Cuando nos conocimos

Hoy tengo que escribir(te) sí o sí.

Tal día como hoy te conocí. Había mucha gente en el evento al que ambas estábamos invitadas, yo diría que unas cincuenta personas y mi miedo escénico aseguraría que eran mil.

Entre la agónica multitud, tú brillabas como si transportaras en tus ojos un perpetuo candil. Me miraste sonriendo y yo pensé que mi cara de susto por tener que recitar ante tan numeroso público era lo que te hacía sonreír.

Alumbraste las tinieblas de mi espanto con tu dulce voz nada varonil. Firme como el marfil, tu interpretación y ojeadas esporádicas hacia mí fueron calmando mis nervios de manera muy sutil. No imaginas hasta qué punto te lo agradecí.

Lo más probable es que lo hayas borrado de tu mente y ni siquiera te importe que nos conocimos hace un año tal día como hoy, 26 de abril.

 

Bohemia, para mí, eres tú

Quisiera llenarte la cama con pétalos de flores blancas con los bordes azul cielo para que, junto con el color de tu pelo, la Bohemia seas tú al completo.

 

Más al Sur

No necesito orientación para saber que más al Sur existe el Paraíso. En el Sur se puede hacer terapia ahogando las penas en un licor morado. Es fácil llegar hasta allí sin necesidad de usar una brújula ni cuarenta mapas, basta con seguir el eco de tu sonrisa y los pasos de todos tus latidos colorados.

Me gustaría quedar contigo más al Sur de tu razonamiento. En una bifurcación donde pueda darte un beso que te prive del aliento. Donde solo resuene tu risa, capaz de arreglar cualquier desperfecto.

Más al Sur dejo de sentirme como una foto en blanco y negro cayendo por un acantilado. Y si ceno junto a ti, con solo escuchar tus carcajadas –que han dejado de gemir como un esbozo disecado–, me comería una berenjena, varias croquetas y, de postre, tus besos a bocados.

Es hermoso viajar más allá de tu Sur, aunque sea sobre este papel arrugado. En tu Sur sobrevive un fuego que, te aseguro, aún no se ha apagado. Un calor en el que, sin que te hayas dado ni cuenta, tus lágrimas de dolor se han ahogado.

Creía que el Amor estaba de mí asqueado hasta que, más al Sur, una noche en que en tus ojos brillaba la Luna al trasluz, se me acercó de tu mano con su manto huracanado para calentar mis temblores con sumo cuidado. Ahora que mi deseo te he confesado, espero tu respuesta más al Sur, en cualquiera de sus lados. Si no me encuentras usa la brújula que te has comprado, que la he trucado para que te guíe hasta mis abrazos esperanzados, porque de ti ya imaginarás lo que me ha pasado.