Momento eterno de ojos cerrados
Me encantaría amarte y extirparte la prisa por vivir con besos bien cadenciosos, para que entendieras que un momento eterno de ojos cerrados es mucho más placentero que querer abarcarlo todo mirando sin ver, corriendo sin andar, falleciendo sin existir.
No es un capricho
No es un capricho.
El sábado quedé con ella y el tiempo se volvió infinito.
No recordaba cuándo me había sentido tan relajada.
No recordaba haberme reído tanto por temas insignificantes.
No recordaba cuándo fue la última vez que sentí la intensidad de querer abrazar.
No recordaba el calor de un paseo bajo la lluvia.
No recordaba lo mucho que dolía un «hasta pronto» impreciso ni el sabor del vacío cuando nos despedimos en la puerta de su trabajo.
Ella me gusta. No es un capricho.
Me gustó el silencio que se nos entrometía cuando nos quedábamos sin saber qué decir, mirando el suelo como si le estuviéramos pidiendo que acercara nuestros pasos porque nosotras no nos atrevíamos.
Me gustó el rubor de su mirada, que ella afirmaba ser de color básico y yo le aseguré hasta la saciedad que nunca había visto un tono chocolate más energético que el de sus ojos.
Me gustó ser testigo de cómo se esforzaba por no tocarme la mano al caminar y descubrir en sus andares que se moría de ganas de entrelazar sus dedos con los míos para temblar juntas.
Me gustó saber que ignora que ha conseguido devolverle la Vida a mi bolígrafo.
Me gustó incluso que me hablara de la barriga cuadrada de su ex.
Ella me importa. No es un capricho.
Pero estoy muerta de miedo.
A pesar de que sé que hay altas posibilidades de que sienta algo por mí, me he equivocado y me han rechazado tantas veces que no soportaría volver a fallar. Es mucho más fácil cruzarme de brazos y esperar su señal.
Quiero ser sincera con ella pero estoy aterrorizada por el miedo que me tengo. No es temor a tropezarme, caer y romperme los dientes sino a que, del golpe, se me caiga el Corazón por la boca…
Tornillo
Encontré el tornillo que te faltaba;
solo te lo devolveré a besos.