hizo el Amor a mi felicidad?

Supongo que, por eso, nunca una lluvia me sentó tan bien, es la realidad.

 

Para Qiu Miaojin

Tu Corazón se merecía de todo menos una puñalada. Ni la del crudo desamor ni la del filo del que se sienta en la mesa junto al tenedor.

Me hubiera gustado ser amiga tuya al igual que de Phil Ochs para recordarte que tu Arte aún conservaba mucho de su calor. Que no existía motivo para mantener vivo tu temor, que conocí la cruz de esa cara que tanto te asustó, el lado cóncavo de la ventana desde la que mi miedo hace años que se suicidó.

Al menos sobreviven tus novelas. Puede que nunca se escriban sus secuelas, ni seas lectura obligatoria en el programa de las escuelas, pero sé que aliviaron parte de los dolores que en ellas desvelas.

Mi querida Escritora atormentada tan a destajo: tu Corazón se merecía de todo menos un golpe bajo. Espero que no trataras de mostrar tus sentimientos provocándote tan interminable tajo. Sea como fuere, estoy segura de que lo que menos te dolió fue el propio navajazo. Ojalá me hubiera dado tiempo a entrar en las profundidades de tu desesperación y mostrarte que existe salida desde tan abajo.

Te confesaré que yo también me he carteado con un amor que acabó desprendiendo un apestoso olor. También ahogué mis penas en un oceánico licor e incluso abrí una ventana para ventilar mis pulmones del hedor que manaba de mi cobarde valor.

Estas palabras son un abrazo eterno que guardo como oro en paño para ti en mi cuaderno. Un mimo tierno para que sepas que no te juzgo, sé que trataste de sobrevivir caminando por todo el infierno.

Solo deseo que hayas encontrado lo que buscabas mientras de la mano de la Vida te soltabas.